Dios, te alabo y te bendigo por inclinar tu oído para escucharme
Gracias, padre de bondad porque no solamente nos escuchas, sino que también nos acompañas y nos rescatas. Así como lo hiciste con Moisés y tu pueblo de Israel cuando les dijiste “He bajado, para salvarlos del poder de los egipcios; voy a sacarlos de ese país y a llevarlos a una tierra grande y buena, donde la leche y la miel corren como el agua” Éxodo 3, 8
A ti, Señor, sea la gloria eternamente.
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Oración de la noche, ideal para descansar en los brazos de Dios.