Adviento
Como Iglesia, nos disponemos a vivir el tiempo litúrgico de Adviento, un tiempo de espera activa y esperanza profunda. Un tiempo que nos recuerda que cada año, con la llegada de diciembre, Jesús vuelve a pasar por nuestras vidas, llamándonos a renovar la fe.
Las cuatro semanas que dura el Adviento simbolizan un camino de preparación para la Navidad. La corona, con sus velas que se encienden progresivamente, es signo de esa luz que crece en medio de la oscuridad. Cada vela representa una actitud: esperanza, fe, alegría y amor; virtudes que preparan nuestro espíritu para el nacimiento del Salvador.
¿Cómo prepararnos adecuadamente durante el Adviento?
La Iglesia nos presenta varias propuestas para que nos preparemos y dispongamos el corazón. Aquí resaltamos algunas:
1). La Novena de Navidad:
La Novena de Navidad más que una costumbre, es una escuela de fe familiar, un momento donde la oración, el canto y la fraternidad se entrelazan en torno al misterio de Dios que se hace niño.
Es un espacio propicio para meditar y reflexionar que Dios quiere nacer en los corazones que se dispongan a recibir su amor sin límites. Un amor que sana, restaura, llena de gozo y de paz.
Clic aquí para conocer la historia de la Novena de Navidad
2). El pesebre
Recrear en el hogar el pesebre de Navidad representa el sentido espiritual de contemplar con los ojos del alma la humildad de Dios, que se hace niño para estar entre nosotros.
Esta tradición es acogida gracias a San Francisco de Asís, quien, movido por su profundo amor al misterio de la Encarnación, en 1223 representó por primera vez la escena del nacimiento de Jesús en una gruta de Greccio en Italia.
Lo más importante que debemos tener presente es entender el sentido y significado espiritual de cada figura que compone el pesebre:
El Niño Jesús, centro de todo, nos recuerda que el amor verdadero se manifiesta en la ternura.
María y José simbolizan la fe confiada y el silencio que guarda los misterios divinos.
Los pastores representan a los humildes de corazón que reconocen a Dios en lo pequeño.
Los reyes magos, con sus dones, nos invitan a ofrecer lo mejor de nosotros al Salvador.
3). Vivir la Eucaristía en profunda fe:
Una manera de conectarse profundamente con Dios durante el tiempo de Adviento es entender que más allá de preparar y decorar las casas, resulta más importante preparar nuestro corazón.
Y los corazones se preparan con la escucha atenta de la Palabra de Dios.
Cada domingo, la Eucaristía va revelando virtudes que debemos poner en práctica para vivir con gozo el nacimiento que Jesús quiere hacer en el interior de cada uno de nosotros.
Clic aquí para leer: Todo lo que necesitas saber sobre el Adviento
4). Silencio interior
Este punto representa un gran desafío dado el ruido exterior que se vive, pero al mismo tiempo es un espacio de gracia, ideal para reflexionar e interiorizar lo que Dios tiene para decirnos.
Vivir el Adviento con recogimiento interior, significa volver a lo esencial, dejar de lado la prisa y las distracciones, para escuchar la voz suave del Señor que quiere transformar nuestra vida.
Cuando vivimos este tiempo con conciencia y gratitud, la vida cotidiana se llena de sentido: el hogar se convierte en santuario, los gestos sencillos adquieren valor eterno y el amor se vuelve la verdadera preparación para recibir al Niño Dios.
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En definitiva, la Navidad se vuelve eterna cuando comprendemos que Dios sigue viniendo al mundo a través de nuestros actos de amor.
Que este tiempo de Adviento sea, entonces, una oportunidad para reconciliarnos, para encender la luz interior y para dejar que el Niño Dios transforme lo ordinario en milagro.
Porque solo quien prepara su corazón con amor puede reconocer en el silencio y lo sencillo, la presencia viva del Salvador.
