Laudes
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¡Señor, abre mis labios!
¡Y mi boca proclamará tu alabanza!
Salmo 94:
Invitación a la alabanza divina
Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.
Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.
Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.
Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.
Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Mása en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.
Durante cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: «Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso.»»
Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Venid, adoremos al Señor, delante de los ángeles.
Himno
En la hora en que Cristo resucita, clama Miguel, el poderoso príncipe: «¿Quién como tú, mi Dios, ¿Jesús humilde? Al pecado de los hombres descendiste y hoy el Padre te signa y te bendice.»
En la hora en que Cristo resucita, Dice Gabriel, el que anunció a María:
«¡Exulta, Iglesia, virgen afligida, el santo vencedor es tu Mesías! Nadie podrá dar muerte a tu alegría.»
En la hora en que Cristo resucita, Proclama Rafael, el peregrino:
«¡Glorificad conmigo a aquel que dijo: ¡Yo soy la luz del mundo y el camino!
¡Bendecidle, que el viaje está cumplido!»
En la hora en que Cristo resucita, se ha tendido la escala misteriosa
y el coro de los ángeles le adora: «¡Somos, Señor, los siervos de tu gloria,
cielo y tierra cantemos tu victoria!» Amén.
Salmodia
Alabemos al Señor, a quien alaban los ángeles, y querubines y serafines proclaman tres veces santo.
Salmo 62,2-9:
Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Alabemos al Señor, a quien alaban los ángeles, y querubines y serafines proclaman tres veces santo.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor eternamente.
Cántico
Daniel 3,57-88.56:
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor, nsalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor eternamente.
Los ángeles en el cielo te aclaman, Señor santo, diciendo a una sola voz: «Oh Dios, tú mereces un himno.»
Salmo 149:
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Los ángeles en el cielo te aclaman, Señor santo, diciendo a una sola voz: «Oh Dios, tú mereces un himno.»
Lectura breve
Gn 28,12-13ª
Tuvo Jacob un sueño: Una escalinata apoyada en la tierra con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella. El Señor estaba en pie sobre ella y dijo: «Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de Isaac.»
Responsorio breve
V/. Un ángel se puso junto al altar del templo.
R/. Un ángel se puso junto al altar del templo.
V/. Con un incensario de oro en su mano.
R/. Junto al altar del templo.
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/. Un ángel se puso junto al altar del templo.
Cántico Evangélico
Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo, por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.
Preces
Confesemos, queridos hermanos, al Señor, a quien asisten millares de ángeles, y aclamémosle gozosos:
Bendecid al Señor, ángeles suyos
Oh, Dios, que a tus ángeles has dado órdenes para que nos guarden en nuestros caminos, condúcenos hoy sin tropezar por tus sendas.
Bendecid al Señor, ángeles suyos
Padre, cuyo rostro están siempre viendo nuestros ángeles en el cielo, haz que busquemos continuamente tu rostro.
Bendecid al Señor, ángeles suyos
Oh, Dios, cuyos hijos serán como ángeles del cielo, danos la castidad del corazón y del cuerpo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos
Oh, Dios, envía a Miguel, príncipe supremo, en auxilio de tu pueblo,
a fin de que lo defienda en las batallas contra Satanás y sus ángeles.
Bendecid al Señor, ángeles suyos
Terminemos nuestra oración diciendo juntos las palabras del Señor y pidiendo al Padre que nos libre de todo mal:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Oración final
Oh, Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los ministerios de los ángeles y los hombres, te pedimos que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
Amén.
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A Ti, celestial Princesa,
Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco en este día
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.
Amen.