La pregunta correcta que debes hacerte para saber si Dios existe
Una de las preguntas más consultadas en el mundo es: ¿Existe Dios?, y en torno a intentar dar respuesta a este interrogante, se han formulado las preguntas incorrectas, quizá por la marca de intereses particulares, o por el afán de llegar a la meta, se desembarca en cualquier estación con un aspecto parecido al punto de llegada.
Por ejemplo, hay quienes dicen que primero hay que ver para creer, pero la fe, ha propuesto que, para poder ver, primero hay que creer. ¿Quién tiene la razón?
Algunos científicos, ateos, agnósticos, han estudiado las razones que argumenten la no existencia de Dios. Dichos estudios y posturas, inundan hoy en día las páginas web e instan a que sea el conocimiento, el que dé la respuesta y lleve a las conclusiones supuestamente verdaderas sobre la existencia de Dios, es decir, se promueve que se acceda a la información, y no quedarse solo con las tradiciones y doctrinas de la Iglesia, la religión, los curas, los pastores.
Ahora bien, la internet también está llena de testimonios, estudios y charlas que dan razón de la existencia de Dios. En ese sentido, ¿a quién creerle?
Es evidente que estamos llenos de opciones y que dependiendo de las puertas que se toquen, se abrirán las respuestas. Ahora, si Dios es omnisciente, omnipotente, podríamos decir que al preguntarle a cualquier disciplina como la ciencia, la psicología, la filosofía, etc. Dios, confirmaría su existencia. Pero, qué tal, si en vez de hacerle las preguntas a estas áreas de conocimiento, lanzamos el interrogante a la fuente oficial, y por medio de esta expresión, nos dejamos sorprender: ¡Dios, si de verdad existes, demuéstramelo!
El deseo de conocer a Dios y saber si existe, es solo cuestión de abrir mente y corazón a la verdad única y suprema. El decir que Dios no existe puede estar marcado por el Ego, la prepotencia, el deseo de creer que solo mi verdad es la real y de no trascender más allá de lo meramente racional.
Por eso, a continuación, se hablará más, desde la sencillez y apertura del corazón, y con la certeza de que, si Dios existe, Él mismo dará las respuestas a quien con súplicas, amor y humildad, le pida que se revele.
¿Es necesario ver para creer?
Empecemos diciendo que, tanto conoce Dios el corazón del ser humano, que se desborda en obras «para que no seamos incrédulos, sino creyentes«. Biblia: Evangelio Juan 20, 27
Creer en Dios, es creerle a Jesús. Y para creer en Jesús es necesario conocer su vida, su testimonio, conocer sus obras y sus signos: “Aunque no me crean a mí, crean en las obras que hago, para que sepan de una vez por todas que el Padre está en mí y que yo estoy en el Padre” Biblia: Evangelio de Juan 10, 38
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Muchas obras extraordinarias ha hecho y sigue haciendo Jesús en el mundo, fruto de la fe. Pero la mayor obra, el principal escenario donde Jesús quiere acontecer es en la vida de cada persona.
Cuando se lee un libro o se ve una película, siempre está la duda de qué porcentaje de lo que está consignado en el personaje es real, verdadero, histórico o ficticio. Pero cuando se da lugar a ser el protagonista de la historia, con Jesús como guionista, sumerge a cada persona, en lugares, pensamientos y sentimientos propios de la esencia de cada quien.
Por eso, es en la apertura del corazón, donde la acción Divina se extiende a quien anhela tener un encuentro cara a cara, con la persona de Jesús, es pasar de espectadores a protagonistas, es vivir con una Verdad que, muchas veces, se queda corta cuando se expresa con palabras, la verdad de Dios en nuestro corazón.
Pero en el interior del corazón, reposa cada experiencia, cada delicadeza del Señor y, a lo sumo, se podrá vivir diciendo como Tomás: “Señor mío y Dios mío”. (Biblia: Evangelio de Juan 20, 28)
Tratar de explicar la acción divina de Dios para que otros crean, a veces es una tarea que debemos concretar y comunicar en el diario vivir. En otras palabras, dar testimonio.
Pero no es lo mismo compartir la experiencia de la fe con la perspectiva netamente racional y emocional, que hacerlo con el ingrediente espiritual.
Dar testimonio de lo que Dios ha hecho en la vida de alguien, no consiste solo en hablar, y fijar expectativas de lo que los demás deberían sentir, experimentar y creer. Se trata, sobre todo, y de manera privilegiada, de pedir la asistencia del Espíritu Santo para que sea el artífice de la obra, y en la libertad de cada ser humano, se elija si creer o no.
Ejemplo de los que han creído sin haber visto
El mejor ejemplo de lo que significa creer y creerle a Dios, para después poder ver, es la Virgen María. Ella creyó, dijo sí, cuando todo era incierto y no había más razones que su fe.
María engendró primero en su corazón a Jesús y después lo vio reflejado en el salvador del mundo.
Otro punto importante, fue cuando quiso comunicarle a José de Nazaret, el llamado que había recibido. Con seguridad, al ser una mujer de fe, primero le preguntó a Dios en oración, cuál era el momento, el lugar y las palabras correctas para transmitirle el mensaje a José de Nazaret, de ser el padre putativo de Jesús.
Después de la oración personal de María fue que ella dio el paso y tuvo un dialogo con José de Nazaret, porque estaba segura que iba a tener el respaldo del Espíritu Santo, es decir, ella no corrió a hablar desmesuradamente, sino que se tomó el tiempo para preguntarle al Señor y obtener su respaldo.
Sabía que cuando hablara, no iban a ser sus palabras, sino las que el Espíritu suscitara. Sabía que la oración iba a dar su fruto y el corazón de José de Nazaret estaría dispuesto. Ella, no vaciló porque estaba segura que la palabra dicha no se devolvería vacía, porque el Espíritu Santo haría que cumpliera su encargo.
Gracias a que María obedeció y creyó, vino el respaldo de Dios para ella, por medio de la confirmación a San José en sueños.
Creer es nuestra tarea, y Dios siempre se hará cargo de mostrarnos su manifestación divina y sagrada de la manera en que él lo considere: a través de su Palabra, a través de los demás, a través de la naturaleza o como lo hizo con José, a través de sueños.
Otro ejemplo con relación a María, se da cuando va a visitar a su prima santa Isabel. Ella caminó alrededor de 150 kilómetros, no para confirmar la noticia que le había dado el ángel de que su prima estaba embarazada, sino con la verdad de que ella llevaba la buena noticia consigo, signo latente en la manifestación divina en el vientre de Juan el Bautista.
A su llegada, Isabel da en el blanco y le dice a María “¡Dichosa tú por haber creído que han de cumplirse las cosas que el Señor te ha dicho!”. (Biblia: Evangelio de Lucas 1, 45)
Santa Isabel sabía que la dicha de la vida está en creer, pues eso nos lleva a ponernos en camino con un sí sin medidas, como el Fiat de María.
Debo creer, pero ¿Cómo debo empezar?
María siempre nos lleva a Jesús, y el mensaje más potente que nos entrega es la fe: Creer sin reservas.
La prueba más clara de esto se ve en las Bodas de Caná, allí ante la incertidumbre de la escasez del vino, (porque María se da cuenta de cada detalle que falta en nuestra vida), ella deja claro que debemos hacer lo que Jesús nos diga. (Biblia: Evangelio de Juan 2, 1-11)
Con esto, podemos decir que una de las principales dificultades para que el hombre crea es la soberbia y la desobediencia. Casi nadie quiere que le digan lo que tiene que hacer, pues creemos tener la razón, pero Jesús que sabe muy bien que no somos poseedores de la verdad, con su mirada dulce y su corazón derretido de amor, espera a que le miremos y le preguntemos: ¿Qué debo hacer?
¿Qué debo hacer con mi familia?, ¿con el sin sentido de vida?, ¿qué debo hacer con los pensamientos que taladran mi cabeza e invaden mi corazón con tantas dudas?, ¿qué debo hacer con mi carácter que tanto daño me hace a mí y a quienes están a mi alrededor?, ¿qué debo hacer con mis miedos e inseguridades?, ¿qué debo hacer con todo lo que me roba la paz?, ¿qué debo hacer con tantas alternativas que el mundo me presenta, cuál elijo?, ¿qué debo hacer con la falta de esperanza que no me deja ver un mañana y mucho menos disfrutar mi presente?, ¿qué debo decir ante tantas preguntas sin respuesta?, ¿qué debo hacer cuando siento que la violencia, la injusticia y la enfermedad se incrementa en el mundo y pareciera que el mal tuviera la última palabra?, ¿qué debo hacer cuando no soy capaz de salir de los vicios que me esclavizan?, ¿qué debo hacer frente al dolor de la muerte de mis los seres queridos?, ¿qué debo hacer con la incapacidad de agradecer, pero también con mi negligencia y comodidad para servir a los demás?
Y entonces, la respuesta real y verdadera que llega a nuestros oídos: debes creer en Dios, haz lo que él te diga.
«Cree en el Señor y serás salvó tú, toda tu familia» Biblia: Hechos 16, 31
La clave para creer es el amor, la obediencia y el Espíritu Santo
El mundo está polarizado entre creer y no creer en Dios, porque no han querido darse la oportunidad de conocer a la persona de Jesús, y no se ama lo que no se conoce.
En el evangelio de Juan (Biblia: Juan 14, 22-25) por ejemplo, Jesús responde porque solo unos ven, creen, experimentan…
“Judas (no el Iscariote) le preguntó: Señor, ¿por qué vas a mostrarte a nosotros y no a la gente del mundo? Jesús le contestó: -El que me ama, hace caso de mi palabra; y mi Padre lo amará, y mi Padre y yo, vendremos a vivir con él. El que no me ama, no hace caso de mis palabras. Las palabras que ustedes están escuchando no son mías, sino del Padre, que me ha enviado. “Les estoy diciendo todo esto mientras estoy con ustedes; pero el Defensor, el Espíritu Santo que el Padre va a enviar en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho”.
Algunos dirán que en épocas de Jesús era más fácil creer, porque los discípulos compartieron y conocieron a Jesús, por ende, amarlo, seguirlo y obedecer era más sencillo. Pero Jesús es claro diciendo “el Espíritu Santo les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho”
El Espíritu Santo es el gran desconocido en el mundo entero, y en esa medida, creer en Dios depende de la apertura a la acción del Espíritu, pues su manera de obrar es infinita, por eso, cada uno, como un ser humano único, debe permitir que obre de manera particular.
Pero en medio de tantos caminos, ¿Cómo se si el que estoy eligiendo es el que me conduce a Dios?
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No se angustien ustedes. Crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchos lugares donde vivir; si no fuera así, yo no les hubiera dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de irme y de prepararles un lugar, vendré otra vez para llevarlos conmigo, para que ustedes estén en el mismo lugar en donde yo voy a estar. Ustedes saben el camino que lleva a donde yo voy.» Tomás le dijo a Jesús: -Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino? Jesús le contestó: -Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre”. (Biblia: Juan 14, 1-6)
Jesús señala como la fe es la única fuerza como virtud teologal colocada en el corazón humano, capaz de llevarnos a superar las turbaciones y los miedos propios de la existencia humana.
Creer en Dios y en Jesús, es la respuesta que ilumina
Los problemas, las situaciones difíciles, los abismos existen, pero Dios es más grande que cualquier realidad. De hecho, frente a los caminos que el mundo propone en medio de tantas ideologías, corrientes de pensamiento cultural, modas, estímulos materialistas; Jesús es la verdad y el camino para que el hombre encuentre libertad interior, paz en el corazón y plenitud espiritual.
Jesucristo conoce nuestra naturaleza humana y sabe que fuimos hechos para la libertad y
que mucho del materialismo que hoy tenemos esclaviza el corazón.
En definitiva, ¿Por qué creer en Dios?
Porque…
Dios es el combustible de vida
Dios es el bastón que soporta
Dios es la columna que sostiene
Dios es el abrazo que consuela
Dios es el amor que disipa todas las tinieblas
Dios es la palabra que sana
Dios es la luz que ilumina
Dios es la naturaleza que armoniza
Dios es la fuente de toda saciedad
Dios es la ayuda suprema
Dios es la paz en medio de la tormenta.
Dios es la puerta siempre abierta
Dios habita en lo sencillo
Dios siempre sorprende
Su amor es eterno y fiel
Su divina misericordia es infinita.
Dios enseña y capacita.
Dios levanta al caído de sus postraciones
El eco de su amor lo trasciende todo.
Sana los corazones rotos y vendas las heridas. (Biblia: Salmo 147, 6)
Es el buen pastor y reconoces la voz de sus ovejas. (Biblia: Evangelio de Juan 10, 27)
Unidos a Él podemos dar fruto, y fruto que permanezca. (Biblia: evangelio de Juan 15, 16)
Sondea y lo conoce todo. (Biblia: Salmo 138, 1)
Teje al ser humano en el seno materno. (Biblia: Salmo 138, 13)
Aunque padre y madre me abandonen, Él siempre está presente. (Biblia: Salmo 27, 10)
Un corazón contrito y humillado no lo desprecia. (Salmo 51, 17)
Basta su gracia en medio de la fragilidad humana. (Biblia: 2 Corintios 12, 9)
Ama hasta el extremo y dio la vida por todos. (Biblia: Evangelio de Juan 13, 1)
Es el pan de vida eterna y se quedó para siempre en el sacramento de la Eucaristía. (Biblia: Evangelio de Juan 6,48-51)
Concede todo lo que pedimos en su nombre, conforme a la perfecta voluntad de Dios. (Biblia: Evangelio de Juan 14, 13)
Ha cumplido su promesa del gran don del Espíritu consolador y de verdad. (Biblia: Evangelio de Juan 14, 16)
A pesar de su condición Divina no hizo alarde de ser Dios. (Biblia: Filipenses 2, 6)
La pregunta correcta que debes hacerte para saber si Dios existe es: ¿Qué debo hacer? Y tan pronto escuches su respuesta, en amor y obediencia, haz lo que te debes hacer, Dios se encargara de disponer todo y hacer el resto.