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Laudes I oración de la mañana I jueves 22 julio 2021

Laudes

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¡Señor, abre mis labios!
¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 94:

Invitación a la alabanza divina.
Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las cimas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Ojalá escuchéis hoy su voz: No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masah en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso.
Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Himno:

Al levantarse la aurora con la luz pascual de Cristo, la Iglesia madrugadora te pregunta: «¿A quién has visto?»

«¿Por qué lloras en el huerto? ¿A quién buscas?». A mi amado. Buscando al que estaba muerto, lo encontré resucitado.

Me quedé sola buscando, alas me daba el amor, y, cuando estaba llorando, vino a mi encuentro el Señor.

Vi a Jesús resucitado, creí que era el jardinero; por mi nombre me ha llamado, no le conocí primero.

Él me libró del demonio, yo le seguí hasta la cruz, y dí el primer testimonio de la Pascua de Jesús.

Haznos, santa Magdalena, audaces en el amor, irradiar la luz serena de la Pascua del Señor.

Gloria al Padre omnipotente, gloria al Hijo redentor, gloria al Espíritu Santo: tres personas, un solo Dios.

¡Amén!

Salmodia

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro.
Salmo 62, 2-9:
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro.

Mi corazón arde; deseo ver a mi Señor; lo busco y no sé dónde lo han puesto.
Cántico:
Daniel 3,57-88.56
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Mi corazón arde; deseo ver a mi Señor; lo busco y no sé dónde lo han puesto.

María, mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados.

Salmo 149:

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos.

Para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

María, mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados.

Lectura breve:

Rm 12,1-2
Os exhorto hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; este es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Responsorio breve:

María, no llores más, el Señor ha resucitado de entre los muertos.
María, no llores más, el Señor ha resucitado de entre los muertos.
Ve a mis hermanos y diles:
El Señor ha resucitado de entre los muertos.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
María, no llores más, el Señor ha resucitado de entre los muertos.

Cántico evangélico

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a Maria Magdalena, de la que había echado siete demonios.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre: Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a Maria Magdalena, de la que había echado siete demonios.

Preces:

Unidos, hermanos, a las mujeres santas, aclamemos a nuestro Salvador, y supliquémosle, diciendo:
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesús, que perdonaste a la mujer pecadora sus muchos pecados, porque tenía mucho amor, perdónanos también a nosotros, pues hemos pecado mucho.
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesús, a quien servían en el camino las piadosas mujeres, concédenos que sigamos tus pasos.
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesús, Maestro bueno, a quien María escuchaba y Marta servía, concédenos servirte siempre con fe y amor.
Ven, Señor Jesús.
Señor Jesús, que llamaste hermano, hermana y madre a todos los que cumplen tu voluntad, haz que todos nosotros la cumplamos siempre de palabra y obra.
Ven, Señor Jesús.

Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos, hoy, nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

Oración final:

Señor, Dios nuestro, Cristo, tu Unigénito, confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual; concédenos a nosotros, por la intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebramos, anunciar siempre a Cristo resucitado y verle un día glorioso en el reino de los cielos.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

¡Amén!

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.
¡Amén!

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza; a ti Celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día: alma, vida y corazón; mírame con compasión, no me dejes Madre mía.

¡Amén!

 

 

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