CUIDAR EL CORAZÓN: CREA EN MI, ¡OH DIOS! UN CORAZÓN QUE TRASCIENDA Y MIRE HACIA LA VIDA ETERNA.
Enséñame, Señor, a comprender la pequeñez de lo terreno, la grandeza de lo divino, la brevedad de esta vida y la eternidad de la futura.
Señor y Dios mío:
En tus manos abandono lo pasado y lo presente y lo futuro, lo pequeño y lo grande, lo poco y lo mucho, lo temporal y lo eterno.
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Oración de la noche, ideal para descansar en los brazos de Dios.