Laudes
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V/ Señor, abre mis labios.
R/ Y mi boca proclamará tu alabanza.
Invitatorio
Salmo 66
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
Se repite la antífona
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Se repite la antífona
Que canten de alegría las naciones, porque riges al mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.
Se repite la antífona
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Se repite la antífona
La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga, que le teman hasta los confines del orbe.
Se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Se repite la antífona
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Himno: CRISTO, CABEZA, REY DE LOS PASTORES.
Cristo, cabeza, rey de los pastores, el pueblo entero, madrugando a fiesta,
canta a la gloria de tu sacerdote himnos sagrados.
Con abundancia de sagrado crisma, la unción profunda de tu Santo Espíritu
lo armó guerrero y lo nombró en la Iglesia jefe del pueblo.
El fue pastor y forma del rebaño, luz para el ciego, báculo del pobre, padre común, presencia providente, todo de todos.
Tú que coronas sus merecimientos, danos la gracia de imitar su vida, y al fin, sumisos a su magisterio, danos su gloria. Amén.
Salmo 41: Deseo del Señor y ansias de contemplar el templo
Ant: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan noche y día. mientras todo el día me repiten: «¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos, y desahogo mi alma conmigo: cómo marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja, te recuerdo desde el Jordán y el Hermón y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima con voz de cascadas: tus torrentes y tus olas me han arrollado.
De día el Señor me hará misericordia, de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida.
Diré a Dios: «Roca mía, ¿por qué me olvidas? ¿Por qué voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?»
Se me rompen los huesos por las burlas del adversario; todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
Ant: Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Eclesiático 36,1-7.13-16: Súplica en favor de la ciudad santa de Jerusalén
Sálvanos, Dios del universo, infunde tu terror a todas las naciones; amenaza con tu mano al pueblo extranjero, para que sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos, muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos: para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos, exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas las tribus de Jacob y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre, de Israel, a quien nombraste tu primogénito;
ten compasión de tu ciudad santa, de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad, y al templo, de tu gloria.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.
Ant: Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
Salmo 18 A: Alabanza al Dios creador del universo
El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.
Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol: él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo: nada se libra de su calor.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
Lectura
Hb 13,7-9a
Acordaos de vuestros dirigentes, que os anunciaron la palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe. Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre. No os dejéis arrastrar por doctrinas complicadas y extrañas.
Responsorio Breve
V/. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R/. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V/. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del Señor.
R/. He colocado centinelas.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
Cántico Ev.
Ant: Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.
Preces
Demos gracias a Cristo, el buen Pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle, diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor
– Señor Jesucristo, que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,
haz que por ellos continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Apacienta a tu pueblo, Señor
– Señor Jesucristo, que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo,
no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Apacienta a tu pueblo, Señor
– Señor Jesucristo, que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,
haz que nunca falten a tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.
Apacienta a tu pueblo, Señor
– Señor Jesucristo que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,
haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Apacienta a tu pueblo, Señor
Ya que somos hijos de Dios, oremos a nuestro Padre como Cristo nos enseñó
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Señor Dios, que has iluminado a la Iglesia con los ejemplos y las enseñanzas de san Basilio Magno y san Gregorio de Nacianzo, haz que busquemos humildemente tu verdad y que, viviendo según esta verdad, crezcamos en el amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.