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Laudes – oración de la mañana – martes 15 marzo 2022

Laudes

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¡Señor, abre mis labios!
¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 94:

Invitación a la alabanza divina

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos.

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Ojalá escuchéis hoy su voz: “No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: “Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso.»»
Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,

R/. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Himno

Edificaste una torre para tu huerta Florida; un lagar para tu vino, para el vino, una viña. Y la viña no dio uvas, ni el lagar buena bebida: sólo racimos amargos zumos de amarga tinta. Edificaste una torre, Señor, para tu guarida; un huerto de dulces frutos, una noria de aguas limpias, un blanco silencio de horas y un verde beso de brisas. Y esta casa que es tu torre, este mi cuerpo de arcilla, esta sangre que es tu sangre y esta herida que es tu herédate dieron frutos amargos, amargas uvas y espinas. ¡Rompe, Señor, tu silencio, ¡rompe tu silencio y grita! Que mi lagar enrojezca cuando tu planta lo pise, y que tu mesa se endulce con el vino de tu viña. Amén.
Ant: Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

Salmo 42:

Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa contra gente sin piedad, sálvame del hombre traidor y malvado.

Tú eres mi Dios y protector, ¿por qué me rechazas?, ¿por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo?

Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío.

¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

Ant: Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

Isaías 38,10-14;17-20:
Yo pensé: «En medio de mis días tengo que marchar hacia las puertas del abismo; me privan del resto de mis años.»

Yo pensé: «Ya no veré más al Señor en la tierra de los vivos, ya no miraré a los hombres entre los habitantes del mundo.

Levantan y enrollan mi vida como una tienda de pastores. Como un tejedor, devanaba yo mi vida, y me cortan la trama.»

Día y noche me estás acabando, sollozo hasta el amanecer. Me quiebras los huesos como un león, día y noche me estás acabando.

Estoy piando como una golondrina, gimo como una paloma. Mis ojos mirando al cielo se consumen: ¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!

Me has curado, me has hecho revivir, la amargura se me volvió paz cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía y volviste la espalda a todos mis pecados.

El abismo no te da gracias, ni la muerte te alaba, ni esperan en tu
fidelidad los que bajan a la fosa.

Los vivos, los vivos son quienes te alaban: como yo ahora. El padre enseña a sus hijos tu fidelidad.

Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas todos nuestros días en la casa del Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

Ant: ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión.

Salmo 64:

Oh Dios, tú mereces un himno en Sión, y a ti se te cumplen los votos, porque tú escuchas las súplicas.

A ti acude todo mortal a causa de sus culpas; nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonas.

Dichoso el que tú eliges y acercas para que viva en tus atrios: que nos saciemos de los bienes de tu casa, de los dones sagrados de tu templo.

Con portentos de justicia nos respondes, Dios, salvador nuestro; tú, esperanza del confín de la tierra y del océano remoto;

Tú que afianzas los montes con tu fuerza, ceñido de poder; tú que reprimes el estruendo del mar, el estruendo de las olas y el tumulto de los pueblos.

Los habitantes del extremo del orbe se sobrecogen ante tus signos, y las puertas de la aurora y del ocaso las llenas de júbilo.

Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales; riegas los surcos, igualas los terrones, tu llovizna los deja mullidos, bendices sus brotes; coronas el año con tus bienes, tus carriles rezuman abundancia; rezuman los pastos del páramo, y las colinas se orlan de alegría; las praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de mieses, que aclaman y cantan.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión.

Lectura

Jl 2,12-13
Convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad, y se arrepiente de las amenazas.
V/. Él me librará de la red del cazador
R/. Él me librará de la red del cazador
V/. Me cubrirá con sus plumas
R/. De la red del cazador
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Él me librará de la red del cazador
Cántico Evangélico
Ant: Uno solo es vuestro maestro, el del cielo, Cristo el Señor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Uno solo es vuestro maestro, el del cielo, Cristo el Señor.

Preces

Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que nos dio a su Hijo unigénito, Palabra hecha carne para que vivamos de ella, e invoquémosle diciendo:

Que la palabra de Cristo habite en nosotros con toda su riqueza
● Concédenos escuchar con más frecuencia tu palabra en este tiempo cuaresmal, para que, en la gran solemnidad que se avecina, nos unamos con mayor fervor a Cristo, nuestra Pascua.

Que la palabra de Cristo habite en nosotros con toda su riqueza
● Que tu Espíritu Santo nos asista, para que seamos testigos de tu verdad y de tu bondad ante los vacilantes y equivocados.

Que la palabra de Cristo habite en nosotros con toda su riqueza
● Concédenos vivir más profundamente el misterio de Cristo, para que podamos dar testimonio de él con más fuerza y claridad.

Que la palabra de Cristo habite en nosotros con toda su riqueza
● En este tiempo de penitencia, Señor, renueva y purifica a tu Iglesia, para que se manifieste con más claridad como signo de salvación.

Que la palabra de Cristo habite en nosotros con toda su riqueza
Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al Padre que su reino llegue a nosotros:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Final

Señor, vela con amor continuo sobre tu Iglesia, y pues sin tu ayuda no puede sostenerse lo que se cimienta en la debilidad humana, protege a tu Iglesia en el peligro y mantenla en el camino de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
Amén.
Bendíceme oh, María Auxiliadora, que tu bendición santísima permanezca en mi en la noche y en el día, en la alegría y en la tristeza, en el trabajo y en el descanso, en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte y durante la eternidad. ¡Oh bendición de María Auxiliadora! Dichoso quien te la pide, recibe y guarda. Después de obtenerla aquí en la tierra la lleve en su último suspiro como prenda de vida eterna. María auxilio de los cristianos, rogad por nosotros.
Amen.

 

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