Alegrarse, don de Dios.
Él nos llena de alegría y bienes. Su alegría es nuestra fuerza.
La alegría verdadera no es fruto de nuestro esfuerzo, si no viene del Espíritu Santo.
Estad alegres, porque nuestra vida procede de Dios.
Benedicto 16, catequesis 2005.
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Oración de la noche, ideal para descansar en los brazos de Dios.