Laudes
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V/. -Señor, Abre mis labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 99
Himno
La bella flor que el suelo plantada se vio marchita ya torna, ya resucita, ya su olor inunda el cielo.
De tierra estuvo cubierta, pero no fructificó del todo, hasta que quedó
en un árbol seco injerta. Y, aunque a los ojos del suelo se puso después marchita, ya torna, ya resucita, ya su olor inunda el cielo.
Todo es de flores la fiesta, flores de finos olores, más no se irá todo en flores, porque flor de fruto es ésta. Y, mientras su Iglesia grita mendigando algún consuelo, ya torna, ya resucita, ya su olor inunda el cielo.
Que nadie se sienta muerto cuando resucita Dios, que, si el barco llega al puerto, llegamos junto con vos. Hoy la Cristiandad se quita sus vestidos de duelo. Ya torna, ya resucita, ya su olor inunda el cielo. Amén.
Salmodia
Ant. 1 Se alegrarán los que se acogen a ti. Aleluya.
Salmo 5
Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso a mis gritos de auxilios, rey mío y Dios mío.
A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás, mi voz, por la mañana te expongo mi causa, y me quedo aguardando.
Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor.
Pero yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa, me postraré ante tu templo Santo con toda reverencia.
Señor, guíame con tu justicia, porque tengo enemigos; alláname tu camino.
En su boca no hay sinceridad, su corazón es perverso; su garganta es un sepulcro abierto, mientras halagan con la lengua.
Que se alegren los que se acogen a ti, con júbilo eterno; protégelos, pera que se llenen de gozo los que aman tu nombre.
Por que tu, Señor, bendices al justo, y como un escudo lo rodea tu favor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 1 Se alegrarán los que se acogen a ti. Aleluya.
Ant. 2 Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, tú eres rey y soberano de todo. Aleluya.
Cántico. 1Cro. 29,10-13
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padre Israel, por los siglos de los siglos.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra, tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria, tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza, tú engrandeces y confortas a todos.
Por eso, Dios nuestro, nosotros te damos gracias, alabando tu nombre glorioso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 2 Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, tú eres rey y soberano de todo. Aleluya.
Ant. 3 El Señor se sienta como rey eterno. Aleluya.
Salmo 28
Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. La voz del Señor sobre las aguas, el Dios de la gloria hace oír su trueno, el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica, la voz del Señor descuaja los cedros, el Señor descuaja los cedros de Líbano.
Hace brincar al Líbano como un novillo, al Sarión como una cría de búfalo.
La voz del Señor lanza llamas de fuego, la voz de Señor sacude el desierto, él sacude el desierto de Cadés.
La voz del Señor retuerce los robles, el Señor descorteza las selvas. En su templo un grito unánime: ¡Gloria!
El trono del Señor está encima de la tempestad, el Señor se sienta como rey eterno. El Señor da fuerza a su pueblo, el Señor bendice a su pueblo con paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. 3 El Señor se sienta como rey eterno. Aleluya.
Lectura Rm 10, 8b-10
«Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón», es decir, el mensaje de la fe que nosotros predicamos. Porque, si proclamas con tu boca a Jesús como Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón creemos para obtener la justificación y con la boca hacemos profesión de nuestra fe para
alcanzar la salvación.
Responsorio
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. El que por nosotros colgó de madero.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
Cántico Evangélico
Ant. Aquel que me ama será amado por mi Padre; yo también lo amaré, y a él me daré a conocer. Aleluya.
Cántico de Zacarías Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aquel que me ama será amado por mi Padre; yo también lo amaré, y a él me daré a conocer. Aleluya.
Preces
Glorifiquemos a Cristo, a quien el Padre ha enaltecido dándole en herencia todas las naciones, y digámosle suplicantes:
Por tu victoria, sálvanos, Señor
-Oh Cristo, que en tu victoria destruiste el poder del abismo, borrando el pecado y la muerte, haz que también nosotros venzamos hoy el pecado.
Por tu victoria, sálvanos, Señor
-Tú que alejaste de nosotros la muerte y nos has dado nueva vida, concédenos andar hoy por la senda de tu vida nueva.
Por tu victoria, sálvanos, Señor
-Tú que diste vida a los muertos, haciendo pasar a la humanidad entera de muerte a vida, concede a cuantos se relacionen hoy con nosotros el don de la vida eterna.
Por tu victoria, sálvanos, Señor
-Tú que llenaste de confusión a los que custodiaban tu sepulcro y alegraste a los discípulos con tus apariciones, llena de gozo a cuantos te sirven
Por tu victoria, sálvanos, Señor
Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el Señor:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración.
Señor Dios, que unes en un mismo sentir los corazones de los que te aman, impulsa a tu pueblo a amar lo que pides y a desear lo que prometes, para que, en medio de la inestabilidad de las cosas humanas, estén firmemente anclados nuestros corazones en el deseo de la verdadera felicidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Conclusión.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.