¡Mujer, eres amor y vida para el mundo!
La naturaleza de la mujer la hace sensible. Se percata de tantos detalles. No permite que las cosas pasen desapercibidas, sino que se detiene para ocuparse, con prontitud, de todo aquello que esté a su alcance, y lo que, en medio de su diligencia, no sabe cómo abarcar, lo lleva en oración a los pies de Jesús en un acto de profundo recogimiento y fe.
Su oración es de gran valor, persevera hasta el cansancio, elevando suplicas y alabanzas a Aquel que todo lo puede. Y es que, al estilo de María, que supo presentar sus peticiones a su hijo para que se hiciera la voluntad del Padre, y fue escuchada; así mismo las mujeres de la humidad entera tienen las llaves para mover el corazón de Dios.
Señor, gracias por este día en el que las mujeres nos unimos para reconocernos dignas del regalo tan hermoso del cual nos has dotado. Gracias por la hermandad que nos propones para que juntas seamos coequiperas; y en esa medida, podemos entender que un día como hoy tiene sentido cuando afinamos los lazos y elevamos la voz en oración por el mundo entero que necesita fidelidad, sensibilidad, fe y amor.
