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Laudes I oración de la mañana I miércoles 02 febrero 2022

Laudes

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¡Señor, abre mis labios!
¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 23

Entrada solemne de Dios en su templo

Mirad, entra en su templo santo el Señor, soberano de todo; venid, adorémosle.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: Él la fundó sobre los mares, Él la afianzó sobre los ríos.
Mirad, entra en su templo santo el Señor, soberano de todo; venid, adorémosle.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
Mirad, entra en su templo santo el Señor, soberano de todo; venid, adorémosle.

El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso. Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
Mirad, entra en su templo santo el Señor, soberano de todo; venid, adorémosle.

Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
Mirad, entra en su templo santo el Señor, soberano de todo; venid, adorémosle.
¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
Mirad, entra en su templo santo el Señor, soberano de todo; venid, adorémosle.

¿Quién es ese Rey de la gloria? el Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra.
Mirad, entra en su templo santo el Señor, soberano de todo; venid, adorémosle.

¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
Mirad, entra en su templo santo el Señor, soberano de todo; venid, adorémosle.

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.
Mirad, entra en su templo santo el Señor, soberano de todo; venid, adorémosle.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Mirad, entra en su templo santo el Señor, soberano de todo; venid, adorémosle.

Himno

Iglesia santa, esposa bella, sal al encuentro del Señor, adorna y limpia tu morada y recibe a tu Salvador.

Abre tus brazos a María, Virgen Madre del Redentor, puerta del cielo siempre abierta por la que vino al mundo Dios.

¿A quién sostienes en tus manos, dinos, anciano Simeón, por qué te sientes tan alegre? «Porque ya he visto al Salvador.

Este Niño será bandera y signo de contradicción, con su muerte, traerá la vida, por la cruz, la resurrección.»

Jesús, el hijo de María, es el Hijo eterno de Dios, la luz que alumbra a las naciones los caminos de salvación.

La Virgen Madre, ofrece al Niño como una hostia para Dios; la espada de la profecía atraviesa su corazón.

Honor y gloria al Padre eterno, y al Hijo eterno que engendró, y que, por obra del Espíritu, de la Virgen Madre nació.
Amén.

Salmodia

Simeón, hombre justo y piadoso, aguardaba el consuelo de Israel, y el Espíritu Santo moraba en él.

Salmo 62,2-9:

Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Simeón, hombre justo y piadoso, aguardaba el consuelo de Israel, y el Espíritu Santo moraba en él.

Simeón tomó al niño en brazos, dio gracias y bendijo a Dios.

Cántico

Daniel 3,57-88.56:

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Simeón tomó al niño en brazos, dio gracias y bendijo a Dios.

Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.

Salmo 149:

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.

Lectura breve

Ml 3,1
Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor, a quien vosotros buscáis; el mensajero de la alianza que vosotros deseáis.

Responsorio breve

V/. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
R/. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
V/. Aclamad la gloria y el poder del Señor.
R/. En el atrio sagrado.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.

Cántico Evangélico

Cuando entraban con el niño Jesús sus padres, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Cuando entraban con el niño Jesús sus padres, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios.

Preces

Adoremos a nuestro Salvador, que hoy fue presentado en el templo, y supliquémosle:

Que nuestros ojos, Señor, vean tu salvación

Cristo Jesús, tú que, según mandaba la ley, quisiste ser presentado al Padre en el templo,
enséñanos a ofrecernos contigo en el sacrificio de tu Iglesia.
Que nuestros ojos, Señor, vean tu salvación

Consuelo de Israel, a cuyo encuentro salió el justo Simeón en el templo,
haz que también nosotros salgamos a tu encuentro en la persona de nuestros hermanos.
Que nuestros ojos, Señor, vean tu salvación

Esperado de las naciones, de quien la profetisa Ana hablaba a todos los que aguardaban la liberación de Israel,
enséñanos a hablar debidamente de ti a todos.
Que nuestros ojos, Señor, vean tu salvación

Piedra angular del reino de Dios, que estás puesto como una bandera discutida, haz que los hombres, por la fe y la caridad, se levanten en ti.
Que nuestros ojos, Señor, vean tu salvación

Dejemos que el Espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones, se una a nuestro espíritu, para clamar:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, te rogamos humildemente que, así como tu Hijo unigénito, revestido de nuestra humanidad, ha sido presentado hoy en el templo, nos concedas, de igual modo, a nosotros la gracia de ser presentados delante de ti con el alma limpia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
Amén.
¡Oh, Señora mía, oh, ¡Madre mía!
yo me ofrezco enteramente a vos
y, en prueba de mi filial afecto,
os consagro en este día
mis ojos, mis oídos, mi lengua, y mi corazón,
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo vuestro, ¡oh, madre de bondad!,
guardadme y defendedme
como hijo y posesión vuestra.
Amen.

 

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