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Laudes I oración de la mañana I jueves 22 de abril 2021

Laudes

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Salmo 99

¡Alegría de los que entran en el templo!

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Aclama al Señor tierra entera, servid al Señor con alegría; entrad en su presencia con aclamaciones.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Sabed que el Señor es Dios, que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,  por sus atrios con himnos dándole gracias y bendiciendo su nombre.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Himno:

El agua pura, don de la mañana, da a los ojos el brillo de la vida, y el alma se despierta cuando escucha que el ángel dice: «¡Cristo resucita!»

¡Cómo quieren las venas de mi cuerpo ser música, ser cuerdas de la lira, y cantar, salmodiar como los pájaros, en esta Pascua, santa la alegría!

Mirad cuál surge Cristo transparente: en medio de los hombres se perfila su cuerpo humano, cuerpo del amigo deseado, serena compañía.

El que quiera palparlo, aquí se acerque, entre con su fe en el Hombre que humaniza, derrame su dolor y su quebranto, de riendas al amor, su gozo diga.

A ti, Jesús ungido, te ensalzamos, a ti, nuestro Dios, que depositas tu santo y bello cuerpo en este mundo, como en el campo se echa la semilla.

¡Amén!

Salmodia

Cantaremos mientras danzamos: todas mis fuentes están en ti, ciudad de Dios. Aleluya.

Salmo 86:

Él la ha cimentado sobre el monte santo;  y el Señor prefiere las puertas de Sión  a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!  Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí.

Se dirá de Sión: Uno por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos: Este ha nacido allí. Y cantarán mientras danzan: Todas mis fuentes están en ti.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

Cantaremos mientras danzamos: todas mis fuentes están en ti, ciudad de Dios. Aleluya.

Como un pastor, reúne su rebaño, toma en brazos los corderos. Aleluya.

Cántico:

Isaías 40, 10-17

Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede.

Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.

¿Quién ha medido a puñados el mar o mensurado a palmos el cielo, o a cuartillos el polvo de la tierra?

¿Quién ha pesado en la balanza los montes y en la báscula las colinas? ¿Quién ha medido el aliento del Señor? ¿Quién le ha sugerido su proyecto?

¿Con quién se aconsejó para entenderlo, para que le enseñara el camino exacto, para que le enseñara el saber y le sugiriese el método inteligente?

Mirad, las naciones son gotas de un cubo y valen lo que el polvillo de balanza. Mirad, las islas pesan lo que un grano, el Líbano no basta para leña, sus fieras no bastan para el holocausto.

En su presencia, las naciones todas como si no existieran, son ante él como nada y vacío.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

Como un pastor, reúne su rebaño, toma en brazos los corderos. Aleluya.

El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos. Aleluya.

Salmo 98:

 El Señor reina, tiemblen las naciones; sentado sobre querubines, vacile la tierra.

El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos. Reconozcan tu nombre, grande y terrible: él es santo.

Reinas con poder y amas la justicia, tú has establecido la rectitud; tú administras la justicia y el derecho, tú actúas en Jacob.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies: él es santo.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él respondía. Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio.

Señor, Dios nuestro, tú les respondías, tú eras para ellos un Dios de perdón, y un Dios vengador de sus maldades.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro; postraos ante su monte santo: Santo es el Señor, nuestro Dios.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

El Señor es grande en Sión, encumbrado sobre todos los pueblos. Aleluya.

Lectura breve:

Rm 8,10-11

Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

Responsorio Breve:

El Señor ha resucitado del sepulcro. El Señor ha resucitado del sepulcro.

Él que por nosotros colgó del madero. Ha resucitado del sepulcro.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. El Señor ha resucitado del sepulcro.

Cántico evangélico:

Os lo aseguro: el que cree en mí tiene vida eterna. Aleluya.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre: Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

Os lo aseguro: el que cree en mí tiene vida eterna. Aleluya.

Preces:

Glorifiquemos a Cristo resucitado y siempre presente en su Iglesia y supliquémosle, diciendo:

Quédate, con nosotros, Señor.

Señor Jesús, vencedor del pecado y de la muerte.

Permanece en medio de nosotros, tú que vives por los siglos de los siglos.

Señor, ven a nosotros con tu poder salvador.

Y muéstranos la bondad de Dios Padre.

Señor, ayuda al mundo abrumado por las discordias.

Ya que sólo tú tienes el poder de salvar y reconciliar.

Confírmanos en la fe de la victoria final.

Y arraiga en nosotros la esperanza de tu manifestación gloriosa.

Acudamos ahora a nuestro Padre celestial, diciendo:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo;

danos, hoy,  nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

Oración final:

Dios todopoderoso y eterno, que en estos días de Pascua nos has revelado más claramente tu amor y nos has permitido conocerlo con más profundidad, concede a quienes has librado de las tinieblas del error adherirse con firmeza a las enseñanzas de tu verdad.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.

¡Amén!

El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.

¡Amén!

Dulce Madre, no te alejes; tu vista de nosotros, no apartes; ven con nosotros a todas partes y solos nunca nos dejes, y ya que nos amas tanto, como verdadera madre que eres,  haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

¡Amén!

 

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