Evangelio del día
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Hebreos 5,7-9
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado.
Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Palabra de Dios, te alabamos Señor.
Salmo (31) 30
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí.
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame.
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen.
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles, y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos.
Sálvame, Señor, por tu misericordia.
San Juan 19,25-27:
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Tres ideas centrales del evangelio por el padre Carlos Yepes
Los dolores de María.
1). María, guardaba todo en su corazón.
2). Meditar en los dolores de María es depositar toda la confianza en Dios.
3). Para María, la muerte no es la última palabra.
Propósito: Pídele a María que te ayude a cargar tus cruces.