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Exaltación de la santa Cruz

Fiesta de la Exaltación de la santa Cruz

«Trono donde el Señor Reina, Vence, Salva»

Celebra hoy la Iglesia la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. En ella se recuerda y se honra la Cruz, madero en el cual fue Crucificado Jesús de Nazaret y considerado por los cristianos el trono donde el Señor Reina, Vence, Salva y como tal es objeto de Veneración, preciosa reliquia que sostuvo el cuerpo del Salvador.

En esta festividad el cristiano recuerda el papel central que juega la Cruz en su vida, respondiendo al llamado de Jesucristo: «Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga». (Mateo, 8, 24). La Iglesia católica, grupos protestantes y ortodoxos, celebran la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el 14 de septiembre, porque es el aniversario de la consagración de la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén en el año 335.

En el siglo IV, la Emperatriz santa Elena, encontró el madero en el que murió Cristo Redentor. Sin embargo, en el 614 la Cruz fue tomada por los persas de Jerusalén como trofeo de guerra. Más adelante, el emperador Heraclio la rescató y el madero retornó a la Ciudad Santa un 14 de septiembre de 628.

Desde entonces se celebra esta festividad litúrgica. Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso que él la acompañaría en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos ornamentos reales, de pronto se dio cuenta de que no era capaz de avanzar, el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: «es que todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la Cruz por estas calles”. El emperador se despojó de su manto de lujo, de su corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la piadosa procesión.

Para evitar nuevos robos, el Santo Madero fue dividido en varios pedazos y repartidos a Roma y Constantinopla, mientras que un tercero se quedó en Jerusalén en un hermoso cofre de plata.
Otro se partió en pequeñas astillas para ser repartidas en diversas iglesias del mundo, las cuales fueron llamadas “Veracruz” (verdadera cruz).

En la vida de los santos se narra que San Antonio Abad, al ser atacado por terribles tentaciones del demonio, hacía la señal de la cruz y el enemigo huía. Desde ese tiempo, se dice, que se hizo costumbre el hacer la señal de la Cruz para librarse de males. Otro hecho de lo poderoso y sagrado de este signo lo mostró la Santísima Virgen María, quien al aparecerse por primera vez a Santa Bernardita y al ver que la niña quiso santiguarse, Nuestra Señora se persignó despacio para enseñarle que es necesario hacerlo calmadamente y con más devoción.

El Árbol de la Cruz, es el lugar donde Cristo borró el protocolo que nos condenaba y nos devolvió la Gracia Salvadora que Adán nos arrebató con su desobediencia a Dios en el Paraíso. La Cruz, es el símbolo de la Salvación de todo el género humano sumergido en el pecado y rescatado con la Sangre del Señor Jesús, quien al derramarla en el Calvario, adquirió para Dios un Pueblo Santo.

El Misterio de la Cruz, marca el Misterio Pascual, que alcanza su cumbre en la Resurrección. La Cruz es fruto de la libertad y amor de Jesús. No era necesaria. Jesús la quiso para mostrarnos su amor y su solidaridad con el dolor humano, compartirlo y hacerlo redentor.

Jesús no nos salva desde fuera, como por arte de magia, sino compartiendo nuestros problemas. Jesús no está en la Cruz para adoctrinarnos olímpicamente, con palabras, sino para compartir nuestro dolor solidariamente. En esta fiesta el Papa Francisco dijo: “El camino del cristiano es abajarse como Jesús en la Cruz. Él se anuló a sí mismo, y se hizo pecado por nosotros, él que no conocía pecado”.

Mirar a Jesús en la Cruz, es verlo sangrando, destrozado por nuestros pecados. Mirad la Cruz de Jesús, pero no las artísticas, sino lo que era la Cruz en ese tiempo. Y mirad el camino que recorrió y a Dios, que se hizo nada, se abajó para salvarnos. También este es el camino del cristiano. Si un cristiano quiere ir adelante en el camino de vida cristiana tiene que humillarse, como se humilló Jesús. Es el camino de la humildad, sí, pero también el de tomar sobre sí las humillaciones como lo hizo Jesús”. Él nos dijo «El que quiera venirse conmigo, que se niegue de sí mismo, que cargue con su cruz y me siga«.

Enseñanza para la vida:

La Cruz es una realidad innegable en el camino al Cielo. Ante ella, no renegar, no arrastrarla, sino Cargarla, Asumida en fe y con Amor, así se hace menos pesada y adquiere un valor Redentor.

Especial, Fiesta de la Exaltación de la santa Cruz 

 

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