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Evangelio De Hoy l Padre Carlos Yepes I martes 17 agosto 2021

Evangelio del día 

Para escuchar el evangelio y la reflexión puedes darle clic al video

Jueces 6,11-24a:

En aquellos días, el ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofrá, propiedad de Joá de Abiezer, mientras su hijo Gedeón estaba trillando trigo a látigo en el lagar, para esconderse de los madianitas. El ángel del Señor se le apareció y le dijo: -El Señor está contigo, valiente. Gedeón respondió:
-Perdón; si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos prodigios que nos contaban nuestros padres: “¿De Egipto nos sacó el Señor?” La verdad es que ahora el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado a los madianitas. El Señor se volvió a él y le dijo: -Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los madianitas. ¡Yo te envío! Gedeón replicó: -Perdón; ¿cómo puedo yo librar a Israel? Precisamente mi familia es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño en casa de mi padre. El Señor contestó: -Yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre. Gedeón insistió: -Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien habla conmigo. No te vayas de aquí hasta que yo vuelva con una ofrenda y te la presente. El Señor dijo: -Aquí me quedaré hasta que vuelvas. Gedeón marchó a preparar un cabrito y unos panes ázimos con media fanega de harina; colocó luego la carne en la cesta y echó el caldo en el puchero; se los llevó al Señor y se los ofreció bajo la encina. El ángel del Señor le dijo: -Coge la carne y los panes ázimos, colócalos sobre esta roca y derrama el caldo. Así lo hizo. Entonces el ángel del Señor alargó el cayado que llevaba, tocó la carne y los panes, y se levantó de la roca una llamarada que los consumió. Y el ángel del Señor desapareció de su vista. Cuando Gedeón vio que se trataba del ángel del Señor, exclamó: – ¡Ay, Dios mío!, que he visto el ángel del Señor cara a cara. Pero el Señor le dijo: – ¡Paz! No temas, no morirás. Entonces Gedeón levantó allí un altar al Señor y le puso el nombre de «Señor de la Paz».

Salmo 85

El Señor anuncia la paz a su pueblo.

Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón.»

La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra y la justicia mira desde el cielo.

El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

San Mateo 19,23-30:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Creedme: difícilmente entrará un rico en el Reino de los Cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de los Cielos.
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: -Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús se les quedó mirando y les dijo: -Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo. Entonces le dijo Pedro: -Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos va a tocar? Jesús les dijo: “cuando llegue la renovación, y el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos, para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros”.

Ideas centrales del evangelio por el padre Carlos Yepes

Jesús nos presenta la riqueza, como un obstáculo para entrar al Reino de los Cielos, pero no es la riqueza en sí misma, es la actitud del corazón humano frente a la riqueza, cuando de alguna manera nos seduce, nos fascina de tal manera que el corazón del hombre se vuelve egoísta, avaro, mezquino, incapaz de donación y de dar a nadie.

Esto nos tiene que poner en guardia a nosotros, y alertarnos más allá de que tengamos muchos o pocos bienes materiales, que no coloquemos la fuerza de nuestra vida en ellos, porque no nos dará la salvación del alma, ni nos permitirá superar el misterio, el umbral de la muerte.

Jesús no puede ser más explícito en esta doble promesa bendición, el relativizar los bienes de esta tierra y los afectos humanos, nos dará como premio, recibir cien veces más el céntuplo, también en bienes materiales, con un corazón desposeído y en afectos humanos, pero además la gran promesa, recibirá la vida eterna con Dios.

Cuando a veces vivimos tan apegados, cuando nos sentimos como tan esclavos de los bienes, trabajando, afanándonos, apurándonos, cansándonos, trasnochando, desvelados por ellos, Jesús nos dice: “ten bienes materiales, pero manéjalos con libertad, y a la hora de colocar en el mismo fiel de la balanza, el Reino de los Cielos y los bienes temporales, darle el primer lugar a Dios, así recibirás la gran bendición de bienes centuplicados y la vida eterna”.

 

 

 

 

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