Laudes
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¡Señor, abre mis labios!
¡Y mi boca proclamará tu alabanza!
Salmo 66
Que todos los pueblos alaben al Señor
Venid, adoremos a Jesucristo, Rey de reyes.
El señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros, conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
Venid, adoremos a Jesucristo, Rey de reyes.
Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Venid, adoremos a Jesucristo, Rey de reyes.
Que canten de alegría las naciones porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.
Venid, adoremos a Jesucristo, Rey de reyes.
Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Venid, adoremos a Jesucristo, Rey de reyes.
La tierra ha dado su fruto nos bendice el Señor nuestro Dios, que Dios nos bendiga, que le teman hasta los confines del orbe.
Venid, adoremos a Jesucristo, Rey de reyes.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
Venid, adoremos a Jesucristo, Rey de reyes.
Himno
Oh, Jesucristo, Redentor de todos, que, antes de que la luz resplandeciera,
naciste de tu Padre soberano con gloria semejante a la paterna.
Tú que eres luz y resplandor del Padre y perpetua esperanza de los hombres,
escucha las palabras que tus siervos elevan hasta ti de todo el orbe.
La tierra, el mar, el cielo y cuanto existe bajo la muchedumbre de sus astros
rinden tributo con un canto nuevo a quien la nueva salvación nos trajo.
Y nosotros, los hombres, los que fuimos lavados con tu sangre sacratísima,
celebramos también, con nuestros cantos y nuestras alabanzas, tu venida.
Gloria sea al divino Jesucristo, que nació de tan puro y casto seno, y gloria igual al Padre y al Espíritu por infinitos e infinitos tiempos.
Amén.
Salmodia
Mirad el varón que se llama Germen; se sentará en su trono para reinar y anunciará la paz a las naciones.
Salmo 62,2-9
Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Mirad el varón que se llama Germen; se sentará en su trono para reinar y anunciará la paz a las naciones.
Se mostrará grande hasta los confines de la tierra; y éste será nuestra paz.
Cántico
Daniel 3,57-88.56
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Se mostrará grande hasta los confines de la tierra; y éste será nuestra paz.
El Señor le dio poder real y dominio: todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán.
Salmo 149:
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
El Señor le dio poder real y dominio: todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán.
Lectura breve
Ef 4,15-16
Realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia Él, que es la cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas que lo nutren, actuando a la medida de cada parte, se procura el crecimiento del cuerpo, para construcción de sí mismo en el amor.
Responsorio breve
V/. Tus santos, Señor, confiesen la gloria de tu reinado.
R/. Tus santos, Señor, confiesen la gloria de tu reinado.
V/. Y proclamen tu poder.
R/. Confiesen la gloria de tu reinado.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Tus santos, Señor, confiesen la gloria de tu reinado.
Cántico Evangélico
El primogénito de entre los muertos y príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino para Dios, su Padre. Aleluya.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
El primogénito de entre los muertos y príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino para Dios, su Padre. Aleluya.
Preces
Oremos, hermanos, a Cristo Rey, que es anterior a todo, y en quien todo se mantiene unido, y pidamos:
Venga a nosotros tu reino, Señor
Cristo salvador, tú que eres nuestro Dios y Señor, nuestro rey y pastor, conduce a tu pueblo hacia los pastos de vida.
Venga a nosotros tu reino, Señor
Buen Pastor, que diste tu vida por las ovejas,
guíanos, y nada nos faltará.
Venga a nosotros tu reino, Señor
Redentor nuestro, que has sido establecido rey sobre toda la tierra,
haz que sean recapituladas en ti todas las cosas.
Venga a nosotros tu reino, Señor
Rey del universo, que viniste al mundo para ser testigo de la verdad,
haz que todos los hombres reconozcan tu absoluta primacía.
Venga a nosotros tu reino, Señor
Modelo y Maestro nuestro, que nos has trasladado a tu reino,
haznos hoy santos, sin mancha y sin reproche en tu presencia.
Venga a nosotros tu reino, Señor
Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración final
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, haz que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien libranos de todo peligro oh, Virgen Gloriosa y bendita.