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Laudes I oración de la mañana I sábado 30 enero 2021

Tercera semana del tiempo Ordinario.

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Laudes

¡Señor abre mis labios!

R/: ¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 94:

¡Invitación a la alabanza Divina!

¡Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle!

Venid, aclamemos al Señor,

Demos  vítores a la Roca que nos salva;

Entremos a su presencia dándole gracias,

Aclamándolo con cantos.

R/: ¡Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle!

Porque el Señor es un Dios grande,

Soberano de todos los dioses:

Tiene en su mano las cimas de la tierra,

Son suyas las cumbres de los montes.

Suyo es el mar porque él lo hizo,

La tierra firme que modelaron sus manos.

R/: ¡Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle!

Venid, postrémonos por tierra,

Bendiciendo al Señor creador nuestro,

Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo,

El rebaño que él guía.

R/: ¡Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle!

Ojalá escuchéis hoy su voz:

“No endurezcáis el corazón como en Meribá,

Como el día de Masá en el desierto:

Cuando vuestros padres me pusieron a prueba,

Y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

R/: ¡Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle!

Durante 40 años, aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

Que no reconoce mi camino,

Por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso.”

¡Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle!

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!

R/: ¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!, ¡Amén!

¡Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle!

Himno:

Al filo de los gallos, viene la aurora;

los temores se alejan como las sombras.

¡Dios, Padre nuestro, en tu nombre dormimos y amanecemos!

Como luz nos visitas, Rey de los hombres,

como amor que vigila siempre de noche;

cuando el que duerme, bajo el signo del sueño, prueba la muerte.

Del sueño del pecado nos resucitas, y es señal de tu gracia la luz amiga.

¡Dios que nos velas! Tú nos sacas por gracia de las tinieblas.

Gloria al Padre, y al Hijo, gloria al Espíritu.

Al que es paz, luz y vida, al Uno y Trino;

gloria a su nombre y al misterio divino que nos lo esconde. Amén.

Salmodia:

¡Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables!

Salmo 118:

Te invoco de todo corazón: respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;

a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos;

me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche, meditando tu promesa;

escucha mi voz por tu misericordia, con tus mandamientos dame vida;

ya se acercan mis inicuos perseguidores, están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables;

hace tiempo comprendí que tus preceptos los fundaste para siempre.

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!

R/: ¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!, ¡Amén!

¡Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables!

¡Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos!

Cántico:

Sabiduría, capítulo 9, versículos 1 al 6. 9 al 11.

Dios de los padres, y Señor de la misericordia, que con tu palabra hiciste todas las cosas,

y en tu sabiduría formaste al hombre, para que dominase sobre tus criaturas,

y para regir el mundo con santidad y justicia, y lo gobernase con rectitud de corazón.

Dame la sabiduría asistente de tu trono y no me excluyas del número de tus siervos,

porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva, hombre débil y de pocos años,

demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.

Pues, aunque uno sea perfecto entre los hijos de los hombres,

sin la sabiduría que procede de ti, será estimado en nada.

Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras, que te asistió cuando hacías el mundo,

y que sabe lo que es grato a tus ojos y lo que es recto según tus preceptos.

Mándala de tus santos cielos, y de tu trono de gloria envíala,

para que me asista en mis trabajos y venga yo a saber lo que te es grato.

Porque ella conoce y entiende todas las cosas,

y me guiará prudentemente en mis obras y me guardará en su esplendor.

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!

R/: ¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!, ¡Amén!

¡Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos!

¡La fidelidad del Señor dura por siempre!

Salmo 116:

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!

R/: ¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!, ¡Amén!

¡La fidelidad del Señor dura por siempre!

Lectura breve:

Filipenses, capítulo 2, versículos 14 al 15.

Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios, sin mancha,

En medio de esta generación mala y perversa, entre la cual aparecéis como antorchas en el mundo.

Responsorio breve:

¡A ti grito, Señor, tú eres mi refugio!

¡A ti grito, Señor, tú eres mi refugio!

¡Mi heredad en el país de la vida!

¡Tú eres mi refugio!

¡Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo!

¡A ti grito, Señor, tú eres mi refugio!

Cántico evangélico:

¡Ilumina, Señor, a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte!

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,

Suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,

Según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian;

Realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza,

Y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,

Le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,

Anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,

Para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!

R/: ¡Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos!, ¡Amén!

¡Ilumina, Señor, a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte!

Preces:

Invoquemos a Dios por intercesión de María, a quien el Señor colocó por encima de todas las criaturas celestiales y terrenas, diciendo:

¡Contempla, Señor, a la Madre de tu Hijo y escúchanos!

Padre de misericordia, te damos gracias porque nos has dado a María como madre y ejemplo,

santifícanos por su intercesión.

Tú que hiciste que María meditara tus palabras, guardándolas en su corazón, y fuera siempre fidelísima hija tuya,

por su intercesión haz que también nosotros seamos de verdad hijos tuyos y discípulos de tu Hijo.

Tú que quisiste que María concibiera por obra del Espíritu Santo,

por intercesión de María otórganos los frutos de este mismo Espíritu.

Tú que diste fuerza a María para permanecer junto a la cruz y la llenaste de alegría con la resurrección de tu Hijo,

por intercesión de María confórtanos en la tribulación y reanima nuestra esperanza.

Concluyamos nuestras súplicas con la oración que el mismo Cristo nos enseñó:

Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios, por esto nos atrevemos a decir:

Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre,

Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,

No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. ¡Amén!

Oración:

Dios misericordioso, fuente y origen de nuestra salvación,

Haz que mientras dure nuestra vida aquí en la tierra, te alabemos constantemente y podamos así participar un día en la alabanza eterna del cielo.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. ¡Amén!

Madre del Redentor, Virgen fecunda;

Puerta del cielo siempre abierta, Estrella del mar.

Ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,

Engendraste a tu Santo Creador y permaneces siempre Virgen.

Recibe el saludo del Ángel Gabriel y ten piedad de nosotros pecadores.

¡El Señor nos bendiga, nos guarde de todos mal y nos lleve a la vida eterna!

R/: ¡Amén!

 

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