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Oficio de lectura – jueves 18 agosto 2022

Oficio de Lectura

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno

Puerta de Dios en el redil humano fue Cristo, el buen Pastor que al mundo vino, glorioso va delante del rebaño, guiando su marchar por buen camino.

Madero de la cruz es su cayado, su voz es la verdad que a todos llama, su amor es el del Padre, que le ha dado Espíritu de Dios, que a todos ama.

Pastores del Señor son sus ungidos, nuevos cristos de Dios, son enviados a los pueblos del mundo redimidos; del único Pastor siervos amados.

La cruz de su Señor es su cayado, la voz de la verdad es su llamada, los pastos de su amor, fecundo prado, son vida del Señor que nos es dada. Amén.

Salmodia

Ant.1: Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos.

Salmo 20, 2-8. 14

Señor, el rey se alegra por tu fuerza, ¡y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia: porque el rey confía en el Señor y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza, y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Ant.1: Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos.

Ant. 2: Cuando aparezca el supremo pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Salmo 91
Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad, con arpas de diez cuerdas y laúdes sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría, y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor, qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados y florezcan los malhechores, serán destruidos para siempre.

Tú, en cambio, Señor, eres excelso por los siglos.

Ant. 2: Cuando aparezca el supremo pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita.

Ant. 3: Siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán, los malhechores serán dispersados; pero a mí me das la fuerza de un búfalo y me unges con aceite nuevo.

Mis ojos no temerán a mis enemigos, mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios; en la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad.

Ant. 3: Siervo bueno y fiel, pasa al banquete de tu Señor.

V. Oirás de mi boca una palabra.
R. Y les advertirás de mi nombre.

Primera lectura

Para un santo papa u obispo de la carta del apóstol san Pablo a Tito 1, 7-11; 2, 1-8

recomendaciones de pablo sobre las cualidades y los deberes de los obispos

Querido hermano: Es preciso que el obispo sea irreprochable, como administrador que es de la casa de Dios: que no sea soberbio ni iracundo, ni dado al vino ni pendenciero, ni codicioso de torpes ganancias. Más bien, debe ser hospitalario, amigo de todo lo bueno, discreto, recto, religioso, dueño de sí y muy adicto al auténtico mensaje de la verdad transmitida. Así podrá exhortar y animar con sana instrucción y rebatir a los contradictores.

Hay, en verdad, muchos insubordinados, charlatanes y embaucadores, sobre todo de entre los partidarios de la circuncisión. Es necesario irles tapando la boca, porque van revolviendo familias enteras, enseñando lo que no se debe, con la mira puesta en vergonzosas ganancias. Pero tú enseña lo que es conforme a la sana doctrina.

Los ancianos, que sean moderados, dignos, discretos, íntegros y vigorosos en la fe, en la caridad, en la constancia. Las ancianas, de igual modo, que observen un porte religioso, como conviene a una profesión santa; que no se den a la murmuración ni al mucho vino; que sean maestras de buenas costumbres, para poder inspirar sentimientos de modestia a las más jóvenes. Así les enseñarán a ser buenas esposas y buenas madres de familia, a ser discretas, honestas, hacendosas, bondadosas, dóciles a sus maridos. Así no darán motivo para que se hable mal del Evangelio de Dios.

Asimismo, a los jóvenes, anímalos a vivir con moderación en todas las cosas. Y tú sé modelo por tus buenas obras, con desinterés e integridad en la enseñanza, con gravedad, con genuina e incensurable doctrina, para que nuestros adversarios se vean confundidos, al no tener nada malo que decir contra nosotros.

Responsorio Hch 20, 28; 1Co 4, 2

R. Tened cuidado del rebaño que el Espíritu Santo ha encargado guardar, como pastores de la de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo.

V. En un administrador lo que se busca es que sea fiel.
R. Como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con la sangre de su Hijo.

Segunda Lectura

San Fulgencio de Ruspe, Sermón 1 (23: CCL 91A, 889-890) Criado fiel y solícito

El Señor, queriendo enseñarnos cual sea la función específica de aquellos de sus siervos que ha puesto al frente de su pueblo, dice: ¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien su Señor pondrá al frente de su familia para que les reparta la medida de trigo a sus horas? Feliz este siervo, si el Señor, a su llegada, lo encuentra cumpliendo con su deber. ¿Quién es hermanos, este Señor?, sin duda, Cristo, que dijo a sus discípulos: Vosotros me llamáis «el Maestro» y «el Señor», y decís bien, porque lo soy.

¿Y quién es esta familia del Señor? Se trata de aquella familia que el mismo Señor rescató de manos del enemigo y convirtió en propiedad suya. Esta familia es la santa Iglesia católica, la cual, con fecundidad incesante, se va extendiendo por toda la tierra y se gloría de haber sido rescatada al precio de la sangre de su Señor. Porque El Hijo del hombre dice él mismo no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por muchos. Él es el buen pastor que ha dado su vida por sus ovejas. Por tanto, la familia del Redentor es la grey del buen pastor.

Y quién sea aquel siervo, que ha de ser a la vez fiel y prudente, nos lo enseña el apóstol Pablo cuando dice, refiriéndose a sí mismo y a sus compañeros en el apostolado: Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador, lo que se busca es que sea fiel.

Mas para que nadie piense que únicamente los apóstoles tienen esta condición de siervos y, abandonando el deber de la lucha espiritual, se abandone como siervo infiel e imprudente, el mismo apóstol nos recuerda que también los obispos son estos siervos, cuando dice: Es preciso que el obispo sea irreprochable, como administrador que es de la casa de Dios.

Somos, por tanto, siervos del padre de familia, somos administradores del Señor, y la medida de trigo que os damos a su tiempo no es nuestra, sino que la hemos recibido.

Si nos preguntamos cuál sea esta medida de trigo, encontraremos así mismo la respuesta en las palabras de San Pablo: A cada uno en la medida de la fe que Dios le ha dado.

Lo que en boca de Cristo es la medida de trigo, se convierte en boca de Pablo en medida de la fe, para que caigamos en la cuenta de que el trigo espiritual no es otra cosa que el venerable misterio de la fe cristiana. Ésta es la medida de trigo que os damos en el nombre del Señor, siempre que iluminados con el don de la gracia espiritual, disertamos de conformidad con la norma de la fe verdadera; y vosotros recibís esta misma medida de trigo por medio de los administradores del Señor, al escuchar cada día la palabra de verdad por boca de los siervos de Dios.

Responsorio: Mt 25,21.20

R. Bien siervo bueno y fiel: en lo poco has sido fiel, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu Señor.

V. Señor, cinco talentos me dejaste; mira, otros cinco talentos he ganado.
R. Pasa al banquete de tu Señor.

Oración final:

Señor, Tú que colocaste a San Ezequiel Moreno Díaz, obispo, en el número de los santos pastores y lo hiciste brillar por el ardor de la caridad y de aquella fe que vence al mundo, haz que también nosotros, por su intercesión, perseveremos firmes en la fe y arraigados en el amor y merezcamos así, participar de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo…

Bendigamos al Señor. Demos gracias a Dios.

 

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