Evangelio del Hoy Padre Carlos Yepes
Para escuchar el evangelio de hoy Evangelio del día de hoy 13 abril 2025 – padre carlos yepes y la reflexión puedes darle clic al siguiente video.
Primera lectura de hoy
Isaίas 50, 4-7
En aquel entonces, dijo Isaías:
«El Señor me ha dado una lengua experta,
para que pueda confortar al abatido
con palabras de aliento.
Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído,
para que escuche yo, como discípulo.
El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras
y yo no he opuesto resistencia
ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
la mejilla a los que me tiraban de la barba.
No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.
Pero el Señor me ayuda,
por eso no quedaré confundido,
por eso endurecí mi rostro como roca
y sé que no quedaré avergonzado».
Salmo del día de hoy
Salmo 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24
R. (2a) Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Todos los que me ven, de mí se burlan;
me hacen gestos y dicen:
«Confiaba en el Señor, pues que él lo salve;
si de veras lo ama, que lo libre».
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Los malvados me cercan por doquiera
como rabiosos perros.
Mis manos y mis pies han taladrado
y se puedan contar todos mis huesos.
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Reparten entre sí mis vestiduras
y se juegan mi túnica a los dados.
Señor, auxilio mío, ven y ayudarme,
no te quedes de mí tan alejado.
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alábenlo;
glorifiquenlo, linaje de Jacob,
témelo, estirpe de Israel.
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Segunda lectura del día de hoy
Filipenses 2, 6-11
Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo,
y se hizo semejante a los hombres.
Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Evangelio del día de hoy
Lucas 23, 1-49
En aquel tiempo, el consejo de los ancianos, con los sumos sacerdotes y los escribas, se levantaron y llevaron a Jesús ante Pilato. Entonces comenzaron a acusarlo, diciendo: «Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación y oponiéndose a que se pague tributo al César y diciendo que él es el Mesías rey».
Pilato preguntó a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Él le contestó: «Tú lo has dicho». Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba: «No encuentro ninguna culpa en este hombre». Ellos insistían con más fuerza, diciendo: «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí». Al oír esto, Pilato preguntó si era galileo, y al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió, ya que Herodes estaba en Jerusalén precisamente por aquellos días.
Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, porque hacía mucho tiempo que quería verlo, pues había oído hablar mucho de él y esperaba presenciar algún milagro suyo. Le hizo muchas preguntas, pero él no le contestó ni una palabra. Estaban ahí los sumos sacerdotes y los escribas, acusándolo sin cesar. Entonces Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él, y le mandó poner una vestidura blanca. Después se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes eran enemigos.
Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, y les dijo: «Me han traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; pero yo lo he interrogado delante de ustedes y no he encontrado en él ninguna de las culpas de que lo acusan. Tampoco Herodes, porque me lo ha enviado de nuevo. Ya ven que ningún delito digno de muerte se ha probado. Así pues, le aplicaré un escarmiento y lo soltaré».
Con ocasión de la fiesta, Pilato tenía que dejarles libre a un preso. Ellos vociferaron en masa, diciendo: «¡Quita a ése! ¡Suéltanos a Barrabás!» A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio.
Pilato volvió a dirigirles la palabra, con la intención de poner en libertad a Jesús; pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» Él les dijo por tercera vez: «¿Pues qué ha hecho de malo? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte; de modo que le aplicaré un escarmiento y lo soltaré». Pero ellos insistían, pidiendo a gritos que lo crucificara. Como iba creciendo el griterío, Pilato decidió que se cumpliera su petición; soltó al que le pedían, al que había sido encarcelado por revuelta y homicidio, y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.
Mientras lo llevaban a crucificar, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo obligaron a cargar la cruz, detrás de Jesús. Lo iba siguiendo una gran multitud de hombres y mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraban por él. Jesús se volvió hacia las mujeres y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren por ustedes y por sus hijos, porque van a venir días en que se dirá: ‘¡Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado!’ Entonces dirán a los montes: ‘Desplómense sobre nosotros’, y a las colinas: ‘Sepúltennos’, porque si así tratan al árbol verde, ¿qué pasará con el seco?»
Conducían, además, a dos malhechores, para ajusticiarlos con él. Cuando llegaron al lugar llamado «la Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía desde la cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Los soldados se repartieron sus ropas, echando suertes.
El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido». También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: «Éste es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: «Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro le reclamaba indignado: «¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho». Y le decía a Jesús: «Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí». Jesús le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso».
Era casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se oscureció el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad. Jesús, clamando con voz potente, dijo: «¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!» Y dicho esto, expiró.
Aquí se arrodillan todos y se hace una breve pausa.
El oficial romano, al ver lo que pasaba, dio gloria a Dios, diciendo: «Verdaderamente este hombre era justo». Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, mirando lo que ocurría, se volvió a su casa dándose golpes de pecho. Los conocidos de Jesús se mantenían a distancia, lo mismo que las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, y permanecían mirando todo aquello.
Reflexión del Evangelio de Hoy 13 abril 2025
Enseñanzas del domingo de Ramos
1). El ser humano es cambiante, solo Dios es fiel
2). No te desanimes ni dejes de hacer el bien, cuando los tuyos te abandonen en la adversidad.
3). ¡La vida solo se conquista y se gana entregándola y perdiéndola cada día!
Propósito: Señor, dame una gracia de vivir en conciencia una buena Semana Santa