Pentecostés
Pentecostés se celebra 50 días después del Domingo de Resurrección. Esta palabra viene del griego y significa “el día quincuagésimo”, es decir el 50, y en hebreo es la fiesta donde se celebra los cincuenta días después de Pascua y los cristianos conmemoran la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles.
Para ese día, los discípulos estaban encerrados en el Cenáculo, llenos de miedo. (Biblia. Hechos 2, 1) Hoy, nosotros no estamos encerrados, sino que gozamos de una aparente y ficticia libertad que profesa paz, alegría, capacidad de decidir, y hemos dejado de lado la acción del Espíritu Santo, a quien tenemos atado impidiendo que haga su obra.
En la actualidad, se promueve por todas partes la necesidad de hablar otros idiomas, las instituciones educativas se esmeran en ser bilingües, pero cada vez nos estamos entendiendo y comunicando menos.
Y es que las barreras no son tanto del lenguaje verbal, sino que transciende a la desfiguración de todos los lenguajes del amor. Las relaciones interpersonales son desechables, hay incapacidad afectiva, falta de madurez, egoísmo, falta de compresión o quizás violencia.
La rapidez con la que se crea contenido, la inmediatez para generar una respuesta, el confort y bienestar que se promueve, ha creado en el imaginario colectivo, la ley del mínimo esfuerzo.
La Sagrada Escritura, cuenta que antes todos los habitantes de la tierra, hablaban el mismo idioma, pero en la búsqueda de ser como dioses, el Señor hizo que todos se dispersaran por diferentes lugares del mundo y se configuraran distintos dialectos. (Biblia. Genesis 11, 1-16)
En nuestro tiempo, el ser humano sigue intentando crear la misma Torre de Babel, solo que con nombres distintos. Una de las denominaciones más recientes es la Inteligencia Artificial con la que se pretende que funcione mejor que el cerebro humano.
Esta “Torre de Babel” creada por el hombre moderno, ha llevado a que sean los mismos creadores, los que ahora se están bajando del barco, pues han manifestado tener miedo, porque “es una tecnología que amenaza a la humanidad”.
Otra “torre de babel”, la han creado algunas plataformas de entretenimiento, algunos de los medios de comunicación virtuales con enfoque sensacionalista, en aras de captar el mayor número de audiencia, promoviendo que muchas personas alrededor del mundo crean sobre «fake news», noticias que no son verdaderas, pero que sí motivan el morbo y la manipulación.
Medios masivos de comunicación que desfiguran la información, dejando de lado su escala de valores, y buscando solo el raiting, y el poder.
Pero ahora el gran dilema, solo por mencionar estos dos escenarios actuales, está entre la comunicación masiva de información y la inteligencia artificial, queriendo ser dioses de nosotros mismos. Llegará un momento en que no habrá manera de saber si hay manipulación o no en la información: la alta capacidad que tiene la inteligencia artificial de generar “Realidad y verdad” en fotos, videos y textos, hará que todos crean.
Este panorama nos lleva a la urgencia de conocer al gran desconocido: El Espíritu Santo. Tenemos un regalo empacado, esperando que la cinta sea des-entrelazada para ver lo que contiene su interior. Es como haberse ganado el premio mayor de la lotería, pero vivir sin redimirlo.
El Espíritu Santo es el maestro interior que nos habita. Es el portador de la verdad y el único capaz de configurar un mundo con sentido, en medio de tanta superficialidad. ÉL nos ayuda a comprender plenamente el mensaje de Jesús y nos inspira para ser testimonio de vida.
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El “trabalenguas” sí se puede entender
En el nuevo testamento, el día en que los discípulos se encontraban encerrados en el Cenáculo, el Espíritu Santo desciende y se manifiesta en distintas lenguas de fuego, sin embargo, todos podían entenderse. (Biblia. Hechos 2, 1)
Los teólogos, generalmente crean un paralelo entre estos dos acontecimientos, lo que sucedió en Babel y lo que ocurrió en Pentecostés. Es tratar de descifrar el misterio de lo que se narra, pero que solo a la luz de la fe y la acción del Espíritu Santo, se puede dar respuesta.
Los discípulos se entendieron entre sí, porque había una apertura completa a lo que Dios quería trasmitir por medio de su Santo Espíritu. Sus expectativas están puestas en la acción de Dios en sus vidas, y no en su autosuficiencia. Es una actitud de humildad frente a lo desconocido, y que se presenta como don, como regalo.
El ser humano está lleno de preguntas, pero no puede dar respuesta porque no tiene la luz del Espíritu Santo. El hombre puede intentar dar respuesta desde muchos frentes, como por ejemplo lo está intentando hacer desde la inteligencia artificial, pero al final termina enredando más el trabalenguas de la vida.
Las angustias se incrementan, el norte no es claro. Mientras que, quienes reciben la efusión del Espíritu Santo marcan la diferencia, muestra de ello lo ratifica la iglesia naciente con la valentía y determinación de los primeros discípulos.
Cómo puedo recibir el Espíritu Santo
Cada proceso de la vida, puede ser un pentecostés o un babel. La vida se enreda sin justa causa por las decisiones que se van tomando sin tener en cuenta a Dios. Lo cierto, es que todo el tiempo, el Espíritu Santo está presente para encarar con nosotros cada situación.
Pero si no clamamos su ayuda, si no pedimos que nos ilumine, no veremos sus frutos.
Lo primero que tenemos que tener presente es que la promesa está hecha. Y como quien hace la promesa es Fiel, la cumple:
“Cuando venga el Consolador, a quien yo enviaré del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí” (Biblia, Juan 15, 26)
“El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho”. (Biblia, Juan 14, 26)
Ahora bien, es muy importante clamar la presencia del Espíritu Santo, pidiéndolo al padre, porque como bien lo expresa Jesús “si ustedes, que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡Cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan” (Biblia, Lucas 11, 13)
Sin embargo, alguien podría decir: “no sé cómo orar pidiendo la presencia del Espíritu Santo”, y en este punto, daremos dos opciones:
La primera es basada en una oración latina conocida como secuencia al Espíritu Santo, con la que la Iglesia ha pedido por años su asistencia:
Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Y la segunda opción, es disponer el corazón y permitir que el mismo Espíritu Santo, ore por nosotros y con nosotros, pues teniendo esa certeza y la apertura idónea, también experimentaremos su obrar:
“El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios, por los del pueblo santo” (Biblia. Romanos 8, 26-27)
Qué puedo esperar cuando reciba el don del Espíritu Santo
Sabiduría, porque el Espíritu Santo es “Maestro interior”.
Vida nueva, porque el Espíritu Santo es “Señor y Dador de vida”, así lo llamamos en el Credo”.
Gratitud, porque el Espíritu Santo es “la memoria visible de la Iglesia”
Entendimiento, porque el Espíritu Santo “fecunda la Palabra de Dios en el corazón del hombre”
Claridad, porque el Espíritu Santo es “Luz para nuestra vida”
Capacidad para decidir, porque el Espíritu Santo es “Discernimiento espiritual”.
Unión, porque el Espíritu Santo es “comunión y fuerza de la Iglesia”.
Paz, porque el Espíritu Santo es “Santificador”
Caridad, El Espíritu Santo es “El amor mismo”
Gozo, porque el Espíritu Santo es “El Consolador”.
Bondad, porque el Espíritu Santo es “El Paráclito, el consejero”
Fidelidad, porque el Espíritu Santo es “Fundamento de vida cristiana”
Rectitud de intención, porque el Espíritu Santo es “Garante de la verdadera Paz”
Talentos, porque el Espíritu Santo es “El Dador de dones, frutos y carismas”
Creatividad, porque l Espíritu Santo es “Espíritu Creador”
Fuerza, porque el Espíritu Santo es “Fortaleza”
Confianza, porque el Espíritu Santo es “La Esperanza que no defrauda”
Temor de Dios, porque el Espíritu Santo es “inspirador del buen obrar”
Inteligencia, porque el Espíritu Santo es “El Dios vivo en nuestro Corazón”
Valentía, porque el Espíritu Santo “es el soplo que transmite la buena noticia”
Respaldo, porque el Espíritu Santo es “Abogado-Defensor enviado por Cristo”
Fe, porque El Espíritu Santo es “acción viva y eterna de Dios”.
Unción, porque el Espíritu Santo es “el alma de la misión”
En definitiva, “recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra”. Hechos de apóstoles 1, 8