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Laudes – oración de la mañana – martes 29 octubre 2022

Laudes

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V/ Señor, abre mis labios.
R/ Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Salmo 99

Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con aclamaciones.
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre:
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

«El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.»
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

Himno: Ven, Señor, no tardes

Ven, Señor, no tardes, Ven, que te esperamos; Ven, Señor, no tardes, ven pronto, Señor.

El mundo muere de frío, el alma perdió el calor, los hombres no son hermanos porque han matado al Amor.

Envuelto en noche sombría, gime el mundo de pavor; va en busca de una esperanza, buscando tu fe, Señor.

Al mundo le falta vida y le falta corazón; le falta cielo en la tierra, si no lo riega tu amor.

Rompa el cielo su silencio, baje el rocío a la flor, ven, Señor, no tardes tanto,
ven, Señor. Amén.
Salmodia

Ant 1. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.

Salmo 23 Entrada solemne de Dios en su templo.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares, El la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso.

Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.

Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del Señor.

Ant 2. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.

Cántico: Esperanza de Israel en babilonia Tb 13, 1-10

Bendito sea Dios, que vive eternamente, y cuyo reino dura por los siglos: él azota y se compadece, hunde hasta el abismo y saca de él, y no hay quien escape de su mano.

Dadle gracias, israelitas, ante los gentiles, porque él nos dispersó entre ellos. Proclamad allí su grandeza, ensalzadlo ante todos los vivientes: que él es nuestro Dios y Señor, nuestro Padre por todos los siglos.

Él nos azota por nuestros delitos, pero se compadecerá de nuevo, y os congregará de entre todas las naciones por donde estáis dispersados.

Si volvéis a él de todo corazón y con toda el alma, siendo sinceros con él, él volverá a vosotros y no os ocultará su rostro.

Veréis lo que hará con vosotros, le daréis gracias a boca llena, bendeciréis al Señor de la justicia y ensalzaréis al rey de los siglos.

Yo le doy gracias en mi cautiverio, anuncio su grandeza y su poder a un pueblo pecador.

Convertíos, pecadores, obrad rectamente en su presencia: quizá os mostrará benevolencia y tendrá compasión.

Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo, y me alegraré de su grandeza.
Anuncien todos los pueblos sus maravillas y alábenle sus elegidos en Jerusalén.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.

Ant 3. El Señor merece la alabanza de los buenos.

Salmo 32 Himno al poder y a la providencia de Dios

Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando vuestra música con aclamaciones: que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales, Él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.

La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano.

Tema al Señor la tierra entera, tiemblen ante él los habitantes del orbe: porque él lo dijo, y existió; él lo mandó, y surgió.

El Señor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los pueblos; pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad.

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad.

El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres; desde su morada observa a todos los habitantes de la tierra: él modeló cada corazón, y comprende todas sus acciones.

No vence el rey por su gran ejército, no escapa el soldado por su mucha fuerza, nada valen sus caballos para la victoria, ni por su gran ejército se salva.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

Nosotros esperamos en el Señor: él es nuestro auxilio y escudo, con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor merece la alabanza de los buenos.

Lectura Gn 49, 10
No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga el que ha de venir, aquel a quien le está reservado, a quien rendirán homenaje las naciones.

Responsorio

V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

Cántico Evangélico

Ant. Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, la gloria del Señor llenará toda la tierra y contemplarán toda la salvación de Dios.

Cántico de Zacarías. Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, la gloria del Señor llenará toda la tierra y contemplarán toda la salvación de Dios.

Preces

El Señor, Padre todopoderoso, tenderá otra vez su mano, para rescatar el resto de su pueblo; supliquémosle, pues, confiados:

Ven Señor, Jesús

-Concédenos, Señor, dar aquel fruto que pide la conversión, para que podamos recibir tu reino que se acerca.

-Prepara, Señor, en nuestros corazones, un camino para tu Palabra que ha de venir;
así tu gloria se manifestará al mundo por medio de nosotros.

-Abaja los montes y las colinas de nuestro orgullo y levanta los valles de nuestros desánimos y de nuestras cobardías.

-Destruye los muros del odio que dividen a las naciones y allana los caminos de la concordia entre los hombres.

El Señor se acerca para salvarnos; por eso nos atrevemos a pedir la venida de su reino, diciendo:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración

Señor, Dios nuestro, acoge favorablemente nuestras súplicas y concédenos tu ayuda en las tribulaciones, para que, reanimados por la venida de tu Hijo, que ya se acerca, no volvamos a caer más en nuestras antiguas faltas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

Conclusión
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

Adviento y María
¡Oremos a María!

Oremos a La Virgen

Madre de la Iglesia, Virgen del Adviento.
Esperanza nuestra, de Jesús la aurora, del cielo la puerta.
Madre de los hombres, de la mar estrella.
Llévanos a Cristo, danos sus promesas.
Eres, Virgen Madre, la de gracia llena.
Del Señor la esclava, del mundo la Reina.
Alza nuestros ojos, hacia tu belleza. ¡Amén!
¡María, Virgen de la Dulce Espera! Acompáñanos Alegrémonos porque está por llegar el Señor

 

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