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Laudes I oración de la mañana I viernes 26 de marzo 2021

Laudes

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¡Señor, abre mis labios!

¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 94

Invitación a la alabanza divina.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia, dándole gracias, aclamándolo con cantos.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.

Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las cimas de la Tierra, son suyas las cumbres de los montes.

Suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.

Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.

Ojalá escuchéis, hoy, su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masah en el desierto: cuando vuestros padres me pusieron a prueba,

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras».

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.

Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije:

«Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso».

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.

Himno:

Delante de la cruz los ojos míos quédenseme, Señor, así mirando, y sin ellos quererlo estén llorando, porque pecaron mucho y están fríos.

Y estos labios que dicen mis desvíos, quédenseme, Señor, así cantando, y sin ellos quererlo estén rezando, porque pecaron mucho y son impíos.

Y así con la mirada en vos prendida, y así con la palabra prisionera, como la carne a vuestra cruz asida.

Quédeseme Señor, el alma entera; y así clavada en vuestra cruz mi vida. Señor, así, cuando queráis me muera.

¡Amén!

Salmodia:

Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.

Salmo 50: 

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado:

contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente.

Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría.

Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados.

Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso:

enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.

¡Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío!, y cantará mi lengua tu justicia.

Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado,

tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén:

entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.

Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel

Cántico:

Isaías 45,15-26:

Es verdad: tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador.

Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual, se van avergonzados los fabricantes de ídolos; mientras el Señor salva a Israel con una salvación perpetua,

para que no se avergüencen ni se sonrojen nunca jamás.

Así dice el Señor, creador del cielo. Él es Dios, Él modeló la tierra, la fabricó y la afianzó;

no la creó vacía, sino que la formó habitable: Yo soy el Señor, y no hay otro.

No te hablé a escondidas, en un país tenebroso, no dije a la estirpe de Jacob: buscadme en el vacío.

Yo soy el Señor que pronuncia sentencia y declara lo que es justo. Reuníos, venid, acercaos juntos, supervivientes de las naciones. No discurren los que llevan su ídolo de madera y rezan a un dios que no puede salvar.

Declarad, aducid pruebas, que deliberen juntos: ¿Quién anunció esto desde antiguo, quién lo predijo desde entonces? ¿No fui yo, el Señor? No hay otro Dios fuera de mí.

Yo soy un Dios justo y salvador, y no hay ninguno más. Volveos hacia mí para salvaros, confines de la tierra, pues yo soy Dios, y no hay otro.

Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia, una palabra irrevocable: Ante mí se doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua dirán: solo el Señor tiene la justicia y el poder.

A él vendrán avergonzados los que se enardecían contra él; con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

Entrad con vítores en la presencia del Señor.

Salmo 99: 

Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores.

Sabed que el Señor es Dios: que Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre.

El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

Entrad con vítores en la presencia del Señor.

Lectura breve:

Is 52,13-15

Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito.

Responsorio breve:

Él me librará de la red del cazador. Él me librará de la red del cazador. Me cubrirá con sus plumas. De la red del cazador. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Él me librará de la red del cazador.

Cántico evangélico:

Os he hecho muchas obras buenas , dice el Señor: ¿por cuál de ellas me apedreáis?

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre:  Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

¡Amén!

Os he hecho muchas obras buenas , dice el Señor: ¿por cuál de ellas me apedreáis?

Preces:

Demos gracias a Cristo, el Señor, que al morir en la cruz nos dio la vida, y digámosle con fe: Tú que has muerto por nosotros, escúchanos, Señor.

Maestro y Salvador nuestro, que nos revelaste con tu palabra el designio de Dios y nos renovaste con tu gloriosa pasión.

Aleja de nuestra vida toda maldad. Que sepamos, Señor, abstenernos hoy de los manjares del cuerpo.

Para ayudar con nuestra abstinencia a los hambrientos y necesitados.

Que vivamos santamente este día de penitencia cuaresmal.

Y lo consagremos a tu servicio, mediante obras de misericordia.

Sana, Señor, nuestras voluntades rebeldes.

Y llénanos de tu gracia y de tus dones.

Ya que somos hijos de Dios, oremos a nuestro Padre como Cristo nos enseñó: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos, hoy, nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

Oración final:

Perdona las culpas de tu pueblo, Señor, y que tu amor y tu bondad nos libren del poder del pecado, al que nos ha sometido nuestra debilidad.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.

¡Amén!

El Señor nos bendiga, y nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.

¡Amén!

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos; y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

¡Amén!

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