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Laudes – oración de la mañana – lunes 29 agosto 2022

Laudes

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V/ Señor, abre mis labios.
R/ Y mi boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 94: Invitación a la alabanza divina

Ant: Venid, adoremos al Cordero de Dios, a quien Juan precedió en el martirio.

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Ant: Venid, adoremos al Cordero de Dios, a quien Juan precedió en el martirio.

Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos.
Ant: Venid, adoremos al Cordero de Dios, a quien Juan precedió en el martirio.

Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Ant: Venid, adoremos al Cordero de Dios, a quien Juan precedió en el martirio.

Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Ant: Venid, adoremos al Cordero de Dios, a quien Juan precedió en el martirio.

Durante cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: «Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso.»»
Ant: Venid, adoremos al Cordero de Dios, a quien Juan precedió en el martirio.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid, adoremos al Cordero de Dios, a quien Juan precedió en el martirio.

Himno

Varón feliz de méritos excelsos, que mantienes sin mancha tu pureza, santo eremita, mártir esforzado, magno profeta.

Hoy, cuando triunfas valeroso, arranca de nuestro pecho el corazón de piedra, el camino torcido guía, allana las asperezas.

Porque, al venir el Redentor piadoso y libres ya las mentes de torpeza, se digne colocar sus plantas límpidas sobre la tierra.

La corte celestial con alabanzas a ti, Dios trino y uno, te celebra, mientras los redimidos imploramos hoy tu clemencia. Amén.

Salmo 62,2-9: El alma sedienta de Dios

Ant: El Señor extendió la mano y me tocó la boca, y me nombró profeta de los gentiles.

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor extendió la mano y me tocó la boca, y me nombró profeta de los gentiles.

Daniel 3,57-88.56: Toda la creación alabe al Señor

Ant: Herodes sentía respeto por la persona de Juan, sabiendo que era un hombre santo y consagrado al servicio de Dios, y le otorgaba su protección.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Ant: Herodes sentía respeto por la persona de Juan, sabiendo que era un hombre santo y consagrado al servicio de Dios, y le otorgaba su protección.

Salmo 149

Ant: Herodes escuchaba con gusto a Juan y, en muchas de las cosas que hacía, era aconsejado por él.

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Herodes escuchaba con gusto a Juan y, en muchas de las cosas que hacía, era aconsejado por él.

Lectura Is 49,1b-2
El Señor me llamó desde el vientre de mi madre, cuando aún estaba yo en el seno materno pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba.

Responsorio Breve:
V. Vosotros mandasteis preguntar a Juan, y él declaró en favor de la verdad.
R. Vosotros mandasteis preguntar a Juan, y él declaró en favor de la verdad.

V. Juan era la lámpara que arde y que ilumina.
R. Y él declaró en favor de la verdad.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Vosotros mandasteis preguntar a Juan, y él declaró en favor de la verdad.

Cántico Evangélico

Ant. El amigo del Esposo, que está para asistirle y atenderle, experimenta viva alegría cuando oye la voz de Esposo, así que ésta es mi alegría, la cual ahora rebasa todo límite.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El amigo del Esposo, que está para asistirle y atenderle, experimenta viva alegría cuando oye la voz de Esposo, así que ésta es mi alegría, la cual ahora rebasa todo límite.

Preces

Oremos a Cristo, el Señor, que envió a Juan a prepara sus caminos delante de él, y digámosle:

Visítanos, Sol que naces de lo alto.

-Tú que hiciste saltar de gozo a Juan cuando estaba en el vientre de su madre,
haz que siempre nos alegremos de que hayas venido al mundo.

Visítanos, Sol que naces de lo alto.

-Tú que nos mostraste el camino de la conversión por la palabra y por el ejemplo del Bautista, ilumina nuestros corazones, para que se conviertan a las enseñanzas de tu reino.

Visítanos, Sol que naces de lo alto.

-Tú que quieres mostrarte a los hombres por la predicación de los hombres, envía a todo el mundo profetas que anuncien tu Evangelio.

Visítanos, Sol que naces de lo alto.

-Tú que quisiste ser bautizado por Juan en el Jordán para llevar a término toda justicia, haz que trabajemos por la justicia de tu reino.

Dirijamos nuestra oración al Padre que está en los
cielos, diciendo:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración.
Dios nuestro, que quisiste que san Juan Bautista fuera el precursor de tu Hijo, tanto en su nacimiento como en su muerte, concédenos que, así como él dio su vida por dar testimonio de la verdad y de la justicia, así también nosotros entreguemos generosamente la nuestra al testimonio y servicio del Evangelio, Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Conclusión.

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

Dame tus ojos, Madre, para saber mirar; si miro con tus ojos jamás podré pecar.
Dame tus labios, Madre para poder rezar, si rezo con tus labios Jesús me escuchara.
Dame tu lengua, Madre, para ir a comulgar, es tu lengua, paterna de gracia y santidad.
Dame tus labios, Madre, que quiero trabajar, entonces mi trabajo valdrá una eternidad.
Dame tu manto, Madre, que cubra mi maldad, cubriendo con tu manto al cielo he de llegar.
Dame tu cielo, Oh Madre, para poder gozar, ¿si tú me das Cielo, qué más puedo anhelar?
Dame Jesús, Oh Madre, para poder amar, esta será mi dicha por una eternidad.

 

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