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Fiesta de la Divina Misericordia 2024

Misericordia de amor infinito

La fiesta de la Divina Misericordia se celebra ocho días después del Domingo de Resurrección. El papa Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina kowalska, monja polaca a quien Dios le reveló esta devoción.

Santa Faustina escribió un diario con todas las revelaciones privadas que Dios iba tejiendo en su interior con el fin de que la humanidad entera asistiera a la fuente de su infinita Misericordia. Allí se plantean varias promesas y detalles de esta poderosa devoción que se revelaría más adelante de manera pública para el beneficio de todos.

La Fiesta de la Divina Misericordia es una de las más queridas por la piedad popular. En ella se confía la vida de quien necesita sentirse profundamente amado por Dios y quiere beber de su bondad infinita, pues como se menciona en el libro del profeta Isaías “El Señor los espera, para tener misericordia de ustedes; él está ansioso por mostrarles su amor, porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que esperan en él!” Isaías 30,18

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Jesús quiso manifestarse por medio de esta joven monja para puntualizar en la misericordia de su amor. En la Sagradas Escrituras se nos habla en numerosos apartes sobre este tema; sin embargo, se puede decir que Dios quiere tener mayor profundidad sobre este eje, para no caer en el error de no tener las suficientes herramientas que expliquen la inmensidad de su amor, pero, de manera especial, los múltiples caminos que cada uno puede experimentar al acogerse al misterio del Sagrado Corazón de Jesús desde donde brota toda su misericordia.

Durante su vida pública, Jesús, acostumbraba enseñar a los discípulos, se los explicaba todo por medio de parábolas y actuaba siempre dando ejemplo del obrar cristiano. En sus exhortaciones decía: “Sean ustedes misericordiosos, como también su Padre es misericordioso”.  Lucas 6, 36

San Faustina, por su parte, manifiesta en su diario por inspiración divina, estas palabras: “Exijo de ti obras de Misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte”. (Diario 742).

Junto a esta devoción surge, también, una imagen revelada por parte de Cristo a Santa Faustina, imagen que veneramos hoy en el mundo entero y en la que hallamos gran consuelo. Ella narra en su diario: 
Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir, y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. En silencio, atentamente miraba al Señor, mi alma estaba llena del temor, pero también de una gran alegría. Después de un momento, Jesús me dijo: «Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: ‘Jesús, en Ti confío.’
“Los rayos de luz de la imagen representan la Sangre y el Agua que brotaron de lo íntimo de Mi misericordia cuando, en la Cruz, Mi corazón fue abierto con la lanza.
Faustina Kowalska, Diario.

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Oración de Sor Faustina para obtener la gracia de ser misericordiosos con los demás

Deseo transformarme en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti, ¡Oh, Señor! Que este más grande atributo de Dios, es decir, Su insondable misericordia, pase a través de mi corazón y mi alma al prójimo.

Ayúdame Señor, a que mis ojos sean misericordiosos para que yo jamás sospeche o juzgue según las apariencias, sino que juzgue lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle.

Ayúdame Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.

Ayúdame Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás critique a mi prójimo sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos.

Ayúdame Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer solo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas.

Ayúdame Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.

Ayúdame Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo misma me encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que Tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí.

Señor mío, transfórmame en Tí, porque Tú lo puedes todo (Diario 163).

 

 

 

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