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Laudes I oración de la mañana I viernes 09 julio 2021

Laudes

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¡Señor, abre mis labios!
¡Y mi boca proclamará tu alabanza!

Salmo 94:

Invitación a la alabanza divina.
Celebremos la festividad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos.
Celebremos la festividad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

Porque el Señor es un Dios grande, soberano de todos los dioses: tiene en su mano las cimas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes; suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Celebremos la festividad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

Venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.
Celebremos la festividad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

Ojalá escuchéis hoy su voz: No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masah en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Celebremos la festividad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

Durante cuarenta años aquella generación me repugnó, y dije: Es un pueblo de corazón extraviado, que no reconoce mi camino; por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso.
Celebremos la festividad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Celebremos la festividad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

Himno:

Reina y Madre de Colombia, te corona nuestro amor; Virgen santa del Rosario, protege al pueblo y nación.

El santuario provinciano redunda en gracia y piedad, es centro de romerías
centro de culto filial.

Dichosa la tierra amada que goza de tu favor; irradia, Madre, en tus hijos
de tu imagen el fulgor.

Concurre el fiel a tu templo para ofrecer su oblación; por campos y valles se oyen
sus cánticos y oración.

Gloria a ti, Jesús, nacido de la Madre virginal; al Espíritu y al Padre
se rinda gloria inmortal.

¡Amén!

Salmodia

Hoy es la solemnidad de la gloriosa Virgen María, del linaje de Abraham, nacida de la tribu de Judá, y de la noble estirpe de David.
Salmo 62,2-9:
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Hoy es la solemnidad de la gloriosa Virgen María, del linaje de Abraham, nacida de la tribu de Judá, y de la noble estirpe de David.

Cantemos con todo nuestro afecto la solemnidad de la santísima Virgen María, la excelsa Madre de Dios.

Cántico:

Daniel 3,57-88.56
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor; ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor; astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor; fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor; témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor; noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor; rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor, ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor; cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor; aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor; santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo, ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo, alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Cantemos con todo nuestro afecto la solemnidad de la santísima Virgen María, la excelsa Madre de Dios.

Celebremos con todo nuestro afecto la solemnidad de la santísima Virgen María, para que ella interceda por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo.

Salmo 149:

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos.

Para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Celebremos con todo nuestro afecto la solemnidad de la santísima Virgen María, para que ella interceda por nosotros ante nuestro Señor Jesucristo.

Lectura breve:

Is 61,10
Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas.

Responsorio breve:

El Señor la eligió y la predestinó. El Señor la eligió y la predestinó. La hizo morar en su templo santo. Y la predestinó. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. El Señor la eligió y la predestinó.

Cántico evangélico:

Celebremos la solemnidad de la siempre Virgen María, Madre de Dios, porque reina en su celeste trono.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre: Abraham.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
¡Amén!

Celebremos la solemnidad de la siempre Virgen María, Madre de Dios, porque reina en su celeste trono.

Preces:

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.
Oh Sol de justicia, a quien la Virgen inmaculada precedía cual aurora luciente, haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.
Verbo eterno del Padre, que elegiste a María como arca incorruptible de tu morada, líbranos de la corrupción del pecado.
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.
Salvador nuestro, que quisiste que tu madre estuviera junto a tu cruz, por su intercesión, concédenos compartir con alegría tus padecimientos.
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.
Jesús, que, colgado en la cruz, diste María a Juan como madre,
haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.

Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:

Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos, hoy, nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

Oración final:

Padre nuestro, en tu amorosa solicitud has querido favorecer a nuestra Patria dándonos en Chiquinquirá un signo de tu presencia; por la intercesión poderosa de la Virgen María, cuyo patrocinio hoy celebramos, concédenos crecer en la fe y lograr la prosperidad por caminos de paz y de justicia.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

¡Amén!

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal, y nos lleve a la vida eterna.
¡Amén!

¡Oh incomparable Señora del Rosario de Chiquinquirá! Madre de Dios, Reina de los ángeles, abogada de los pecadores, refugio y consuelo de los afligidos y atribulados. Virgen Santísima, llena de poder y de bondad, lanza sobre nosotros una mirada favorable para que seamos socorridos por vos en todas las necesidades en que nos encontramos. Acordaos, ¡Oh clementísima Señora del Rosario!, que nunca se oyó decir que alguien que haya recurrido a vos, invocado vuestro santísimo nombre, e implorado vuestra singular protección, fuese por vos abandonado. Animados con esta confianza, a vos recurrimos. Os tomamos desde hoy y para siempre por Madre nuestra, nuestra protectora, consuelo y guía, esperanza y luz en la hora de la muerte. Libradnos de todo aquello que pueda ofenderos y a vuestro santísimo hijo, Jesús. Preservadnos de todos los peligros del alma y del cuerpo; dirigidnos en todos los negocios espirituales y temporales; libradnos de la tentación del demonio, para que andando por el camino de la virtud, podamos un día veros y amaros en la eterna gloria, por todos los siglos de los siglos.
¡Amén!

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