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Laudes I oración de la mañana I viernes 11 junio 2021

Laudes

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¡Señor, abre mis labios!
¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 66:

¡Qué todos los pueblos alaben al Señor!
Al Corazón de Jesús, herido por nuestro amor, venid, adorémosle.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
Al Corazón de Jesús, herido por nuestro amor, venid, adorémosle.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Al Corazón de Jesús, herido por nuestro amor, venid, adorémosle.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra.
Al Corazón de Jesús, herido por nuestro amor, venid, adorémosle.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Al Corazón de Jesús, herido por nuestro amor, venid, adorémosle.
La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.
Al Corazón de Jesús, herido por nuestro amor, venid, adorémosle.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Al Corazón de Jesús, herido por nuestro amor, venid, adorémosle.

Himno:

Desde la cruz redentora, el Señor nos dio el perdón, y, para darnos su amor, todo a la vez, sin medida, abrió en su pecho una herida y nos dio su corazón.

Santa cruz de Jesucristo, abierta como dos brazos: rumbo de Dios y regazo en la senda del dolor, brazos tendidos de amor sosteniendo nuestros pasos.

Solo al chocar en las piedras el río canta al Creador; del mismo modo el dolor, como piedra de mi río, saca del corazón mío el mejor canto de amor.

¡Amén!

Salmodia

Jesús, puesto en pie, exclamó en alta voz: El que tenga sed que venga a mí y que beba.
Salmo 62,2-9:
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Jesús, puesto en pie, exclamó en alta voz: El que tenga sed que venga a mí y que beba.

Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso.

Cántico:

Daniel 3,57-88.56
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Venid a mí todos los que andáis rendidos y agobiados, que yo os daré descanso.

Hijo mío, entrégame el corazón y acepta de buena gana mi camino.

Salmo 149

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos.

Para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Hijo mío, entrégame el corazón y acepta de buena gana mi camino.

Lectura breve:

Jr 31, 33
Así será la alianza que haré con la casa de Israel, después de aquellos días, oráculo del Señor: Pondré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

Responsorio breve:

Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí. Que soy manso y humilde de corazón. Y aprended de mí.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí.

Cántico evangélico:

Por su entrañable misericordia Dios nos ha visitado y ha redimido a su pueblo. Aleluya.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre: Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Por su entrañable misericordia Dios nos ha visitado y ha redimido a su pueblo. Aleluya.

Preces:

Acudamos, hermanos, a Jesús, que es manso y humilde de corazón, y digámosle:
Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.

Jesús, Señor nuestro, en quien habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad,
haz que participemos de tu naturaleza divina.
Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.

Jesús, único maestro, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento,danos, mediante la Iglesia, el conocimiento de la multiforme sabiduría de Dios.
Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.

Jesús, Hijo de Dios, en quien el Padre se complace, enséñanos a escuchar con perseverancia tu palabra.
Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.

Jesús, hermano nuestro, de cuya plenitud todos hemos recibido, concédenos la abundancia de tu gracia y de tu verdad.
Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.

Jesús, salvador nuestro, fuente de vida y de santidad, haz que seamos santos e irreprochables por el amor.
Rey amantísimo, ten piedad de nosotros.

Unidos al Corazón de Jesucristo, que latió de amor por el Padre y por cada uno de nosotros, digamos confiadamente:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos, hoy, nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

Oración final:

Te pedimos, Dios todopoderoso y eterno, que, al celebrar la grandeza del amor que resplandece en el corazón de tu Hijo, recibamos de esta fuente divina gracias cada vez más abundantes.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

¡Amén!

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.
¡Amén!

Dame tus ojos, Madre, para saber mirar, si miro con tus ojos jamás podré pecar; dame tus labios, Madre, para poder rezar, si rezo con tus labios Jesús me escuchará; dame tus manos, Madre, que quiero trabajar, entonces mi trabajo valdrá una eternidad; dame tu manto, Madre, que cubra mi maldad, cubierto con tu manto al cielo he de llegar; dame tu cielo, Madre, para poder gozar, si tú me das el cielo que más puedo anhelar; dame a Jesús, ¡oh Madre!, para poder amar, esta será mi dicha por una eternidad.

¡Amén!

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