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Laudes I oración de la mañana I miércoles 15 septiembre 2021

Laudes

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¡Señor, abre mis labios!
¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 23

Entrada solemne de Dios en su templo

Venid, adoremos al Salvador del mundo, a quien estuvo unida la Virgen Dolorosa.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares, El la afianzó sobre los ríos.
Venid, adoremos al Salvador del mundo, a quien estuvo unida la Virgen Dolorosa.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
Venid, adoremos al Salvador del mundo, a quien estuvo unida la Virgen Dolorosa.

El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso. Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Venid, adoremos al Salvador del mundo, a quien estuvo unida la Virgen Dolorosa.

Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
Venid, adoremos al Salvador del mundo, a quien estuvo unida la Virgen Dolorosa.

¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
Venid, adoremos al Salvador del mundo, a quien estuvo unida la Virgen Dolorosa.

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra.
Venid, adoremos al Salvador del mundo, a quien estuvo unida la Virgen Dolorosa.

¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
Venid, adoremos al Salvador del mundo, a quien estuvo unida la Virgen Dolorosa.

¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la gloria.
Venid, adoremos al Salvador del mundo, a quien estuvo unida la Virgen Dolorosa.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Venid, adoremos al Salvador del mundo, a quien estuvo unida la Virgen Dolorosa.

Himno

¿Habrá dolor más intenso que tu dolor dolorido? ¿Habrá, Señora, un gemido
más soledoso y más denso que el que te enluta, hondo y tenso, de morada y negra toca? ¡Oh turba que pasáis loca, hijas de Jerusalén, mirad la bondad sin bien: mojad con hiel vuestra boca!

¿No son más blandas las piedras y más compasivo el cielo que mi corazón sin duelo, cuando tú, como las hiedras junto a la cruz, no te arredras de ahogarte en esos oleajes de hiel? Obscuros celajes envolvían el Calvario, y tú eras, Madre, el sudario de aquel diluvio de ultrajes.

Dame ese llanto bendito para llorar mis pecados; dame esos clavos clavados,
esa corona, ese grito, ese puñal, ese escrito y esa cruz para loarte, para urgirte y consolarte, Oh, Virgen de los Dolores, para ir sembrando de flores
tu viacrucis parte a parte.

Amén.

Salmodia

Mi alma está unida a ti, Señor Jesús.

Salmo 62,2-9:

Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Mi alma está unida a ti, Señor Jesús.

Estemos alegres cuando compartimos los padecimientos de Cristo.

Cántico evangélico

Daniel 3,57-88.56:

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Estemos alegres cuando compartimos los padecimientos de Cristo.

Quiso Dios reconciliar consigo todos los seres por la sangre de Cristo.

Salmo 149:

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Quiso Dios reconciliar consigo todos los seres por la sangre de Cristo.

Lectura breve

Col 1,24-25

Me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado ministro, asignándole la tarea de anunciaros a vosotros su mensaje completo.

V/. Por ti, Virgen María, obtenemos la salvación.
R/. Por ti, Virgen María, obtenemos la salvación.
V/. De las llagas de Cristo.
R/. Obtenemos la salvación.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Por ti, Virgen María, obtenemos la salvación.

Cántico Evangélico

Alégrate, Madre dolorosa, porque, después de tantos sufrimientos, gozas ya de la gloria celestial, sentada junto al Hijo como reina del universo.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Alégrate, Madre dolorosa, porque, después de tantos sufrimientos, gozas ya de la gloria celestial, sentada junto al Hijo como reina del universo.

Preces

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Oh Sol de justicia, a quien la Virgen inmaculada precedía cual aurora luciente, haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Verbo eterno del Padre, que elegiste a María como arca incorruptible de tu morada, líbranos de la corrupción del pecado.
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Salvador nuestro, que quisiste que tu madre estuviera junto a tu cruz, por su intercesión, concédenos compartir con alegría tus padecimientos.
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Jesús, que, colgado en la cruz, diste María a Juan como madre, haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Dejemos que el Espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones, se una a nuestro espíritu, para clamar:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración final

Señor, tú que has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

Amén.

 

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