Tarde o temprano el laberinto que debe recorrer la verdad, llega a la meta con el premio de la inocencia.
Todos los seres humanos vamos caminando este viaje que llamamos vida. Hay senderos elegidos, fruto de nuestras decisiones, mientras que otros no hacen parte de nuestra elección, y nos hacen replantear el concepto que teníamos de la vida, quizá hasta el punto de decir como lo narra la canción:
“Los caminos de la vida
no son como yo pensaba
como los imaginaba
no son como yo creía
los caminos de la vida
son muy difícil de andarlos
difícil de caminarlos
yo no encuentro la salida”
Y es que entender que todos los caminos deben recorrerse con entereza y sustrayendo lo mejor de cada etapa, aunque el viaje de la vida traiga subidas y bajadas, caminos rectos y pavimentados, y otros en carretera destapada y casi sin salida, no es tan fácil como escribirlo.
Existe la tentación de siempre echar la culpa a alguien por las situaciones que se van presentando, de expresar rechazo o resistencia ante la dificultad y así coloquialmente se habla: ¿Por qué a mí?, ¿Dónde está Dios cuando sufro?, ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena?
Frente a esto, la sociedad ha sumado una cuota importante ante las posiciones que solemos postular, es decir, se nos ha dicho que el disfrute del viaje depende mucho de qué tan preparados y equiparados estamos para enfrentarlo. Por ejemplo, se disfruta cuando lo que ocurre, hace parte de la lista del planteamiento de sueños y propósitos que nos hemos trazado, pero cuando se trata de un “viaje” que no imaginábamos hacer, (pero que aun así debemos hacerlo), el sentido tiende a transformarse, porque todos los esquemas mentales no estaban preparados a lo que ocurriría en ese corto, mediano o largo plazo.
Es que quien tiene en la mente la estructura de sus planes y va chuleando los pendientes realizados gracias al contexto que le favorece a su visión, al parecer va por buen camino, o por lo menos eso es lo que nos han dicho: “sé exitoso”, “evita el sufrimiento”, “controla tu vida”, “eres el dueño del futuro”. Pero, ¿qué pasa cuando los planes cambian radicalmente? ¿Cómo asumes ese desafío en tu vida?, si no tienes tiempo de armar el equipaje con lujo de detalles con lo que quizá vas a necesitar, ¿crees que estás preparado? ¿Cómo afrontas esta nueva circunstancia, cuando la vida no te sonríe como lo querías? ¿Asumes una actitud derrotista, de rechazo, de resentimiento?, o ¿una actitud de fe y confianza en el Señor?
El padre Carlos Yepes, sacerdote colombiano y reconocido por sus numerosas reflexiones que transmite de manera virtual a través de distintas plataformas, vivió precisamente una situación similar a la que venimos narrando; podríamos decir que inició un viaje con un boleto que nunca compró: el viaje de la persecución y la difamación, por una serie de hechos que jamás cometió.
Este suceso mediático que se registró de manera nacional e internacional, ha sido de los “viajes” más significativos que jamás haya podido realizar alguien, porque como bien lo dice el padre Carlos: “Nadie ha viajado al mundo del sufrimiento y ha regresado de él transformado”.
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Y es que viajar es sumergirse en una aventura fascinante: siempre hay algo por descubrir, por agradecer, por elegir, que nos lleva a volar más alto, a forjar nuestro carácter, a permitirnos conocer el amor de Dios en cada persona, en cada circunstancia, por adversa que parezca. ¡Vivir es simplemente un reto diario de superación y crecimiento de vida!
Frente a las características de los distintos viajes, no hay que tener miedo, la vida hay que asumirla con sus subidas y bajadas; hoy, estamos arriba, mañana estamos abajo. Todo es parte de lo que vinimos a ser y hacer en el mundo, todo nos enseña, nos educa y nos madura en el cumplimiento del propósito de vida.
Por eso, a lo largo de este camino, y con el paso de los años, los aprendizajes han sido un tesoro “escondido” a los cuales se ha podido llegar, no con una receta mágica, sino con pasos constantes de fe.
A continuación, compartimos las experiencias de vida, durante el proceso de Carlos Yepes. Y, en definitiva, nos damos cuenta que terminan siendo consejos prácticos que necesita todo viajero, es decir, todos los que peregrinamos en este mundo.
1) Abandono y confianza completa en Dios:
Es muy fácil confiar y creer en Dios cuando todo está bien, pero confiar y creer cuando el panorama es distinto a lo esperado, es todo un acto de fe.
Abandonar la lógica humana para permitir que Dios sea soberano con su lógica divina es tarea de todos los días. Muy bien lo dice la Sagrada Escritura a través del profeta Isaías en el capítulo 55, 8-9 “Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse. Pues, así como los cielos están más altos que la tierra, así mis caminos están más altos que sus caminos y mis pensamientos, más altos que sus pensamientos”.
Los aprendizajes que se asumen con solidez y firmeza, son los que se sustraen al poner nuestra mirada fija en Jesús, porque precisamente es el Señor, el que nos acompaña, nos guía, nos reconforta y nos señala el camino necesario de la pasión, para llegar a la victoria de la resurrección. Sin Él, no podríamos llegar a la cima, entendida como la mejor versión de nosotros mismos, como personas.
El padre Carlos Yepes entendió y vivió lo que significa abandonarse en las manos providentes de Dios. Hubo momentos difíciles, donde confiar fue su única, pero más valiosa opción, porque no estaba confiando en lo que el mundo dictaminaba como verdad, sino en el Espíritu de verdad que es Jesús, quien tiene la primera y la última palabra.
Su testimonio de vida como sacerdote, evangelizador y misionero, le ha permitido conocer de primera mano la realidad del mal y la importancia de no dejarse enredar por las acciones del maligno. Él, como sacerdote y hombre de fe, sigue cifrando su valía en el Señor y así lo expresa: ¡Somos importantes por lo somos ante Dios y no ante los hombres!
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2) Paciencia:
La virtud de la paciencia es “la ciencia de la paz”. Es vivir aferrado al Kairos (tiempo de Dios) y no al Cronos (tiempo del hombre). La manera de vivir el día a día es determinante, para que nada ni nadie robe la paz interior que un corazón libre puede tener.
El tiempo es el amigo número uno de la paciencia, porque solo a través de él, descubres que toda oscuridad sale a la luz. Santa Teresa de Jesús lo consigna muy bien en su hermosa oración:
“Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa
Dios no se muda
La paciencia
todo lo alcanza
quien a Dios tiene
nada le falta
solo Dios basta
Por eso, la actitud que asumimos frente a las circunstancias adversas, no solo fortalece la paciencia, sino el libre albedrío, que nos permiten avanzar en nuestra maduración personal.
3) Humildad:
El hombre humilde es aquel que es capaz de hacerse pequeño ante Dios, es capaz de trasladarle el poder de su vida, al único poderoso y soberano: ¡Dios!
Es aquel capaz de pedir y suplicar misericordia para entrar al corazón de Dios.
El padre Carlos Yepes asumió la actitud de la humildad, de saberse necesitado de Dios y así se ha sentido reconfortado y bendecido.
¿Cómo cambiar el enfoque de los viajes que dan sinsabores?
Además de estos tres aprendizajes, para el padre Carlos Yepes fue clave encontrar razones y motivos que fueran luz en su proceso; por eso, se ancló a tres fuentes de redención y ofrecimiento en medio de su sufrimiento.
1). Conversión de los pecadores:
En los momentos cuando cuesta entender lo que se está viviendo, se siente impotencia, tristeza o cualquier emoción negativa; por eso, ofrecer ese sentimiento por medio de la oración, por algo, pero sobre todo por alguien, cambia la perspectiva de todo y se llena de sentido.
El fruto de la oración es tan poderoso, que solo a través de ella se puede llegar hasta donde ni siquiera el discurso más persuasivo del mundo puede avanzar.
Durante su proceso, el padre Carlos, entendió que su oración de ofrecimiento y perseverancia, por la conversión de los pecadores, podía hacer el bien de manera silenciosa, pero poderosa ante los ojos de Dios.
2) Santidad de la Iglesia:
Una iglesia unida y en comunión que busca y trabaja por la santidad de todos es el sueño de Dios; por eso, el padre Carlos siempre pide la santidad de la Iglesia para que viva según el plan de Dios por medio de la asistencia del Espíritu Santo. Ora por una Iglesia que camine con los ojos puestos en Jesús, sin dejarse desanimar por las persecuciones y, para que continue la misión de servir, anunciar el evangelio y vivir en coherencia con los valores cristianos.
3) Defensa de la fe
No es fácil la lealtad a las convicciones y práctica de la fe en medio de un mundo que presenta tantas ideologías. “Iniciar en la fe es de todos, perseverar en la fe es de pocos, y terminar la vida en fe es de verdaderos santos” Padre Carlos.
El padre Carlos Yepes no ha dejado de evangelizar un solo minuto. No han importado las circunstancias, los lugares y el tiempo. Siempre ha pronunciado palabras de esperanza, de amor y de paz.
Defender la fe desde el amor ha sido su propósito claro, y así lo demuestran sus imparables reflexiones por medio del Evangelio diario y los mensajes que mes a mes ha pronunciado los martes y jueves a las 9:00 a.m. a través de su cuenta Padre Carlos Yepes en sus canales YouTube, Facebook, Instagram y Telegram.
¿Qué le espera al Padre Carlos Yepes?
Seguir adelante con el GPS que siempre ha viajado y le ha permitido no desfallecer. Y es que, si para las empresas es importante tener clara una visión y trabajar en pos de ella, en la vida de cada ser humano debe ser igual, o más importante trazarse rutas claras sobre las que “ningún cómo” derrumben el objetivo.
En el caso del padre Carlos Yepes, son tres certezas las que han acompañado y lo seguirán acompañando en su misión pastoral.
1)Seguir haciendo el Bien:
Quienes han seguido de cerca el trabajo del Padre Carlos, reconocen que su lema de vida es: “Hacer el bien”.
Bajo esta premisa, estamos convencidos que lo mejor del padre Carlos Yepes está por venir, porque ni esta prueba lo desanimó para mantenerse enfocado en su labor.
2) Misión de pastorear almas:
Seguir con la misión en alto, donde su fe, coraje y disciplina lo convirtieron en un ejemplo de resiliencia. Y nada lo hizo desviar del camino que le ha sido encomendado: ser pastor de almas.
3). Servir y Evangelizar:
Con la certeza de que Dios está presente en cada momento de la vida, el Padre Yepes sabe que el mundo se construye sirviendo, amando y sembrando esperanza y fe en los corazones.
¡Gracias a Dios que siempre ha estado presente en la vida de este Sacerdote!
La inocencia del padre Carlos Yepes es un hecho. Hoy inicia un nuevo viaje, un destino que solo Dios conoce, pero con toda la fortaleza, el vigor, el entusiasmo y los aprendizajes que guarda en lo profundo de su corazón.