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Laudes I oración de la mañana I domingo 14 febrero 2021

 

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Laudes

Segunda semana del salterio

¡Señor, abre mis labios!

¡y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 99

Alegría de los que entran en el templo

¡pueblo del Señor, rebaño que el guía, venid adorémosle, aleluya!

Aclama al Señor tierra entera, servir al Señor con alegría; entrad en su presencia con aclamaciones.

¡Pueblo del señor, rebaño que el guía, venid adorémosle, aleluya!

Sabed que el Señor es Dios, que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.

¡Pueblo del Señor, rebaño que el guía, venid adorémosle, aleluya!

Entrad por sus puertas con acción de gracias,  por sus atrios con himnos dándole gracias y bendiciendo su nombre.

¡Pueblo del Señor, rebaño que el guía, venid adorémosle, aleluya!

El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.

¡Pueblo del Señor, rebaño que el guía, venid adorémosle, aleluya!

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!,

¡como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amén!

¡Pueblo del Señor, rebaño que el guía, venid adorémosle, aleluya!

Himno:

Somos el pueblo de la pascua, aleluya es nuestra canción; Cristo nos trae la alegría, ¡levantemos el corazón!

El Señor ha vencido al mundo muerto en la cruz por nuestro amor, resucitado de la muerte y de la muerte vencedor.

Él ha venido a hacernos libres, con libertad de hijos de Dios;  él desata nuestras cadenas, ¡alegraos en el Señor!

Sin conocerle, muchos siguen rutas de desesperación, no han escuchado la noticia de Jesucristo redentor.

Misioneros de la alegría, de la esperanza y del amor; mensajeros del evangelio, somos testigos del Señor.

Gloria a Dios padre que nos hizo,  gloria a Dios hijo salvador,  gloria al espíritu divino, tres personas y un solo Dios.

¡Amén!

Salmodia:

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Salmo 117

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel, eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aaron, eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor, eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor y me escuchó poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo, no temo; qué podrá hacerme el hombre, el Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes.

Todos los pueblos me rodeabanen el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban cerrando el cerco, en el nombre del señor los rechacé;  me rodeaban como avispas ardiendo como fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó. El señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación.

Escuchad, hay cantos de victoria en las tiendas de los justos; la diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa.

No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor, ¡me castigó!,  me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte.

Abrirme las puertas del triunfo y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor, los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular, es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.

Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo; Señor danos la salvación, Señor danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor;  el Señor es Dios, él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!,

¡Cómo era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amén!

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

¡Cantemos un himno al Señor, nuestro Dios, aleluya!

Daniel, capítulo 3; versículos 52 al 57

Bendito eres Señor Dios de nuestros padres, a ti, gloria y alabanza por los siglos.

Bendito tu nombre santo y glorioso,  a él, gloria  y alabanza por los siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria, a ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino, a ti, gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentados sobre querubines sondeas los abismos; a ti, gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo, a ti, honor y alabanza por los siglos.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!,

¡cómo era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amén!

¡Cantemos un himno al Señor nuestro Dios, aleluya!

¡Alabad al Señor por su inmensa grandeza, aleluya!

Salmo 150

 Alabad al Señor en su templo,  alabadlo en su fuerte firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras.

Alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas.

Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta, alabe al Señor.

¡Gloria al padre y al Hijo y al Espíritu Santo!,

¡cómo era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amén!

¡Alabad al Señor por su inmensa grandeza, aleluya!

Lectura breve

Ezequiel; capítulo 36, versículos 25 al 27

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará de todas vuestras inmundicias e idolatrías,

os he de purificar y os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo;

arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne,

os infundiré  mi espíritu y haré que camineis según mis preceptos y que guardéis, y cúmplais mis mandatos.

Responsorio breve:

 Te damos gracias, ¡oh Dios!,  invocando tu nombre.

Te damos gracias, ¡oh Dios!,  invocando  tu nombre.

Contando tus maravillas,

invocando  tu nombre.

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!

Te damos gracias, ¡oh  Dios! , invocando tu nombre.

Cántico evangélico

¡Señor si quieres puedes limpiarme; Jesús dijo, quiero,  queda limpio!

Bendito sea el señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos odian, realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos, que libres de temor arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días.

Y a ti niño te llamarán profeta del altísimo porque irás delante del Señor a preparar sus caminos anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia nuestro Dios nos visitará el Sol, que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!,

¡como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amén!

¡Señor si quieres puedes limpiarme; Jesús dijo, quiero,  queda limpio!

Preces

Demos gracias a nuestro salvador que ha venido al mundo para ser Dios con nosotros, y digámosle confiadamente:

¡Cristo, rey de la gloria, sé nuestra luz y nuestro gozo!

Señor Jesús, sol que nace de lo alto y primicia de la resurrección futura,

Haz que siguiéndote a ti no vivamos nunca en sombra de muerte, sino que tengamos siempre la luz de la vida.

Que sepamos descubrir, Señor,  cómo todas las criaturas están llenas de tus perfecciones,

para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.

No permitas, Señor, que hoy nos dejemos vencer por el mal,

antes danos tu fuerza para que venzamos  al mal a fuerza de bien.

Tú que al ser bautizado en el Jordán fuiste ungido con el Espíritu Santo,

asístenos durante este día para que actuemos movidos por este mismo espíritu de santidad.

Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios, por ello nos atrevemos a decir:

¡Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo;

danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal!

Oración final

Señor, tú, que te complace en habitar en los rectos y sencillos de corazón, concédenos vivir por tu gracia de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros,

por nuestro señor Jesucristo, tu hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos,

¡amén!

El Señor nos bendiga y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna,

¡amén!

Salve Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles, salve raíz, salve puerta que dio paso a nuestra luz;

alégrate Virgen gloriosa, entre todas la más bella, salve agraciada doncella; ruega a Cristo por nosotros.

¡Amén!

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