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Laudes – oración de la mañana – sábado 03 diciembre 2022

Laudes

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V/ Señor, abre mis labios.
R/ Y mi boca proclamará tu alabanza.

Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.

El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.

Que canten de alegría las naciones, porque riges al mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.

La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga, que le teman hasta los confines del orbe.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.

Himno: Cristo, cabeza, rey de los pastores.

Cristo, cabeza, rey de los pastores, el pueblo entero, madrugando a fiesta, canta a la gloria de tu sacerdote himnos sagrados.

Con abundancia de sagrado crisma, la unción profunda de tu Santo Espíritu lo armó guerrero y lo nombró en la Iglesia jefe del pueblo.

Él fue pastor y forma del rebaño, luz para el ciego, báculo del pobre, padre común, presencia providente, todo de todos.

Tú que coronas sus merecimientos, danos la gracia de imitar su vida, y al fin, sumisos a su magisterio, danos su gloria. Amén.

Salmodia
Ant 1. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
Salmo 118 Te invoco de todo corazón

Te invoco de todo corazón; respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes; a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos; me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche, meditando tu promesa; escucha mi voz por tu misericordia, con tus mandamientos dame vida; ya se acercan mis inicuos perseguidores, están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables; hace tiempo comprendí que tus preceptos los fundaste para siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.

Ant 2. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.

Cántico
Himno a Dios, después de la victoria del mar rojo Ex 15, 1-4. 8-13. 17-18

Cantaré al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero, su nombre es «El Señor».

Los carros del faraón los lanzó al mar, ahogó en el mar rojo a sus mejores capitanes.

Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas, las corrientes se alzaron como un dique, las olas se cuajaron en el mar.

Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré, repartiré el botín, se saciará mi codicia, empuñaré la espada, los agarrará mi mano.»

Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar, se hundieron como plomo en las aguas formidables.

¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temibles por tus proezas, autor de maravillas?

Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra; guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado, los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.

Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste tu trono, Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.

Ant 3. Alabad al Señor, todas las naciones.

Salmo 116.

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos:

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alabad al Señor, todas las naciones.

Lectura Hb 13, 7-9a
Acordaos de aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de Dios: reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis extraviar por doctrinas llamativas y extrañas.

Responsorio

V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.

V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del Señor.
R. He colocado centinelas.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.

Cántico Evangélico
Ant. No sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien habla por vosotros.

Cántico de Zacarías. Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. No sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien habla por vosotros.

Preces

Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo:

Apacienta a tu pueblo, Señor.

-Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor, haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.

-Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo, no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.

-Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas, haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.

-Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos, haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.

Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Oración

Oh Dios, tú has querido que numerosas naciones llegaran al conocimiento de tu nombre por la predicación de san Francisco Javier; infúndenos su celo generoso por la propagación de la fe, y haz que tu Iglesia encuentre su gozo en evangelizar a todos los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Conclusión
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

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