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Laudes I oración de la mañana I martes 25 enero 2022

Laudes

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¡Señor, abre mis labios!
¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 99

Alegría de los que entran en el templo
Alabemos a nuestro Dios, en la conversión del Maestro de los gentiles.
Aclama al Señor tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con aclamaciones.
Alabemos a nuestro Dios, en la conversión del Maestro de los gentiles.
Sabed que el Señor es Dios, que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.
Alabemos a nuestro Dios, en la conversión del Maestro de los gentiles.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos dándole gracias y bendiciendo su nombre.
Alabemos a nuestro Dios, en la conversión del Maestro de los gentiles.
El Señor es bueno su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.
Alabemos a nuestro Dios, en la conversión del Maestro de los gentiles.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Alabemos a nuestro Dios, en la conversión del Maestro de los gentiles.

Himno

¿Cómo has logrado, Señor, este cambio nunca visto: de Saulo, el perseguidor, en Pablo, heraldo de Cristo?

Pablo muele en su molino el antiguo Testamento, Cristo le sale al camino,
le arrastra en su seguimiento.

Siempre la Iglesia recibe, como un eco del Señor, las cartas que Pablo escribe, dictadas por el amor.

Infatigable viajero, recorres la tierra entera, apóstol y misionero hasta el fin de tu carrera.

Como una flecha bruñida, vas a la meta, de suerte que sólo Cristo es tu vida,
y una ganancia la muerte.

Descúbrenos la victoria de Jesús crucificado, para compartir la gloria del Señor resucitado.
Amén.
Salmodia
Sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que el justo Juez tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.

Salmo 62,2-9:

Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Sé de quien me he fiado y estoy firmemente persuadido de que el justo Juez tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.

Te basta mi gracia, Pablo; la fuerza se realiza en la debilidad.

Cántico

Daniel 3,57-88.56:

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Te basta mi gracia, Pablo; la fuerza se realiza en la debilidad.

La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su gracia trabaja siempre conmigo.

Salmo 149:

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

La gracia de Dios no se ha frustrado en mí, su gracia trabaja siempre conmigo.

Lectura breve

Hch 26,16b-18
Me he aparecido a ti precisamente para elegirte como servidor, como testigo de que me has visto ahora y de lo que te revele en adelante. Te salvaré de tu pueblo y de los gentiles, a quienes te envío para que les abras los ojos, y se vuelvan de las tinieblas a la luz y del dominio de Satanás a Dios; para que, creyendo en mí, obtengan el perdón de los pecados y parte en la herencia de los consagrados.
Responsorio breve
V/. Tú eres un instrumento elegido, Apóstol san Pablo
R/. Tú eres un instrumento elegido, Apóstol san Pablo.
V/. Anunciador de la verdad por el mundo entero.
R/. Apóstol san Pablo.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Tú eres un instrumento elegido, Apóstol san Pablo.

Cántico Evangélico

Celebremos la conversión del apóstol san Pablo, que de perseguidor pasó a ser un instrumento elegido.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Celebremos la conversión del apóstol san Pablo, que de perseguidor pasó a ser un instrumento elegido.

Preces

Queridos hermanos, habiendo recibido de los apóstoles la herencia de los elegidos, demos gracias a nuestro Padre por todos sus dones, diciendo:

El coro de los apóstoles te ensalza, Señor
Por la mesa de tu cuerpo y de tu sangre, que nos transmitieron los apóstoles, con la cual nos alimentamos y vivimos:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor

Por la mesa de tu Palabra, que nos transmitieron los apóstoles,
con la cual se nos comunica la luz y el gozo:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor

Por tu Iglesia santa, edificada sobre el fundamento de los apóstoles, por la cual nos integramos en la unidad:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor

Por la purificación del bautismo y de la penitencia, confiada a los apóstoles, con la cual quedamos limpios de todos los pecados:
El coro de los apóstoles te ensalza, Señor

Llenos de alegría por nuestra condición de hijos de Dios, digamos confiadamente:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración final

Señor, Dios nuestro, tú que has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol san Pablo, concede a cuantos celebramos su conversión caminar hacia ti, siguiendo su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
Amén.

Bendíceme oh, María Auxiliadora, que tu bendición santísima permanezca en mi en la noche y en el día, en la alegría y en la tristeza, en el trabajo y en el descanso, en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte y durante la eternidad.
¡Oh bendición de María Auxiliadora! Dichoso quien te la pide, recibe y guarda. Después de obtenerla aquí en la tierra la lleve en su último suspiro como prenda de vida eterna.
María auxilio de los cristianos, rogad por nosotros.
Amen.

 

 

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