María, Reina del Universo
Con el carácter de memoria litúrgica obligatoria, la Iglesia hoy celebra la Santísima Virgen María como Reina; el título de Reina se le da a María desde los primeros siglos, como indicación de su preeminencia y del poder que lo recibe todo, de aquel que es Todopoderoso: su Hijo Jesucristo.
En una célebre catequesis de Juan Pablo II en el mes de julio del año 1997, hablaba sobre la Virgen María como Reina del universo: él recordaba que a partir del siglo quinto casi en el mismo periodo en el cual el concilio de Éfeso proclama a la Virgen como Madre de Dios, se comienza a atribuir a María el título de Reina del pueblo cristiano.
Con este posterior reconocimiento de su dignidad excelsa quiere situar a María por encima de todas las criaturas, exaltando su papel y su importancia, en la vida de cada persona y del mundo entero. Y continúa la catequesis del papa Juan Pablo II afirmando: “El título de Reina, no sustituye al de Madre, su realeza sigue siendo la síntesis de su peculiar misión materna y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta grande misión”.
Por eso los cristianos miramos con confianza a María reina y esto aumenta nuestro abandono filial de hijos, en aquella que es Madre en el orden de la gracia. Recordamos también que esta memoria litúrgica se celebra justo una semana después de la solemnidad de la Asunción de María, por eso está profundamente vinculada con este dogma mariano y recordamos que la Asunción favorece la plena comunión de María no solo con Cristo, sino con cada uno de nosotros.
Ella está junto a nosotros porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro cotidiano itinerario terreno.
Ella, María, conoce todo lo que sucede en nuestra existencia y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida.
Pero hoy nos preguntamos: ¿Cuáles son las razones que tenemos para que María Santísima sea reina de todos nosotros?, y encontramos fundamentalmente cuatro razones:
La primera: María por ser la Madre de Dios hecho hombre, el Mesías, es Reina, porque es la Madre del Rey; santa Isabel movida por el Espíritu Santo hace reverencia a María, en el pasaje evangélico de la visitación, no considerándose digna de la visita de quien es Madre de mi Señor. Por la grandeza de su Hijo, María posee una grandeza y excelencia singular entre las criaturas, por lo que Isabel su parienta la llamó; “Bendita Tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno”.
Pero hay una segunda razón por la que consideramos a María reina de todos: Ella es perfecta discípula, que acompañó a su Hijo Jesús desde el principio hasta el final de su misión y es, “Cristo Rey”, quien le otorga esa corona a Ella.
Recordamos en efecto que en Apocalipsis 2-10 con María se cumplen las palabras: “De aquel qué se humilla será ensalzado” y Ella ha afirmado: “He aquí la esclava del Señor, de aquel que es Rey”.
Pero en una tercera razón encontramos: que María, según una tendencia universal, hoy se le quiere llamar precisamente la gran cooperadora en la redención del género humano; de alguna forma Ella es corredentora.
Volvemos a la catequesis del papa Juan Pablo II en el año 97, cuando decía; “María es Reina no solo porque es Madre de Dios, sino también porque cooperó en la obra de la redención del género humano”. Asunta al cielo María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino participando en la difusión de la gracia divina en el mundo. Por eso, reconocemos que María, reinando con su Hijo, coopera con Él para la liberación del pecado que hay en nosotros la humanidad; todos nosotros, aunque en menor grado, también estamos llamados a cooperar en la redención universal para reinar con Cristo.
Finalmente, en una cuarta razón encontramos: que, para María, por ser miembro excelentísimo de la Iglesia, por su misión y santidad merece este título de Reina; es que la misión de María Santísima es única, pues solo ella es Madre del Salvador. Recordamos con el texto evangélico, el texto bíblico de Génesis 3-15 que: “El Señor pone enemistad, entre la serpiente y la mujer, entre su linaje y el linaje de la mujer”, “Él te pisará la cabeza, mientras acechas tú su calcañar”, nos recuerda este precioso texto de génesis.
Hoy, descubramos la preeminencia de María, su poder de realeza maternal, su inagotable eficacia de intercesión, al lado de su Hijo el gran mediador y su reinado de amor y de servicio; que no es un reinado de pompas, de autoridad o de prepotencia, a la manera de los reinados del mundo. El reinado de María es como el de su Hijo y se manifiesta desde la ternura, la misericordia, el servicio de los demás.
Terminemos nuestra reflexión reconociendo una de las más bellas oraciones marianas que reconoce el pueblo santo de Dios, la oración de la salve donde hablamos de María como Madre y como Reina, juntos oremos diciendo:
Dios te salve Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve, a ti clamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas, ea, pues Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre oh Clemente, oh piadosa oh dulce, siempre Virgen María, ruega por nosotros Santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
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Especial María Reina del Universo