Evangelio del día
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Colosenses 1,24-2,3:
Hermanos: Me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro, asignándome la tarea de anunciaros a vosotros su mensaje completo: el misterio que Dios ha tenido escondido desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a su pueblo santo. Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y riqueza que este misterio encierra para los gentiles: es decir, que Cristo es para vosotros la esperanza de la gloria.
Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para que todos lleguen a la madurez en su vida cristiana: esta es mi tarea, en la que lucho denodadamente con la fuerza poderosa que él me da. Quiero que tengáis noticia del empeñado combate que sostengo por vosotros y los de La odisea, y por todos los que no me conocen personalmente. Busco que tengan ánimos y estén compactos en el amor mutuo, para conseguir la plena convicción que da el comprender y que capten el misterio de Dios. Este misterio es Cristo, en quien están encerrados todos los tesoros del saber y el conocer.
Salmo 62
De Dios viene mi salvación y mi gloria.
Descansa en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar; no vacilaré.
Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio.
San Lucas 6,6-11:
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los letrados y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: –Levántate y ponte ahí en medio. Él se levantó y se quedó en pie. Jesús les dijo: –Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir? Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: –Extiende el brazo. Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido. Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.
Ideas centrales del evangelio por el padre Carlos Yepes
Hoy descubrimos, que a veces nos apoyamos en la seguridad que dan las leyes, para dejar de hacer el bien a los demás.
Cuantas veces un servidor público, o la política de una empresa privada, nos dicen, para negar un servicio, un favor, un bien a una persona: “por política de esta empresa, por horarios de esta entidad pública no podemos ayudar”.
Jesús nos señala: que ninguna ley, ninguna excusa, puede servirnos a nosotros para negar el amor, la salud, la bendición a otro ser humano.
En definitiva, quiere mostrarnos que la ley suprema en el mundo debe ser la del amor y no la de las políticas creadas por los hombres, con fuerte carga ideológica y de conveniencia de grupo o conveniencia o intereses personales.