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Conversión de san Pablo

San Pablo, su conversión

«El apóstol de los gentiles»

Su nombre hebreo Saulo traduce “el pedido por Dios”
Es uno de los mayores acontecimientos en los inicios de la iglesia.
Nació hacia el año 8 en Tarso, Cilicia (actual Turquía), parte del imperio romano. Su familia pertenecía a la tribu de Benjamín, casta de fariseos.

En los primeros años Saulo estudió ciencias griegas, aprendió de su padre el oficio de tejedor.
Enviado por su familia a Jerusalén, entró en la escuela del celebre doctor de la ley Gamaliel, donde aprendió todo lo referente a la religión, costumbres y ceremonias judías.

En su corazón había un celo ardiente por el cumplimiento de las costumbres patrias y vio en la nueva religión (cristianismo) una amenaza para sus creencias, quería poner tras las rejas a todos sus seguidores.
Participó en lapidación de San Esteban, Saulo custodiaba los mantos de los verdugos, sin embargo, la sangre derramada por este primer mártir fue la semilla que pronto daría fruto en el corazón del joven pablo.

Mientras iba Camino a Damasco persiguiendo a los discípulos de Jesús, fue alcanzado por una gran luz bajada del cielo que lo cegó y lo envolvió, cayó por tierra y oyó la voz de Jesús: Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?» Saulo preguntó: «- ¿quién eres tú, Señor?» Jesús le respondió: «-Yo soy Jesús a quien tú persigues. – ¿Y qué debo hacer, Señor?». – levántate, y entra en la ciudad y se te dirá lo que has de hacer.

Este breve dialogo transformo completamente su vida, al levantarse estaba ciego, pero en su alma brillaba la luz de Cristo.
Ayudado por sus compañeros llego hasta Damasco, donde permaneció en ayuno y oración durante tres días, posteriormente Ananías, discípulo del Señor fue enviado por El mismo para curarlo y bautizarlo.

Para san pablo el bautismo implico un cambio de vida, cambio de obras, cambio de pensamiento, de ideales y proyectos. Su carácter apasionado tomó el rumbo ahora marcado sin trabas humanas posibles, su rendición fue sin condiciones y con el afán de llevar a su pueblo primero y al mundo entero luego la alegría del amor de Dios manifestado en su hijo Jesucristo.

San Pablo acogió la fe en Cristo y de inmediato inicio la predicación del mensaje del evangelio de Jesús en las sinagogas, en adelante realizó tres grandes expediciones misioneras, recorre todo el mundo conocido hasta el momento. Por ello, fue capaz de sufrir naufragios en el mar y persecuciones en la tierra; azotes, y hambre, cárcel y humillaciones; críticas, juicios y muerte de espada. 

Escribió 13 cartas que forman parte del nuevo testamento, están dirigidas a las comunidades de gentiles, paganos convertidos por su predicación. Es conocido como el apóstol de los gentiles. 
La conversión de san pablo es ejemplar, en ella se evidencia más la acción divina que el esfuerzo humano y nos enseña el alcance que trae un verdadero cambio de vida.

Enseñanzas para la vida

San pablo fue derribado desde lo mas alto de su soberbia, de sus seguridades; hoy necesitamos bajar nuestro orgullo y acogernos con urgencia a la misericordia de Dios que pacientemente nos ha esperado.

Perder de vista lo que deslumbra, el mundo, los falsos ídolos y modelos paganos, del dinero, lo vicios, todo aquello que opaca nuestra vista y nos impide ver con claridad la luz de cristo, que nos señala el camino de vida eterna.

Dios habla a través de la iglesia: el mismo señor Jesucristo hablo a san pablo en el camino de damasco, cuando menos lo esperaba, sin embargo, fue por medio de Ananías, quien lo curo, lo bautizo, y le transmitió la misión enmendada por Dios.

La conversión, es esa insistente llamada de Dios al corazón del hombre para derramar en su vida todo el amor de padre misericordioso, es una tarea de todos los días que debemos emprender sin demora y sin reserva, dejando el todo por el todo. No podemos posponer nuestra conversión, hoy mismo es el momento de volver nuestra vida al señor.

Disponibilidad: ¿qué quieres que haga? San pablo sin demora emprendió la tarea de anunciar a cristo, con los dones y talentos dados por Dios, no reparo en el que dirán, necesitamos vencer los respetos humanos, los temores, los miedos. No solo dejar la vida de pecado sino practicar la vida de virtud.

 

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