El papa de la misericordia
Muchos fueron los legados que el papa Francisco nos dejó.
Mensajes de amor, de esperanza, de perdón. Mensajes prácticos con una gran riqueza espiritual. Mensajes pronunciados con sus labios, pero vividos con su ejemplo.
Uno de los mensajes que mayor eco nos dejó, sin duda, fue ser misericordiosos. Incluso, en el año 2015 el papa Francisco, convocó a un Jubileo Extraordinario sobre la Misericordia.
Razón por la cual, recordaremos su Pontificado marcado por el amor y la compasión.
Durante ese año, se enfatizó la importancia de las obras de misericordia espirituales y corporales, como alimentar al hambriento, visitar a los enfermos o consolar al triste, recordando que cada acción hecha con amor tiene un valor eterno.
Desde su elección en marzo de 2013, el Papa Francisco fue reconocido como el “Papa de la Misericordia”. Su liderazgo estuvo profundamente marcado por un mensaje claro y constante: Dios es amor, y su misericordia es infinita. En tiempos de división, desigualdad y sufrimiento, el Santo Padre propuso la misericordia como el camino principal para renovar el corazón de la Iglesia y del mundo.
Por ello, sus mensajes siempre promovieron una Iglesia que acoge, no que juzga.
Uno de los pilares del pensamiento del Papa Francisco fue que la Iglesia debe ser como un “hospital de campaña”, un lugar donde las personas heridas por la vida encuentren consuelo, no condena.
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Constantemente nos invitó a nosotros como laicos y fieles. y a los pastores a abrir las puertas del corazón, a dejar de lado actitudes rígidas y a caminar con las personas, especialmente con los más necesitados y marginados.
Algunas de sus frases fueron:
“Cuánto deseo que (…) nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia”. Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma 2015.
“Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios”. Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma 2015.
“La misericordia a la cual somos llamados abraza a toda la creación, que Dios nos ha confiado para ser cuidadores y no explotadores, o peor todavía, destructores”. Audiencia general interreligiosa del papa Francisco, miércoles 28 de octubre de 2015
La misericordia como estilo de vida
El papa Francisco insistió en que la misericordia no es una idea abstracta, sino un estilo de vida cristiano. En sus homilías, encíclicas y gestos personales, como lavar los pies de presos o visitar a refugiados, demostró que ser misericordioso significa actuar con compasión, perdonar sin límites y no cansarse de hacer el bien, porque la misericordia de Dios no excluye a nadie.
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Una de las frases más repetidas por el Papa fue: “Dios no se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón.” Este mensaje llevó esperanza a millones de personas que se sentían alejadas de la fe o indignas del amor divino. Pues, nos recordó que el Evangelio está dirigido a todos, sin excepción, y que nadie está fuera del alcance del perdón de Dios.
¡Gracias, Papa Francisco, por sus mensajes!
La postura del Papa Francisco sobre la misericordia nos dejó un nuevo impulso como Iglesia: una Iglesia menos centrada en la norma y más abierta al encuentro con el otro: “haciendo lio”.
Su testimonio nos invita a ser reflejo de ese amor que no condena, sino que sana; que no se impone, sino que abraza. En un mundo marcado por el juicio y la indiferencia, el Papa de la Misericordia siempre nos recordará que el rostro más auténtico de Dios es el de un Padre que ama sin medida.
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Oración del santo Padre Francisco
para el Jubileo Extraordinario de la Misericordia
Señor Jesucristo,
tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo,
y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él.
Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.
Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero;
a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura;
hizo llorar a Pedro luego de la traición,
y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.
Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana:
¡Si conocieras el don de Dios!
Tú eres el rostro visible del Padre invisible,
del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia:
haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.
Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad
para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error:
haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.
Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción
para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos
y restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia,
a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
