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Evangelio de hoy l padre Carlos Yepes l miércoles 3 de febrero 2021

Hebreos 12,4-711-15

Hermanos: todavía no han llegado a la sangre en su pelea contra el pecado, y han olvidado la exhortación paternal que les dieron: «Hijo mío. no rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su reprensión: porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos».

Ustedes soportan la prueba para su corrección, porque Dios los trata como a hijos, pues ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella. Por eso, fortalezcan las manos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes, y caminen por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura. Busquen la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor. Procuren que nadie se quede sin la gracia de Dios, y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño, contaminando a muchos.

Salmo 1O3(1O2), 1bc-2. 13-14. 17-18a

La misericordia del Señor dura por siempre, para aquellos que le temen.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía al Señor, y no olvides sus beneficios. R/.

Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por los que le temen, porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro R/.

La misericordia del Señor dura desde siempre y por siempre, para aquellos que le temen: su justicia pasa de hijos a nietos: para los que guardan la alianza R/.

Marcos 6,1-6

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga, la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?». Y se escandalizaban a cuenta de Él. Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa». No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

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