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Laudes I oración de la mañana I jueves 13 mayo 2021

Laudes

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¡Señor, abre mis labios!
¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 99

¡Alegría de los que entran en el templo!
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Aclama al Señor tierra entera, servid al Señor con alegría; entrad en su presencia con aclamaciones.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Sabed que el Señor es Dios, que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos dándole gracias y bendiciendo su nombre.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Himno:

El agua pura, don de la mañana, da a los ojos el brillo de la vida, y el alma se despierta cuando escucha que el ángel dice: «¡Cristo resucita!»

¡Cómo quieren las venas de mi cuerpo ser música, ser cuerdas de la lira, y cantar, salmodiar como los pájaros, en esta Pascua, santa la alegría!

Mirad cuál surge Cristo transparente: en medio de los hombres se perfila
su cuerpo humano, cuerpo del amigo deseado, serena compañía.

El que quiera palparlo, aquí se acerque, entre con su fe en el Hombre que humaniza,
derrame su dolor y su quebranto, de riendas al amor, su gozo diga.

A ti, Jesús ungido, te ensalzamos, a ti, nuestro Dios, que depositas tu santo y bello cuerpo en este mundo, como en el campo se echa la semilla.

¡Amén!

Salmodia:

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Aleluya.
Salmo 79
Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como a un rebaño; tú que te sientas sobre querubines, resplandece ante Efraín, Benjamín y Manasés; despierta tu poder y ven a salvarnos.

Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Señor, Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo estarás airado mientras tu pueblo te suplica?

Les diste a comer llanto, a beber lágrimas a tragos; nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos, nuestros enemigos se burlan de nosotros.

Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Sacaste una vid de Egipto, expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste; le preparaste el terreno, y echó raíces hasta llenar el país.

Su sombra cubría las montañas, y sus pámpanos, los cedros altísimos; extendió sus sarmientos hasta el mar, y sus brotes hasta el Gran Río.

¿Por qué has derribado su cerca para que la saqueen los viandantes, la pisoteen los jabalíes y se la coman las alimañas?

Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa.

La han talado y le han prendido fuego; con un bramido hazlos perecer. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.

Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Aleluya.

Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador. Aleluya.

Cántico:

Isaías 12, 1-6

Te doy gracias, Señor, porque estabas airado contra mí, pero ha cesado tu ira y me has consolado.

Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.

Aquel día diréis: Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus azañas,
proclamad que su nombre es excelso.

Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel».

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador. Aleluya.

El Señor nos alimentó con flor de harina. Aleluya.

Salmo 80:

Aclamad a Dios, nuestra fuerza; dad vítores al Dios de Jacob: acompañad, tocad los panderos, las cítaras templadas y las arpas; tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta.

Porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de Jacob, una norma establecida para José al salir de Egipto.

Oigo un lenguaje desconocido: Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.

Clamaste en la aflicción, y te liberé, te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.

Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases Israel!

No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto; abre tu boca y yo la saciaré.

Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer: los entregué a su corazón obstinado, para que anduviesen según sus antojos.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino! en un momento humillaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios.

Los que aborrecen al Señor te adularían, y su suerte quedaría fijada; te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

El Señor nos alimentó con flor de harina. Aleluya.

Lectura breve:

Rm 8,10-11
Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

Responsorio Breve:

El Señor ha resucitado del sepulcro. El Señor ha resucitado del sepulcro.
Él que por nosotros colgó del madero. Ha resucitado del sepulcro.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. El Señor ha resucitado del sepulcro.

Cántico evangélico:

Dentro de poco ya no me veréis , dice el Señor, pero poco más tarde me volveréis a ver, porque me voy al Padre. Aleluya.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre: Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Dentro de poco ya no me veréis , dice el Señor, pero poco más tarde me volveréis a ver, porque me voy al Padre. Aleluya.

Preces:

Oremos confiados a Dios Padre, que quiso que Cristo fuera la primicia de la resurrección de los hombres, y aclamémosle diciendo:
Que el Señor Jesús sea nuestra vida.
Tú que con la columna de fuego iluminaste a tu pueblo en el desierto.
Ilumina hoy con la resurrección de Cristo el día que empezamos.
Tú que por la voz de Moisés adoctrinaste a tu pueblo en el Sinaí.
Por la resurrección de Cristo sé hoy palabra de vida para nosotros.
Tú que con el maná alimentaste a tu pueblo peregrino en el desierto.
Por la resurrección de Cristo danos hoy el pan de vida.
Tú que por el agua que manó de la roca diste de beber a tu pueblo en el desierto.
Por la resurrección de tu Hijo danos hoy parte en tu Espíritu de vida.

Dirijamos ahora, todos juntos, nuestra oración al Padre, y digámosle:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo;
danos, hoy, nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

Oración final:

Oh Dios, que nos haces partícipes de la redención, concédenos vivir siempre la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

¡Amén!

El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.
¡Amén!

Dulce Madre, no te alejes; tu vista de nosotros, no apartes; ven con nosotros a todas partes y solos nunca nos dejes, y ya que nos amas tanto, como verdadera madre que eres, haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

¡Amén!

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