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Laudes – oración de la mañana – jueves 25 mayo 2023

Laudes

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V/ Señor, abre mis labios.
R/ Y mi boca proclamará tu alabanza.

Salmo 99

Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo. Aleluya.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo. Aleluya.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo. Aleluya.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo. Aleluya.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo. Aleluya.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que nos prometió el Espíritu Santo. Aleluya.

Himno
Contigo sube el mundo cuando subes,
y al son de tu alegría matutina
nos alzamos los muertos de las tumbas;
salvados respiramos vida pura,
bebiendo de tus labios el Espíritu.

Cuanto la lengua a proferir no alcanza
tu cuerpo nos lo dice, ¡oh Traspasado!
Tu carne santa es luz de las estrellas,
victoria de los hombres, fuego y brisa,
y fuente bautismal, ¡oh Jesucristo!

Cuanto el amor humano sueña y quiere,
en tu pecho, en tu médula, en tus llagas
vivo está, ¡oh Jesús glorificado!
En ti, Dios fuerte, Hijo primogénito,
callando, el corazón los gusta y siente.

Lo que fue, lo que existe, lo que viene,
lo que en el Padre es vida incorruptible,
tu cuerpo lo ha heredado y nos lo entrega.
Tú nos haces presente la esperanza,
tú que eres nuestro hermano para siempre.

Cautivos de tu vuelo y exaltados
contigo hasta la diestra poderosa,
al Padre y al Espíritu alabamos;
como espigas que doblan la cabeza
los hijos de la Iglesia te adoramos. Amén.

Salmodia

Ant: Cantaremos mientras danzamos: «todas mis fuentes están en ti, ciudad de Dios». Aleluya.

Salmo 86:

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»

Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Este ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Cantaremos mientras danzamos: «todas mis fuentes están en ti, ciudad de Dios». Aleluya.

Ant: Como un pastor, reúne su rebaño, toma en brazos los corderos. Aleluya.
Isaías 40, 10-17:

Mirad, el Señor Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario,
y su recompensa lo precede.

Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.

¿Quién ha medido a puñados el mar
o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?

¿Quién ha pesado en la balanza los montes
y en la báscula las colinas?
¿Quién ha medido el aliento del Señor?
¿Quién le ha sugerido su proyecto?

¿Con quién se aconsejó para entenderlo,
para que le enseñara el camino exacto,
para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?

Mirad, las naciones son gotas de un cubo
y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano,
el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.

En su presencia, las naciones todas
como si no existieran,
valen para él nada y vacío.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Como un pastor, reúne su rebaño, toma en brazos los corderos. Aleluya.

Ant: El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos. Aleluya.

Salmo 98

El Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra.

El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.

Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.

Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón,
y un Dios vengador de sus maldades.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos. Aleluya.

Rm 8,10-11

Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

Responsorio breve
V/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V/. El que por nosotros colgó del madero.
R/. Aleluya. Aleluya.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.

Cántico Evangélico
Ant: Id al mundo y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Aleluya.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Id al mundo y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Aleluya.

Preces
Bendigamos a Cristo, el Señor, por quien podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu, y supliquémosle, diciendo:

Cristo, óyenos
● Envía tu Espíritu, huésped deseado de las almas, y haz que nunca lo pongamos triste.
Cristo, óyenos
● Tú que resucitaste de entre los muertos y estás sentado a la derecha de Dios,
intercede siempre en nuestro favor ante el Padre.
Cristo, óyenos
● Haz que el Espíritu nos mantenga unidos a ti,

para que ni la aflicción, ni la persecución, ni los peligros nos aparten nunca de tu amor.
Cristo, óyenos
● Enséñanos a acogernos mutuamente,
como tú nos acogiste para gloria de Dios.

Cristo, óyenos

Acudamos ahora a nuestro Padre celestial, diciendo:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Final
Que tu Espíritu, Señor, nos penetre con su fuerza, para que nuestro pensar te sea grato y nuestro obrar concuerde con tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Dulce Madre no te alejes,
tú vista de nosotros no apartes,
ven con nosotros a todas partes
y solos nunca nos dejes
y ya que nos amas tanto
como verdadera madre que eres
haz que nos bendiga el Padre, Hijo y el Espíritu Santo.
Amén.

 

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