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Laudes – oración de la mañana – lunes 29 abril 2024

Laudes

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V/ Señor, abre mis labios.
R/ Y mi boca proclamará tu alabanza.

Laudes

V/. -Señor, Abre mis labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.

Salmo 94: Invitación a la alabanza divina

Ant: Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Ant: Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Ant: Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ant: Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Ant: Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.»»

Ant: Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,

R/. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
R/. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Ant: Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes. Aleluya..

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
R/. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya

Himno
Nos apremia el amor, vírgenes santas;
vosotras, que seguisteis su camino,
guiadnos por las sendas de las almas
que hicieron de su amar amor divino.

Esperasteis en vela a vuestro Esposo
en la noche fugaz de vuestra vida,
cuando llamó a la puerta, vuestro gozo
fue contemplar su gloria sin medida.

Vuestra fe y vuestro amor fue fuego ardiente
que mantuvo la llama en la tardanza,
vuestra antorcha encendida fielmente
ha colmado de luz vuestra esperanza.

Pues gozáis ya las nupcias que el Cordero
con la Iglesia de Dios ha celebrado,
no dejéis que se apague nuestro fuego
en la pereza y sueño del pecado.

Demos gracias a Dios y, humildemente,
pidamos al Señor que su llamada
nos encuentre en vigilia permanente,
despiertos en la fe y en veste blanca. Amén.

Salmodia
SALMODIA

Ant. 1 Se alegrarán los que se acogen a ti. Aleluya.

– Salmo 5 –

Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso a mis gritos de auxilios,
rey mío y Dios mío.

A ti te suplico, Señor;
por la mañana escucharás, mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.

Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.

Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.

Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo Santo
con toda reverencia.

Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino.

En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.

Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, pera que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.

Por que tu, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 1 Se alegrarán los que se acogen a ti. Aleluya.

Ant. 2 Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
tú eres rey y soberano de todo. Aleluya.

Cántico.
1Cro. 29,10-13

Bendito eres, Señor,
Dios de nuestros padre Israel,
por los siglos de los siglos.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo.

De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.

Por eso, Dios nuestro,
nosotros te damos gracias,
alabando tu nombre glorioso.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 2 Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
tú eres rey y soberano de todo. Aleluya.

Ant. 3 El Señor se sienta como rey eterno. Aleluya.

– Salmo 28 –

Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria hace oír su trueno,
el Señor sobre las aguas torrenciales.

La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros de Líbano.

Hace brincar al Líbano como un novillo,
al Sarión como una cría de búfalo.

La voz del Señor lanza llamas de fuego,
la voz de Señor sacude el desierto,
él sacude el desierto de Cadés.

La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!

El trono del Señor está encima de la tempestad,
el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. 3 El Señor se sienta como rey eterno. Aleluya.

 

Lectura

Ct 8,7
Las aguas torrenciales no podrán apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable.
V/. Oigo en mi corazón: Buscad mi rostro. Aleluya, Aleluya
R/. Oigo en mi corazón: Buscad mi rostro. Aleluya, Aleluya
V/. Tu rostro buscaré, Señor. Aleluya, Aleluya
R/. Aleluya, Aleluya
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Oigo en mi corazón: Buscad mi rostro. Aleluya, Aleluya

Cántico Evangélico
Ant: Santa Catalina no cesaba de suplicar al Señor que volviese la paz a su santa Iglesia. Aleluya.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Santa Catalina no cesaba de suplicar al Señor que volviese la paz a su santa Iglesia. Aleluya.

Preces
Glorifiquemos a Cristo, esposo y corona de las vírgenes, y supliquémosle diciendo:

Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos
●Oh Cristo, a quien las vírgenes amaron como a su único esposo,

concédenos que nada nos aparte de tu amor.
Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos

●Tú que coronaste a María como reina de las vírgenes,

concédenos, por su intercesión, servirte siempre con pureza de corazón.
Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos

●Por intercesión de las santas vírgenes, que te sirvieron siempre con fidelidad, para alcanzar la santidad de cuerpo y alma,

ayúdanos, Señor, a que los bienes de este mundo que pasa no nos separen de tu amor eterno.
Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos

●Señor Jesús, esposo que has de venir y a quien las vírgenes prudentes esperaban,

concédenos vivir en vela, esperando tu retorno glorioso.
Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos

●Por intercesión de santa Catalina de Siena, que fue virgen sensata y una de las prudentes,

concédenos, Señor, la verdadera sabiduría y la pureza de costumbres.

Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Señor Dios, que hiciste a santa Catalina de Siena arder de amor divino en la contemplación de la pasión de tu Hijo y en su entrega al servicio de la Iglesia, concédenos, por su intercesión, vivir asociados al misterio de Cristo para que podamos llenarnos de alegría con la manifestación de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Madre del Redentor, Virgen fecunda
puerta del Cielo siempre abierta,
estrella del mar.

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permaneces siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros pecadores.

Amén.