Inicio - Oraciones - Laudes del día - Laudes I oración de la mañana I sábado 8 mayo 2021
Generic filters

Filtro

Laudes I oración de la mañana I sábado 8 mayo 2021

Laudes

Para activar el video con la oración de la mañana dale play

¡Señor, abre mis labios!
¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 99

¡Alegría de los que entran en el templo!
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Aclama al Señor tierra entera, servid al Señor con alegría; entrad en su presencia con aclamaciones.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Sabed que el Señor es Dios, que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos dándole gracias y bendiciendo su nombre.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

Himno:

Velaron las estrellas el sueño de su muerte, sus luces de esperanzas las recogió ya el sol,
en haces luminosos la aurora resplandece, es hoy el nuevo día en que el Señor actuó.

Los pobres de sí mismos creyeron su palabra, la noche de los hombres fue grávida de Dios,
él dijo volvería colmando su esperanza, más fuerte que la muerte fue su infinito amor.

De angustia estremecida lloró y gimió la tierra, en lágrimas y sangre su humanidad vivió;
pecado, mal y muerte perdieron ya su fuerza, el Cristo siempre vivo es hoy nuestro blasón.

De gozo reverdecen los valles y praderas, los pájaros y flores, su canto y su color,
celebran con los hombres la eterna primavera del día y la victoria en que el Señor actuó.

Recibe, Padre santo, los cánticos y amores de cuantos en tu Hijo hallaron salvación,
tu Espíritu divino nos llene de sus dones, los hombres y los pueblos se abran a tu amor.

¡Amén!

Salmodia

Por tu misericordia dame vida. Aleluya.
Salmo 118

Te invoco de todo corazón: respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes; a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos; me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias, meditando tu promesa; escucha mi voz por tu misericordia, con tus mandamientos dame vida; ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables; hace tiempo comprendí que tus preceptos los fundaste para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Por tu misericordia dame vida. Aleluya.

Los que habían vencido cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero. Aleluya.

Cántico:

Éxodo 15,1-4.8-13.17-18

Cantaré al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor, Él fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. El Señor es un guerrero,
su nombre es «el Señor.»

Los carros del Faraón los lanzó al mar, ahogó en el Mar Rojo a sus mejores capitanes.

Al soplo de tu nariz, se amontonaron las aguas, las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.

Decía el enemigo: «Los perseguiré y alcanzaré, repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano».

Pero sopló tu aliento, y los cubrió el mar, se hundieron como plomo en las aguas formidables.

¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos, temible por tus proezas, autor de maravillas?

Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra; guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.

Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos. El Señor reina por siempre jamás.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Los que habían vencido cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero. Aleluya.

Firme es su misericordia con nosotros. Aleluya.

Salmo 116:

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Firme es su misericordia con nosotros. Aleluya.

Lectura breve:

Rm 14,7-9
Ninguno de nosotros vive para sí mismo, y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor. En la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.

Responsorio breve:

El Señor ha resucitado del sepulcro.
El Señor ha resucitado del sepulcro.
Él que por nosotros colgó del madero.
Ha resucitado del sepulcro.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
El Señor ha resucitado del sepulcro.
Cántico evangélico:
Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos. Aleluya.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre: Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos. Aleluya.

Preces:

Oremos a Cristo, pan de vida, que en el último día resucitará a los que se alimentan con su palabra y con su cuerpo, y digámosle:
Señor, danos paz y alegría.
Hijo de Dios, que, resucitado de entre los muertos, eres el príncipe de la vida.
Bendice y santifica a tus fieles y a todos los hombres.
Tú que concedes paz y alegría a todos los que creen en ti.
Danos el vivir como hijos de la luz mientras nos alegramos de tu victoria.
Aumenta la fe de tu Iglesia, peregrina en la tierra.
Para que dé al mundo testimonio de tu resurrección.
Tú que, habiendo padecido mucho, has entrado ya en la gloria del Padre.
Convierte en gozo la tristeza de los afligidos.

Con la misma confianza que tienen los hijos con su padres, acudamos nosotros a nuestro Dios, diciéndole:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos, hoy, nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

Oración final:

Señor, Dios todopoderoso, que por las aguas del bautismo nos has engendrado a la vida eterna, ya que has querido hacernos capaces de la vida inmortal, no nos niegues ahora tu ayuda para conseguir los bienes eternos.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.
¡Amén!

El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.
¡Amén!

Dulce Madre, no te alejes; tu vista de nosotros, no apartes; ven con nosotros a todas partes y solos nunca nos dejes, y ya que nos amas tanto, como verdadera madre que eres, haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

¡Amén!

Loading