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Laudes – oración de la mañana – miercoles 13 marzo 2024

Laudes

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V/ Señor, abre mis labios.
R/ Y mi boca proclamará tu alabanza.

Salmo 66

Que todos los pueblos alaben al Señor.
Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

El señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros, conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Que canten de alegría las naciones porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.
Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.
La tierra ha dado su fruto nos bendice el Señor nuestro Dios, que Dios nos bendiga, que le teman hasta los confines del orbe.
Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.

Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Himno

Cuando vuelvo a tí de mi pecado
iba pensando en confesar sincero
el dolor desgarrado y verdadero
del delito de haberte abandonado;

cuando pobre volvíme a tí humillado,
me ofrecí como inmundo pordiosero;
cuando, temiendo tu mirar severo,
bajé los ojos, me sentí abrazado.

Sentí mis labios por tu amor sellados
y ahogarse entre tus lágrimas divinas
la triste confesión de mis pecados.

Llenóse el alma en luces matutinas,
y, viendo ya mis males perdonados,
quise para mi frente tus espinas. Amén.

Salmo 107:

Dios mío, mi corazón está firme,
para ti cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.

Dios habló en su santuario:
«Triunfante, ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;

mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;

Moab, una jofaina para lavarme,
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»

Pero, ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, oh Dios, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?

Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil;
con Dios haremos proezas,
él pisoteará a nuestros enemigos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Dios mío, mi corazón está firme.

Ant: El Señor me ha vestido un traje de gala y de triunfo.
Isaías 61,10-62,5:
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.

Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.

Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que rompa la aurora de su justicia,
y su salvación llamee como antorcha.

Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
pronunciado por la boca del Señor.

Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán «Abandonada»,
ni a tu tierra «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.

Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor me ha vestido un traje de gala y de triunfo.

Ant: Alabaré al Señor mientras viva.

Salmo 145:

Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Alabaré al Señor mientras viva.

Lectura
Dt 7,6.8-9
El Señor, tu Dios, te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así sabrás que el Señor tu Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones.
V/. Él me librará de la red del cazador
R/. Él me librará de la red del cazador
V/. Me cubrirá con su plumaje.
R/. De la red del cazador
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Él me librará de la red del cazador

Cántico Evangélico
Ant: «Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna», dice el Señor.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: «Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna», dice el Señor.

Preces
Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que por la acción de su Espíritu purifica nuestros corazones y los llena de su amor, y digámosle:

Danos, Señor, tu Espíritu Santo
● Concédenos, Señor, el espíritu de fe y de acción de gracias,

para recibir siempre con gozo lo bueno y soportar con paciencia lo adverso.
Danos, Señor, tu Espíritu Santo
● Haz que busquemos la caridad no únicamente en los acontecimientos importantes,

sino, ante todo, en la vida ordinaria.
Danos, Señor, tu Espíritu Santo
● Concédenos observar el ayuno que te agrada,

compartiendo nuestro pan con los hambrientos.
Danos, Señor, tu Espíritu Santo
● Danos llevar en nuestro cuerpo la muerte de tu Hijo,

tú que nos has vivificado en su cuerpo.

Danos, Señor, tu Espíritu Santo

Dejemos que el Espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones, se una a nuestro espíritu, para clamar:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Final
Señor, Dios nuestro, que concedes a los justos el premio de sus méritos, y a los pecadores que hacen penitencia les perdonas sus pecados, ten piedad de nosotros y danos, por la humilde confesión de nuestras culpas, tu paz y tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

Oh Señora Mía, oh Madre mía…