Martirio de san Juan Bautista
«Precursor y anunciador de la venida del Mesías, a su pueblo»
Prácticamente de ningún santo se celebra el día de su nacimiento sino y solo, el día de su muerte, porque en el fondo es el día que nacen para la vida eterna, nacen definitivamente para Dios.
Sin embargo, es tan importante la misión de Juan el Bautista que de él no solamente se celebra el día de su muerte con carácter de martirio, sino también el día de su nacimiento. ¿Pero quién es este gigante?, en el fondo es un profeta puente entre el antiguo y el nuevo testamento; cómo entender la imagen de este profeta, este gigante, que nace de una mujer estéril, santa Isabel y de un papá que, por escepticismo, Zacarías, había quedado mudo. Cómo entender a este hombre que salta de gozo en el vientre de santa Isabel, cuando la Santísima Virgen María ya embarazada del Salvador de los hombres va a visitarla, en su casa, en las montañas de Ein Karen; sin lugar a duda Juan el Bautista es el gran profeta entre el antiguo y el nuevo testamento, es el precursor y anunciador de la próxima e inminente venida del Mesías a su pueblo, a los suyos.
Juan el Bautista es el hombre asceta tal vez influenciado por la escuela de los esenios, una secta de la época que esperaba la inminente llegada del Reino de los cielos y que lo llevaba a vivir con mucha austeridad y si se quiere con ciertas excentricidades, pues Juan el Bautista vestía con piel de camello, se alimentaba de miel silvestre y de langostas.
Hoy, reconocemos en él a un mensajero que nos invita a una conversión radical, como lo hizo precisamente con los hombres y mujeres de su tiempo, que los invitaba en primer lugar al arrepentimiento y luego al bautismo para alcanzar el perdón de sus pecados; pero es sobre todo grande, Juan, porque él bautizó a Jesús, el dueño y el Señor del bautismo de la nueva vida que nos llega a todos los hombres. Y algunos incluso se atreven a afirmar dentro de los estudiosos de la Biblia, que Jesús fue en el principio, muy al comienzo y antes de iniciar su vida pública, un auténtico admirador y seguidor del movimiento creado por Juan el Bautista.
Pero hoy reconocemos una situación puntual: el martirio, la muerte por vía de decapitación de Juan ocurre precisamente en el contexto de que él confrontaba la mala vida que llevaba el tetrarca Herodes, quien estaba en adulterio con su cuñada Herodías, la esposa de su hermano Felipe. Él, Herodes el tetrarca respetaba a Juan, es más, lo consideraba un hombre justo y santo y más allá de que cuestionara su vida moral, lo escuchaba con gran atención.
Pero descubrimos que hay otros personajes que se mezclan en su martirio y de alguna manera intrigan, maquinan astutamente, para llevar a la muerte, a la decapitación de este gigante; de toda esta historia aprendamos tres grandes lecciones para nuestra vida.
La primera: la Iglesia nace por la sangre derramada de un gran mártir Jesucristo, aunque suene muy dura esta afirmación, en el fondo reconocemos que Jesús crucificado, por el imperio romano, en el tiempo justo de la pascua y por intriga de las autoridades religiosas de Jerusalén, es un auténtico mártir; de su vida entregada, de su sangre derramada nace el misterio de la Iglesia, que ha pervivido por dos mil años en los mares de la historia humana.
Pero afirmamos, que la Iglesia no solamente nace, sino que crece abonada por la sangre de los mártires, como decía en efecto el gran pensador del cristianismo naciente Tertuliano: “la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”, y es que fueron los profetas, bien en el antiguo testamento, los apóstoles bien en tiempos de Jesús, Juan el Bautista también contemporáneo de Jesús, que por su vida entregada y por su sangre derramada, abonan toda la fuerza mística para que la Iglesia y su misión de evangelización, de anuncio de un mensaje revolucionario y poderoso, se puede extender por el mundo entero.
Hoy, veintiún siglos más tarde, reconocemos que el martirio sigue siendo un signo importante para el crecimiento, la prueba en la Fe y la purificación de todos los cristianos dentro de la Iglesia católica.
En oriente, pensemos países como: Egipto, Siria, Pakistán, Afganistán, la misma India y algunos países africanos; allí se da un martirio de sangre por la persecución, la tortura y la muerte de no pocos cristianos.
Y en el mundo de occidente entiéndase: Europa y América, se da un martirio moral, por la humillación pública de no pocos sacerdotes y obispos, la persecución, la difamación y la calumnia, el escarnio y la crucifixión pública contra ellos; esto hace parte del proyecto de Dios. Hoy, se necesitan nuevos mártires de sangre en el mundo del oriente medio y nuevos mártires morales, en el mundo de occidente, Europa y América.
Pero descubrimos en un segundo momento y como mensaje del día de hoy, que el martirio en el fondo es una invitación a dar testimonio, hacer confesión de la Fe en Jesús y entregar la vida como Él lo hizo.
La Iglesia a ejemplo de la parábola del trigo y la cizaña, es en el fondo la imagen de la coexistencia del bien y del mal, la coexistencia de luz y oscuridad, la coexistencia de hombres y mujeres con las más altas y también con las más bajas pasiones.
Encontramos precisamente en la fiesta de hoy, la bondad, la luz, el altruismo, en la vida de un Juan Bautista o de los discípulos que a él lo seguían; por el contrario, o desconocemos hoy en el relato del martirio de Juan, el mal, la envidia, las intrigas, la mezquindad y la cobardía de otros personajes como: el tetrarca Herodes, su amante Herodías, la hija de su amante, Salomé que danza en esa fiesta, que ofrecía en la fortaleza de Maqueronte, el tetrarca a los principales de Galilea.
Hoy, conocemos también la cobardía del verdugo, que decapita en efecto al Bautista y de los invitados del tetrarca Herodes, que se silencian ante semejante monstruosidad; esa es la condición humana, el hombre por su naturaleza es capaz de lo mejor y también de lo peor.
Finalmente, en un tercer mensaje o enseñanza, reconocemos que Juan el Bautista es santo, lo celebramos así: “san Juan Bautista precursor, san Juan Bautista anunciador de Jesús”, esto significa que está con Dios, que la muerte no ha tenido el poder último y definitivo sobre su vida, que ha triunfado sobre ella y que goza de la plena presencia y la total gloria con el Padre Dios y Creador.
Esto nos muestra, que el mal no triunfa sobre el bien y que aquellos discípulos, hombres y mujeres del siglo veintiuno, que se sienten llamados a ser sal de la tierra, luz del mundo, levadura que fermente la masa de las sociedad, no pueden acobardarse ante las incomprensiones, las burlas, los menosprecios, el martirio moral, el pensamiento secular, el pensamiento ateo que pueda tener sobre los creyentes.
Estamos llamados con valentía, con una profunda convicción, con gran libertad interior, a anunciar el mensaje de Jesús aún al precio de nuestra propia vida, sin temer la muerte física o la muerte moral, porque en definitiva si obramos en rectitud y obramos en justicia como lo hizo Juan Bautista, alcanzaremos más allá de la muerte, la resurrección y la vida plena con Dios.
Oremos juntos pidiendo por tantos cristianos que son perseguidos, que son objeto de burlas, desprecios, incomprensiones, calumnias; laicos y consagrados son perseguidos por su Fe en Jesús, por anunciar la verdad y por no estar de acuerdo con el pensamiento políticamente dominante en el siglo veintiuno. Pidamos para todos, el coraje de la Fe, la fuerza de la esperanza que nos lleva a esperar el triunfo de la vida sobre la muerte y la capacidad de seguir hablando con amor, con pasión, con libertad interior.
Gloria a un gigante como san Juan Bautista y a él le decimos: “precursor de Jesús, anunciador de su llegada, Juan Bautista ruega, ruega, por nosotros”. Amén..
Especial Martirio de Juan Bautista