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Laudes I oración de la mañana I domingo 18 de abril 2021

Laudes

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¡Señor, abre mis labios!

¡Y  mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 66:

¡Qué todos los pueblos alaben al Señor!

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia,

riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Himno:

Estaba al alba María, llamándole con sus lágrimas.

Vino la Gloria del Padre y amaneció el primer día. Envuelto en la blanca túnica de su propia luz divina, la sábana de la muerte dejada en tumba vacía. Jesús, alzado, reinaba; pero ella no lo veía.

Estaba al alba María, la fiel esposa que aguarda.

Mueva el Espíritu al aura en el jardín de la vida. Las flores huelan la Pascua de la carne sin mancilla, y quede quieta la esposa sin preguntas ni fatiga. ¡Ya está delante el esposo, venido de la colina!

Estaba al alba María, porque era la enamorada.

¡Amén!

Salmodia

El Señor reina, vestido de majestad. Aleluya.

Salmo 92:

El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder:  así está firme el orbe y no vacila.

Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno.

Levantan los ríos, Señor, levantan los ríos su voz, levantan los ríos su fragor.

Pero más que la voz de aguas caudalosas, más potente que el oleaje del mar, más potente en el cielo es el Señor.

Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

El Señor reina, vestido de majestad. Aleluya.

La creación se verá liberada, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Aleluya.

Cántico:

Daniel 3,57-88.56:

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

La creación se verá liberada, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Aleluya.

El nombre del Señor es sublime sobre el cielo y la tierra. Aleluya.

Salmo 148:

Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto.

Alabadlo, todos sus ángeles; alabadlo, todos sus ejércitos.

Alabadlo, sol y luna; alabadlo, estrellas lucientes.

Alabadlo, espacios celestes y aguas que cuelgan en el cielo.

Alaben el nombre del Señor, porque él lo mandó, y existieron.

Les dió consistencia perpetua y una ley que no pasará.

Alabad al Señor en la tierra, cetáceos y abismos del mar.

Rayos, granizo, nieve y bruma, viento huracanado que cumple sus órdenes.

Montes y todas las sierras, árboles frutales y cedros.

Fieras y animales domésticos, reptiles y pájaros que vuelan.

Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo.

Los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños.

Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime.

Su majestad sobre el cielo y la tierra; él acrece el vigor de su pueblo.

Alabanza de todos sus fieles, de Israel, su pueblo escogido.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

El nombre del Señor es sublime sobre el cielo y la tierra. Aleluya.

Lectura breve:

Hch 10, 40-43

Dios resucitó a Jesús al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado; a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.

Responsorio Breve:

Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

Tú que has resucitado de entre los muertos Ten piedad de nosotros. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

Cántico Evangélico:

Se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo: Paz a vosotros. Aleluya.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre: Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

Se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo: Paz a vosotros. Aleluya.

Preces:

Oremos a Cristo, autor de la vida a quien Dios resucitó de entre los muertos, y que por su poder nos resucitará también a nosotros, y digámosle:

Cristo, vida nuestra, sálvanos.

Cristo, luz esplendorosa que brillas en las tinieblas, rey de la vida y salvador de los que han muerto.

Concédenos vivir hoy en tu alabanza.

Señor Jesús, que anduviste los caminos de la pasión y de la cruz.

Concédenos que, unidos a ti en el dolor y en la muerte, resucitemos también contigo.

 Hijo del Padre, maestro y hermano nuestro, tú que has hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes.

Enséñanos a ofrecer con alegría nuestro sacrificio de alabanza.

Rey de la gloria, esperamos anhelantes el día de tu manifestación gloriosa.

Para poder contemplar tu rostro y ser semejantes a ti.

Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos, hoy,  nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

Oración final:

Que tu pueblo, Señor, exulte siempre al verse renovado y rejuvenecido en el espíritu, y que la alegría de haber recobrado la adopción filial afiance su esperanza de resucitar gloriosamente.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.

¡Amén!

El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.

¡Amén!

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.

¡Señor, abre mis labios!

¡Y  mi boca proclamará tu alabanza!

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