¿Cómo enfrentar el duelo por la muerte de un ser querido?

La vida y la muerte, dos caras de la misma moneda

El ser humano es un ser sociable por naturaleza. Venimos al mundo en el seno de una familia con la que vivimos la vida, vamos conociendo amigos, que muchas veces se convierten en familia que elegimos. Todo el tiempo estamos en construcción de relaciones interpersonales con las que vamos avanzando, y en el camino de ese relacionamiento, cimentamos conexiones y apegos emocionales con muchas personas, donde celebramos las alegrías y nos acompañamos en las tristezas.

…Y es que el otro, se convierte en un coequipero del peregrinar de la vida. La suma de momentos compartidos, las huellas de amor y de servicio, el puerto seguro donde tantas veces podemos llegar, el abrazo fuerte que sana, las palabras que edifican… todo hace parte de la construcción de lazos humanos donde el otro refleja tantas veces el rostro de Dios.

Dicho todo esto, como una apremiante realidad, hay otra cara de la moneda de la que poco se habla, para la que no nos hemos preparado. Una realidad que confronta y sacude, pero que a su vez fortalece y nos trasciende: la realidad de la muerte.

La muerte es inherente al ser humano. Todos vamos a morir, todos vamos a experimentar perdidas de nuestros seres queridos, pero no todos tenemos que llegar a sentirnos muertos en vida por no saber cómo afrontar un duelo.

¿Cómo enfrentar la muerte?

Cuando el sentido de la vida se cimienta en otros (padres, hijos, pareja, amigos), y alguno de ellos falta, el sentido de la vida va perdiendo el gusto. Pero cuando la vida se ha focalizado en quién eres y para lo que fuiste creado, en el momento de la ausencia o falta de los seres amados, no se desdibuja la meta.

La perdida por la muerte desde la fe católica tiene un sentido diferente. «Para el cristiano, la muerte no es la derrota sino la victoria: el momento de ver a Dios; la muerte para hallarlo, la eternidad para poseerlo….La muerte para el cristiano no es el gran susto, sino la gran esperanza.” San Alberto Hurtado.

La muerte como tránsito, como encuentro, como trascendencia, es afrontada con la claridad de un hombre o una mujer de fe que tienen la certeza de eternidad. En ese sentido, el vacío que genera la falta de quien se ama, se moviliza a la confianza de que aquella persona está gozando de la eternidad. “¡Terrible muerte!, pero ¡cuán apetecible es también la vida en el otro mundo, a la que Dios nos llama!” San Francisco de Asís

Claves para superar el duelo:

Tiempo prudente: En principio, el dolor por la pérdida de un ser querido es desgarrador. Es importante brindar tiempo para sentir y aceptar las emociones que esto trae consigo. A la par que se va sanando la ausencia.

Propósito: Acepta con paz, relativiza, desapégate

Pide a Dios fortaleza: Hay situaciones que, humanamente son muy difíciles de enfrentar. Cuando las fuerzas escasean, la fortaleza viene de Dios. Esta iniciativa, basada en un completo acto de fe, ratifica que solo la gracia de Dios dada a la persona que pide fortaleza, sabrá seguir adelante en medio de la prueba.

Propósito: Ora más y confía en Dios

Comparte tu dolor: No estás solo. Busca compartir con otras personas. Pasa tiempo de calidad compartiendo espacios sanos donde sientas que cobijas tu sentir y te recargas del amor que los demás tienen para darte.

Propósito: libérate de las tristezas, de las rabias, de las culpas, agradece y reconcíliate con tu pasado

También puedes ver: Cómo superar duelos: vuela más alto

Busca ayuda: Hay muchas personas que han vivido este tipo de duelo. Muchas de ellas, ponen al servicio su experiencia para que otros tomen herramientas para afrontar sus periodos de dolor. Levantar la mano, es un acto de humildad y sensatez, y no es sinónimo de debilidad. La ayuda quizá, puede venir de parte de un sacerdote, un grupo de oración, la eucaristía, el evangelio, un familiar, un amigo, donde por medio de un proceso se pueda transitar con más seguridad este momento.

Propósito: Dejar ir lo que te duele, sánate y expulsa todo lo que te atormenta

También puedes orar la Novena de los fieles difuntos. Clic aquí

Hay un día especial donde se conmemora a todos los fieles difuntos

La Iglesia Católica celebra la fiesta de los fieles difuntos cada 2 de noviembre. Una conmemoración que desde el siglo II se conoce, ya que se datan testimonios de la celebración de Eucaristías por los difuntos.
Esta fecha dentro de calendario litúrgico, es un momento para honrar la memoria de quienes han muerto y han dejado huella en nuestra vida. Es un día especial para orar por sus almas y agradecer a Dios el paso por este ámbito terrenal.

Es la oportunidad de hacernos conscientes del verdadero sentido de la muerte, y de lo preparados que debemos estar para el momento en el que seamos llamados a la presencia de Dios; pero también, para el instante en el que los nuestros mueran, de modo que se conciba la muerte como el ciclo natural que es, y cómo el misterio que hay que acoger en el tránsito entre la tierra y la vida eterna.

Clic aquí para ver la Eucaristía por los fieles difuntos 

No tengamos miedo a la muerte, no tengamos miedo de enfrentar el duelo, “No tengan miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; teman más bien al que puede hacer perecer alma y cuerpo en el infierno” (Evangelio de San Mateo 10, 8) por eso, que tu propósito firme sea pedir al Señor conciencia de eternidad, para anhelar la vida eterna, mientras se disfruta del cielo aquí en la tierra.

Finalmente la promesa bendición de Jesús hacia la vida eterna, “Yo soy la resurrección y la vida; quien cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá eternamente.” (Evangelio de San Juan 11, 25-26) está llena de esperanza y fe, no debemos estar tristes, la vida no acaba con la muerte, hay un nuevo comienzo en Dios.

Oración especial de fieles Difuntos o ánimas del Purgatorio

Oh, Dios, que concedes el perdón y quieres la salvación de los hombres:
Te rogamos que, por la intercesión de la Santísima Virgen María y de todos los santos, concedas la bienaventuranza a tu hijo, a quien llamaste de este mundo.
No lo abandones en manos del enemigo, ni te olvides de él para siempre;
sino recíbelo con tus santos ángeles y llévalo al cielo, su patria definitiva.
Y porque creyó y esperó en ti, concédele para siempre las alegrías del cielo.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
¡Concédele, Señor, el descanso eterno. Y brille para él luz eterna!
Descanse en paz.
Amén