Laudes
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Salmo 23:
Entrada solemne de Dios en su templo.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe, y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!
El hombre de manos inocentes, y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso; ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!
Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!
¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso; el Señor, héroe de la guerra.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!
¡Portones!, alzad los dinteles, Levantaos puertas antiguas: va a entrar el Rey de la gloria.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!
¿Quién es ese Rey de la gloria? El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!
¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!
¡Amén!
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!
Himno:
Oh sol de salvación, oh Jesucristo: Alumbra lo más hondo de las almas, en tanto que la noche retrocede y el día sobre el mundo se levanta. Junto con este favorable tiempo, danos ríos de lágrimas copiosas para lavar el corazón, que ardiendo, en jubilosa caridad se inmola.
La fuente que hasta ayer manó delitos, ha de manar desde hoy perenne llanto; si con la vara de la penitencia, el pecho empedernido es castigado. Ya se avecina el día, el día tuyo, volverá a florecer el universo, compartamos su gozo los que fuimos devueltos por tu mano a tus senderos.
Oh Trinidad clemente: que te adoren tierra y cielo a tus pies arrodillados; y que nosotros, por tu gracia nuevos, cantemos en tu honor un nuevo canto.
¡Amén!
Salmodia:
Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo
Salmo 117:
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor, y me escuchó, poniéndome a salvo. El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban cerrando el cerco, en el nombre del Señor los rechacé; me rodeaban como avispas, ardiendo como fuego en las zarzas, en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos: «la diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa, la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo, y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor: los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; El Señor es Dios, él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del altar. Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!
¡Amén!
Tú eres mi Dios, te doy gracias; Dios mío, yo te ensalzo
Capaz eres, Señor, de liberarnos de la mano del poderoso; líbranos, Señor, Dios nuestro
Cántico:
Daniel 3: 52 – 57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres: a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, santo y glorioso: a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria: a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino: a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos: a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo: a ti honor y alabanza por los siglos.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.
¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!
¡Amén!
Capaz eres, Señor, de liberarnos de la mano del poderoso; líbranos, Señor, Dios nuestro
Alabad al Señor por sus obras magnificas
Salmo 150:
Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras.
Alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con trompas y flautas.
Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor.
¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!
¡Amén!
Alabad al Señor por sus obras magnificas
Lectura breve:
Nehemías 8: 9 – 10
Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza.
Responsorio breve:
Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Tú que fuiste triturado por nuestros crímenes.
Ten piedad de nosotros.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
Cántico evangélico:
Dios, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre: Abraham. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!
¡Amén!
Dios, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo.
Preces:
Glorifiquemos a Dios, cuya bondad es infinita, y elevemos a él nuestra oración por medio de Jesucristo, que está siempre vivo para interceder en favor nuestro; digámosle: Enciende, Señor, en nosotros la llama de tu amor.
Dios de misericordia, haz que hoy nos entreguemos generosamente a las obras de amor al prójimo.
Para que tu misericordia, a través de nosotros, llegue a todos los hombres.
Tú que en el arca salvaste a Noé de las aguas del diluvio.
Salva por el agua del bautismo a los catecúmenos.
Concédenos vivir no sólo de pan.
Sino de toda palabra que sale de tu boca.
Haz que, con tu ayuda, venzamos toda disensión,
Y podamos gozarnos en el don de tu paz y de tu amor.
Movidos ahora todos por el mismo Espíritu que nos da Cristo resucitado, acudamos a Dios, de quien somos verdaderos hijos, diciendo:
¡Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo;
danos, hoy, nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal!
Oración final:
Señor, que reconcilias contigo a los hombres por tu Palabra hecha carne, haz que el pueblo cristiano se apresure, con fe viva y entrega generosa, a celebrar las próximas fiestas pascuales.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.
¡Amén!
El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.
¡Amén!
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!
¡Amén!