Conoce más acerca del Viacrucis
El Viacrucis es una oración meditada que va narrando, a profundidad, los acontecimientos que vivió Jesús desde el momento en que es condenado a muerte, hasta que fue sepultado. Se trata de la suma de los pasos, escenas, cruces o representaciones que vivió Jesús, camino al Calvario.
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Esta oración nos invita a reflexionar cada escena y a replicar, en la vida personal, las acciones que tuvo Jesús durante este proceso. Es la manera de conectarnos con el misterio de Cristo, reconociendo que, como consecuencia de los errores de todos, fue que Jesús murió en una Cruz.
El Viacrucis hace eco, una y otra vez, de nuestra profesión de fe, porque llamarnos cristianos significa vivir a la manera de Cristo. Esto implica conocerlo, comprenderlo y tenerlo como referente en todas las etapas de la vida. No se es, únicamente, cristiano si seguimos a Jesús cuando sana y predica. Se es, sobre todo, cristiano si morimos con Cristo y resucitamos con Él.
Conocer este camino y apropiarse de él, se hace posible cuando se ora el viacrucis meditando cada estación. Allí, en medio de ese recorrido, el silencio de Jesús se hizo más elocuente que mil palabras, y ratificó con sus actos que el lenguaje más genuino del amor son las acciones.
Jesús en la cruz, con las manos extendidas nos acoge y abraza a todos, y nos dice que Él, como nadie, conoce el sabor del sufrimiento. Y como maestro enseña que, el camino de la cruz no es signo de derrota, sino de gloria y de poder.
Estaciones del Viacrucis para meditar
Unirnos a las estaciones del Viacrucis o estaciones de la cruz, es estar con Jesucristo y conocer de cerca su pasión y muerte como entrega de amor y salvación por la humanidad.
A continuación, te invitamos a orar el Viacrucis y ofrecer cada estación por una intención especial, lo puedes hacer en formato video o texto, a través del libro del Viacrucis que puedes descargar
VIDEO
1ª Estación:
Jesús sentenciado a muerte
Pilatos, aunque no encontraba razones para procurar la muerte de Jesús, acepta la petición de un pueblo que grita: “Crucifícalo”.
Cuántas veces te has alejado de Dios por las opciones que te presenta el mundo y has perdido la paz de tu alma.
Oremos juntos: Señor, dame la gracia de proclamar que eres el centro de mi vida.
2ª Estación:
Jesús cargado con la cruz
Jesús, camina con la pesada Cruz a cuestas rumbo al Gólgota.
Jesús carga el peso de los pecados de la humanidad y los dolores que engendra errar el camino.
Oremos juntos: Señor, dame un corazón sensato para reconocer mis pecados y procurar la salvación que nos da tu redención.
3ª Estación:
Jesús cae, por primera vez, bajo el paso de la cruz
“Nosotros pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado. Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud” Isaías 53, 4-6
La cruz de Cristo nos grita amor
Oremos juntos: Señor, enséñame a valorar tu amor y a vivir bajo tu amparo
4ª Estación:
Encuentro con la Virgen
La virgen María, al ver a Jesús, recuerda las palabras mencionadas por Simeón cuando fue presentado en el templo.
María consuela el corazón humano frente a las injusticias.
Oremos juntos: Madre de Dios y madre nuestra, ayúdame a confiar, a pesar de todo pronóstico.
5ª Estación:
el Cirineo ayuda al Señor a llevar la Cruz
Cuando el dolor se comparte, se incrementan las fuerzas
Ser cristiano es comprometerse con el reino de los cielos, capaces de mostrar el rostro de Jesús en todo momento.
Oremos juntos: Señor, agudiza mis sentidos para estar atento a la necesidad de mi hermano.
6ª Estación:
La Verónica enjuga el rostro de Jesús
Conserva tu mirada fija en Jesús y confía en su dirección.
Tener claro el propósito para no apartar la mirada de Jesús, es responder como lo hizo aquel hombre a san Juan María Vianney cuando le preguntó: – ¿Qué haces tanto rato quieto en la iglesia, junto al sagrario? El anciano responde:
– Yo le miro y Él me mira.
Oremos juntos: Señor, permíteme ver el mundo como tú lo ves.
7ª Estación:
Segunda caída en el camino de la Cruz
La vida no es una línea recta, las caídas nos recuerdan nuestra fragilidad.
No importa cuantas caídas se experimenten, lo valioso es hallar en ellas la misericordia de Dios que siempre nos levanta.
Oremos juntos: Señor, ayúdame a extender la mano para ayudar.
8ª Estación:
Jesús consuela a las hijas de Jerusalén
«Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos» (Lc 23,28)
Jesús comprende bien nuestra aflicción.
Oremos juntos: Señor, gracias porque nunca eres indiferente frente mi dolor.
9ª Estación:
Jesús cae por tercera vez
“Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero” (Is 53,7)
La humildad es la llave que abre el corazón de Dios.
Oremos juntos: Concédenos, señor, la virtud de la humildad.
10ª Estación:
Jesús despojado de sus vestiduras
“Revístanse de sentimientos de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia”. Col 3, 12
Es tarea permanente despojarnos de los pecados que nos alejan de Dios.
Oremos juntos: Señor, dame la gracia de soltar todo aquello que me está atando y me impide avanzar.
11ª Estación:
Jesús es clavado en la Cruz
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34)
Lo que humanamente es imposible perdonar, en Dios es posible.
Oremos juntos: Señor, dame la gracia de perdonar lo imperdonable
12ª Estación:
Jesús muere en la Cruz
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc 15,34)
Dios ama y sostiene en medio del silencio, sobre todo, en los momentos en que sentimos está ausente
Oremos juntos: Señor, dame la certeza de saberme amado, sobre todo en los momentos que más necesito de ti.
13ª Estación:
Jesús es bajado de la cruz
“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24)
La muerte gloriosa de Cristo es el signo más grande de nuestra fe.
Oremos juntos: Señor, quiero agradarte y honrarte con mi vida como prenda de gratitud por tu infinito amor hacia mí.
14ª Estación:
Jesús puesto en el sepulcro
“Está cumplido” (Jn 19,30)
El sepulcro no es el final, es el comienzo.
Oremos juntos: Señor, respáldame para contar todas las maravillas de lo que he visto y he oído.
Oración final
El Cuerpo y la Sangre de Cristo nos salvaron y hoy nos siguen salvando
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
Oh mi buen Jesús, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos.
Amén.
