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Laudes I oración de la mañana I miércoles 09 febrero 2022

Laudes

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¡Señor, abre mis labios!
¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 94:

Invitación a la alabanza divina

Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque Él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que Él guía.
Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Mása en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Durante cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: «Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso.»»
Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.

Venid, adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.

Himno

Cantemos nuestra fe y, al confesarla, unidas nuestras voces de creyentes,
pidamos al Señor que, al proclamarla, inunde con su luz a nuestras mentes.

El gozo de creer sea alegría de servir al Señor, y su Palabra simiente en crecimiento día a día, que al don de su verdad el mundo abra.

Clara es la fe y oscuro su camino de gracia y libertad en puro encuentro,
si crees que Jesús es Dios que vino, no está lejos de ti, sino muy dentro.

Legión es la asamblea de los santos, que en el Señor Jesús puso confianza,
sus frutos de justicia fueron tantos que vieron ya colmada su esperanza.

Demos gracias a Dios, que es nuestra roca, sigamos a Jesús con entereza, si nuestra fe vacila, si ella es poca, su Espíritu de amor nos dará fuerza.
Amén.

Salmodia

Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.

Salmo 35:

El malvado escucha en su interior un oráculo del pecado: «No tengo miedo a Dios, ni en su presencia.» Porque se hace la ilusión de que su culpa no será descubierta ni aborrecida.

Las palabras de su boca son maldad y traición, renuncia a ser sensato y a obrar bien; acostado medita el crimen, se obstina en el mal camino, no rechaza la maldad.

Señor, tu misericordia llega al cielo, tu fidelidad hasta las nubes; tu justicia hasta las altas cordilleras, tus sentencias son como el océano inmenso.

Tú socorres a hombres y animales; ¡qué inapreciable es tu misericordia, oh, Dios!, los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente viva, y tu luz nos hace ver la luz.

Prolonga tu misericordia con los que te reconocen, tu justicia con los rectos de corazón; que no me pisotee el pie del soberbio, que no me eche fuera la mano del malvado.

Han fracasado los malhechores; derribados, no se pueden levantar.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.

Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.

Señor, Tú eres grande, tu fuerza es invencible.

Cántico

Judit 16, 2-3.15-19:

¡Alabad a mi Dios con tambores, elevad cantos al Señor con cítaras, ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza, ensalzad e invocad su nombre! Porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras, su nombre es el Señor.

Cantaré a mi Dios un cántico nuevo: Señor, tú eres grande y glorioso,
admirable en tu fuerza, invencible.

Que te sirva toda la creación, porque tú lo mandaste, y existió; enviaste tu aliento, y la construiste, nada puede resistir a tu voz.

Sacudirán las olas los cimientos de los montes, las peñas en tu presencia se derretirán como cera, pero tú serás propicio a tus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.

Señor, Tú eres grande, tu fuerza es invencible.

Aclamad a Dios con gritos de júbilo.

Salmo 46:

Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.

Él nos somete los pueblos y nos sojuzga las naciones; Él nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob, su amado.

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas: tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad.

Porque Dios es el rey del mundo: tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado.

Los príncipes de los gentiles se reúnen con el pueblo del Dios de Abrahán;
porque de Dios son los grandes de la tierra, y Él es excelso.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.

Aclamad a Dios con gritos de júbilo.

Lectura breve

Rm 12,1-2

Os exhorto hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.

Responsorio breve

V/. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
R/. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V/. Y sus pasos no vacilan.
R/. La ley de su Dios.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Lleva en el corazón la ley de su Dios.

Cántico Evangélico

«El que cumple la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre», dice el Señor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

«El que cumple la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre», dice el Señor.

Preces

Adoremos, hermanos a Cristo, el Dios santo y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémoslo, diciendo:

Tú solo eres santo, Señor

Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado, compadécete de nuestras debilidades.
Tú solo eres santo, Señor

Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
danos el progresar en caminos de santidad.
Tú solo eres santo, Señor

Señor Jesús, que quieres que seamos la sal de la tierra y la luz del mundo,
ilumina nuestras vidas con tu propia luz.
Tú solo eres santo, Señor

Señor Jesús, que viniste al mundo para servir, y no para que te sirvieran,
haz que sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos con humildad.
Tú solo eres santo, Señor

Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz que en la gloria contemplemos tu rostro.
Tú solo eres santo, Señor

Con el gozo que nos da el sabernos hijos de Dios, digamos con confianza:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración final

Confesamos, Señor, que sólo tú eres santo y que sin ti nadie es bueno, y humildemente te pedimos que la intercesión de san Marón, venga en nuestra ayuda para que de tal forma vivamos en el mundo que merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Amén.

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
Amén.

¡Oh, Señora mía, oh, ¡Madre mía!
yo me ofrezco enteramente a vos
y, en prueba de mi filial afecto,
os consagro en este día
mis ojos, mis oídos, mi lengua, y mi corazón,
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo vuestro, ¡oh, madre de bondad!,
guardadme y defendedme
como hijo y posesión vuestra.
Amen.

 

 

 

 

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