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Laudes – oración de la mañana – viernes 8 marzo 2024

Laudes

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V/ Señor, abre mis labios.
R/ Y mi boca proclamará tu alabanza.

Salmo 94: Invitación a la alabanza divina

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.»»

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió.

Himno

Delante de la cruz los ojos míos
quédenseme, Señor, así mirando,
y sin ellos quererlo estén llorando,
porque pecaron mucho y están fríos.
Y estos labios que dicen mis desvíos,
quédenseme, Señor, así cantando,
y sin ellos quererlo estén rezando,
porque pecaron mucho y son impíos.
Y así con la mirada en vos prendida,
y así con la palabra prisionera,
como la carne a vuestra cruz asida,
quédeseme, Señor, el alma entera;
y así clavada en vuestra cruz mi vida,
Señor, así, cuando queráis me muera. Amén.

Salmo 50: Misericordia, Dios mío

Ant: Contra ti, contra ti solo pequé, Señor, ten misericordia de mí.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

¡Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Contra ti, contra ti solo pequé, Señor, ten misericordia de mí.

Jeremías 14,17-21: Lamentación del pueblo en tiempo de hambre y de guerra

Ant: Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.

Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la Doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.

Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.

¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿Tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.

Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.

No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.

Salmo 99: Alegría de los que entran en el templo

Ant: El Señor es Dios, y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

Sabed que el Señor es Dios:
que El nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades»

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: El Señor es Dios, y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño

Lectura

Is 53,11b-12
Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre, porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

Responsorio breve

V/ Él me librará de la red del cazador
R/. Él me librará de la red del cazador
V/. Me cubrirá con sus plujame
R/. De la red del cazador
V/. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R/. Él me librará de la red del cazador

Cántico Ev.

Ant: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?» Jesús le dijo: «Amaras al Señor, tu Dios, con todo tu corazón.»

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?» Jesús le dijo: «Amaras al Señor, tu Dios, con todo tu corazón.»

Preces

Demos gracias a Cristo, el Señor, que al morir en la cruz nos dio la vida, y digámosle con fe:
Tú que has muerto por nosotros, escúchanos, Señor
– Maestro y Salvador nuestro, que nos revelaste con tu palabra el designio de Dios y nos renovaste con tu gloriosa pasión, aleja de nuestra vida toda maldad.
Tú que has muerto por nosotros, escúchanos, Señor
– Que sepamos, Señor, abstenernos hoy de los manjares del cuerpo,
para ayudar con nuestra abstinencia a los hambrientos y necesitados.
Tú que has muerto por nosotros, escúchanos, Señor
– Que vivamos santamente este día de penitencia cuaresmal
y lo consagremos a tu servicio, mediante obras de misericordia.
Tú que has muerto por nosotros, escúchanos, Señor
– Sana, Señor, nuestras voluntades rebeldes, y llénanos de tu gracia y de tus dones.
Tú que has muerto por nosotros, escúchanos, Señor
Llenos del Espíritu de Jesucristo, acudamos a nuestro Padre común, diciendo:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Oración Final

Infunde, Señor, tu gracia en nuestros corazones para que sepamos dominar nuestro egoísmo y secundar las inspiraciones que nos vienen del cielo.
Amén

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
Amén