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Laudes I oración de la mañana I miércoles 17 de marzo 2021

Laudes

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¡Señor, abre mis labios!

¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 94:

Invitación a la alabanza divina.

¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!

Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las cimas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!

Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!

Ojalá escuchéis hoy su voz: No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masah en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!

Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso.
¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!

¡Amén!

¡Venid adoremos a Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió!

Himno:

Cuando vuelto hacia ti de mi pecado iba pensando en confesar sincero el dolor desgarrado y verdadero del delito de haberte abandonado.

Cuando pobre volvime a ti humillado, me ofrecí como inmundo pordiosero; cuando, temiendo tu mirar severo bajé los ojos, me sentí abrazado.

Sentí mis labios por tu amor sellados y ahogarse entre tus lágrimas divinas la triste confesión de mis pecados.

Llenóse el alma en luces matutinas, y, viendo ya mis males perdonados, quise para mi frente tus espinas.

¡Amén!

Salmodia:

¡Dios mío, mi corazón está firme!

Salmo 107:

Dios mío, mi corazón está firme, para ti cantaré y tocaré, gloria mía. Despertad, cítara y arpa, despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor, tocaré para ti ante las naciones: por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria; para que se salven tus predilectos, que tu mano salvadora nos responda.

Dios habló en su santuario: Triunfante, ocuparé Siquén, parcelaré el valle de Sucot.

Mío es Galaad, mío Manasés, Efraín es yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro.

Moab, una jofaina para lavarme, sobre Edom echo mi sandalia, sobre Filistea canto victoria.

Pero, ¿quién me guiará a la plaza fuerte, quién me conducirá a Edom, si tú, oh Dios, nos has rechazado y no sales ya con nuestras tropas?

Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil; con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos.

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!

¡Amén!

¡Dios mío, mi corazón está firme!

¡El Señor me ha vestido un traje de gala y de triunfo!

Cántico:

Isaías 61: 10-62,5

Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas.

Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.

Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamé como antorcha.

Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo pronunciado por la boca del Señor.

Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán: abandonada, ni a tu tierra: devastada; a ti te llamarán: mi favorita, y a tu tierra: desposada, porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido.

Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!

¡Amén!

¡El Señor me ha vestido un traje de gala y de triunfo!

¡Alabaré al Señor mientras viva!

Salmo 145:

Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar; exhalan el espíritu y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!

¡Amén!

¡Alabaré al Señor mientras viva!

Lectura breve:

Dt 7, 6.8-9

El Señor, tu Dios, te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así sabrás que el Señor tu Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones.

Responsorio breve:

Él me librará de la red del cazador. Él me librará de la red del cazador. Me cubrirá con sus plumas. De la red del cazador. ¡Gloria al Padre y al Hijo y el Espíritu Santo!

¡Él me librará de la red del cazador!

Cántico evangélico:

¡Quién escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna, dice el Señor!

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre: Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!
¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!

¡Amén!

¡Quién escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna, dice el Señor!

Preces:

Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que por la acción de su Espíritu purifica nuestros corazones y los llena de su amor, y digámosle: Danos, Señor, tu Espíritu Santo.

Concédenos, Señor, el espíritu de fe y de acción de gracias.

Para recibir siempre con gozo lo bueno y soportar con paciencia lo adverso.

Haz que busquemos la caridad no únicamente en los acontecimientos importantes.

Sino, ante todo, en la vida ordinaria. Concédenos observar el ayuno que te agrada. Compartiendo nuestro pan con los hambrientos. Danos llevar en nuestro cuerpo la muerte de tu Hijo. Tú que nos has vivificado en su cuerpo.

Dejemos que el Espíritu de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones, se una a nuestro espíritu para clamar:

¡Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos, hoy,  nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal!

Oración final:

Señor, Dios nuestro, que concedes a los justos el premio de sus méritos, y a los pecadores que hacen penitencia les perdonas sus pecados, ten piedad de nosotros y danos, por la humilde confesión de nuestras culpas, tu paz y tu perdón.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.

¡Amén!

El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.

¡Amén!

Salve, Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles; salve raíz, salve puerta que dio paso a nuestra luz; alégrate, Virgen Gloriosa, entre todas la más bella; salve, Agraciada Doncella,  ruega a  Cristo por nosotros.

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